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Prueba del Dacia Jogger Hybrid: siete plazas, híbrido y asequible

El Dacia Jogger gana atractivo con el nuevo logo de la marca.

Pedro Urteaga

Para resumir, y sentenciar, las cualidades de un modelo como el Dacia Jogger bastaría afirmar que se trata del coche de siete plazas más barato que se vende en España. Sus únicas alternativas actuales son o bien SUV, mucho más costosos, o bien algún monovolumen de los pocos que aún quedan a la venta y que igualmente cuestan bastante más. 

La sucinta pero directa frase inicial habría que completarla con el hecho de que el Jogger incorpora ahora un sistema híbrido (no enchufable) que lo moderniza desde el punto de vista tecnológico y le reporta además el distintivo ambiental Eco de la DGT.

Las familias necesitadas de mucho espacio y hasta siete plazas tienen disponible el coche en esta variante full hybrid, de 140 caballos, desde 24.750 euros, si pueden pasar con cinco asientos, y desde 25.650 euros en caso de que necesiten siete. La tecnología híbrida encarece considerablemente el desembolso con respecto a las versiones de gasolina y 110 CV, que parten de 19.850 euros, y a las que pueden utilizar GLP, cuyo precio arranca en 18.340 y que disponen de 100 CV. Sin embargo, el extra puede merecer la pena.

El sistema de impulsión del Jogger es el mismo que incorpora el Clio E-Tech híbrido de Renault, grupo al que también pertenece Dacia. Cuenta con un motor principal de gasolina que desarrolla 91 CV y al que acompