En el ágora del siglo XXI, donde Rivas emula la plaza de Atenas y los 'streamers' debaten sobre TikTok: “Huid de los bulos”
Hace milenios, el ágora se convirtió en centro neurálgico de la Atenas clásica. Era un lugar de encuentro, comercio y debate para discurrir sobre los asuntos del momento o tomar decisiones de manera colectiva. Se cuenta que fue allí donde Sócrates sorprendió a los atenienses con su mayéutica, un método filosófico que cuestiona con preguntas los principios más básicos e invita a repensar lo conocido. La sociedad ha cambiado mucho desde entonces, así como las grandes preguntas con las que esta trata de comprenderse. Por primera vez, Rivas-Vaciamadrid ha intentado condensar algunas de ellas en un “laboratorio ciudadano” inspirado en la famosa plaza griega: el Ágora Rivas 2030.
Este festival de imaginación urbana celebraba su primera edición entre el 15 y el 18 de octubre, convirtiendo la ciudad en un foro de ideas y debate sobre innovación urbana, sostenibilidad o propuestas sociales. Rostros conocidos como el del guionista y cómico de La Revuelta Yunez Chaib, la actriz Leticia Dolera o creadores de contenido divulgativo en Internet como Rocío Vidal (La gata de Schrodinger) o Javier Peña, entre muchos otros. El epicentro del “ágora” ripense fue la Plaza de la Constitución, aunque el festival tuvo otras ubicaciones como el Auditorio Pilar Bardem, el Centro Cultural Federico García Lorca, el salón de actos del Ayuntamiento o la Sala Pedro Zerolo.
Ágora Rivas 2030 también dedicó dos de sus sesiones a ofrecer un altavoz para la juventud local. El viernes por la mañana, la primera sesión trató de acercarse a las generaciones más jóvenes empezando por las de este municipio madrileño. ¿Cómo usan las redes sociales y qué peligros o beneficios tiene exponerse en Internet?
Sobre el escenario, un dúo que conoce bien este mundo virtual: Jibril y Joel, caras visibles de Grimey TV. Ambos conducen un programa de televisión online que ya roza los 70.000 suscriptores en Youtube, centrado principalmente en contenidos sobre la vida urbana o la cultura callejera y entrevistas a personalidades conocidas de la música o el arte. Con un tono desenfadado y haciendo uso del humor o los virales de Internet, sus vídeos han conseguido llegar a un público joven como el que entonces tuvieron delante: más de mil alumnos de seis institutos de Rivas acudieron a una charla a puerta cerrada.
Horas de consumo digital y el peligro del ciberacoso
Además del millar de butacas completas, otros 300 jóvenes de Bachillerato seguían la charla por streaming desde el salón de actos: en el hall principal ya no cabía un alfiler. Estudiantes y profesores del IES Europa, el IES Duque de Rivas, Las Lagunas, Julio Pérez, Antares o el colegio Hipatia escuchaban e intervenían en el debate, mientras que algunos despistados apuraban el último repaso a unos apuntes o adelantaban trabajos en un bloc con escuadra y cartabón. De vez en cuando, algo de lo que oían llamaba su atención y volvían sus ojos sobre el escenario.
“¿Quién de aquí no tiene teléfono?”, preguntó Jibril ante un público mayoritariamente joven. Solo un chaval levantó la mano desde el lado derecho de las butacas. Y ni siquiera era del todo cierto: al ponerse en pie para intervenir explicó que sí usaba un Nokia antiguo, aunque no tenía WhatsApp y aplicaciones de redes sociales. Podía llamar o enviar mensajes de texto, pero poco más.
En un momento del debate, que se extendió durante hora y media aproximadamente, un representante de cada centro subió al escenario para constatar cuánto tiempo del día pasan con el móvil. Los conductores de Grimey TV pidieron a los estudiantes que comprobaran la media diaria de uso en sus teléfonos, a través de la sección de “ajustes”. Todos los dispositivos almacenan cuánta energía se consume por aplicación, lo que permite saber cuáles son las que más se utilizan o qué tipo de consumo es más frecuente. El cálculo temporal rara vez bajó de las tres horas, con una excepción.
Para asombro de ambos presentadores, una de las chicas marcó la diferencia: en la última semana solo había invertido 30 minutos en navegar por las apps. Al descubrimiento le siguió un largo aplauso, algunas risas y un debate más amplio sobre cómo empleamos ese tiempo frente a la pantalla. Aunque un estudio interno de Grimey TV coronó a TikTok como la aplicación más frecuentada por el público joven, cuando esa misma pregunta se lanzó en el auditorio –con oyentes de Secundaria o Bachillerato– fue Instagram la que más manos levantó. “Sea donde sea, huid de los bulos y contrastad incluso a vuestros creadores favoritos”, determinó Joel, que ve en ellas un medio para propagar información que no siempre difunden los expertos en un tema.
“Lo mejor de las redes sociales es que puedes conectar con gente de todo el mundo. Y eso también hace que te compares”, reflexionó Jibril, que acto seguido le preguntó a su compañero si alguna vez se sintió triste viendo cómo, en épocas de estrés, alguien parecía disfrutar desde la playa en una story de Instagram. “Engaña mucho, porque nunca sabes si el otro realmente es tan feliz allí como se muestra. No todo lo que ves en redes es real”, le respondió Joel, que en pocos meses será padre y ha empezado a plantearse qué imagen recibirá su hijo si un día le busca por Internet.
En este punto se incorporó otro ángulo al debate: el de la huella digital. Este concepto hace referencia al rastro que generamos en la web, tanto de manera activa (con publicaciones propias o comentarios en redes) como pasiva (por ejemplo, al aceptar las cookies). Y ha dado pie a más de un caso de ciberacoso. “Cuando subís algo a Internet, ese contenido deja de ser vuestro para siempre. Hay que tener cuidado con lo que publicas en redes o pasas por mensajería. A veces, la gente puede ser muy cruel”, expone Joel, que se aparta unos instantes del tono desenfadado y recuerda un problema por el que “algunos han decidido quitarse la vida”.
Pocos días antes de aquella charla, una joven de 14 años se suicidó en Sevilla después de haber sufrido acoso escolar. El caso continúa abierto, pero el móvil de la menor fue una de las primeras cosas que revisó la policía para saber si el bullying también se extendió a la red. Para este caso aún no hay nada confirmado, pero las redes se han convertido en otro caldo de cultivo para el insulto a edades tempranas. “Es curioso: haces un mal comentario, lo publicas y te vas. Pero nunca sabes qué está pasando en la vida de una persona ni hasta qué punto tus palabras pueden afectarle”, determinan los chicos de Grimey TV ante un público que, esa mañana, vivió una jornada lectiva muy distinta.
Salud mental, vínculos y participación ciudadana
Aunque no solo los jóvenes de estos institutos participaron en el festival. El elenco de artistas, divulgadores e influencers que visitaron Rivas-Vaciamadrid fue casi tan variado como los contenidos que se abordaron. Y en todos ellos, la juventud ripense se sumó a los distintos debates sobre cómo impulsar la sociedad en la que viven. El mismo viernes, sin ir más lejos, la creadora de contenido y periodista María Barrier moderó una conversación sobre soledad deseada y no deseada en la que seis jóvenes de Rivas compartieron su experiencia y reflexiones acerca de la precariedad, la salud mental o el ritmo de vida y cómo esto influye en la forma de relacionarnos.
Se habló de la importancia de distinguir entre la soledad elegida y la impuesta, y de cómo las ciudades pueden ser espacios que acompañen, cuiden y generen comunidad, también entre los migrantes que viven lejos de sus países de origen. En ese sentido, los participantes pusieron en valor el papel de esta iniciativa municipal como forma de estimular los vínculos y la participación ciudadana.
Entre las voces que cohesionaron estas conversaciones hubo perfiles variopintos: desde Guillermo, maquillador y creador del colectivo LGTBIQ+, o Alimatou, estudiante de Comercio Internacional y emprendedora en el ámbito gastronómico, hasta Verónica, mediadora vecinal; Jeffrey, opositor a Guardia Civil; Andrés, antropólogo; Eneko, activista y estudiante de Trabajo Social; Camila, socióloga y miembro de Themis Rivas; Sandra, enfermera y feminista comprometida; o Mikaela, diseñadora gráfica y participante en el campo de trabajo en Palestina. Jóvenes con trayectorias diversas que reflejan la vitalidad y el compromiso de una generación que piensa y transforma su ciudad.
La jornada siguiente fue el turno de “Barrio y utopía”, un diálogo conducido por la actriz y directora Leticia Dolera, en el que cuatro jóvenes ripenses debatieron sobre qué hace que un barrio sea un lugar habitable y qué papel juega la comunidad en la construcción de los sueños colectivos. Desde sus experiencias vitales, abordaron cuestiones como el arraigo, la participación o la identidad urbana, y cómo imaginar nuevas formas de convivencia desde lo cotidiano.
0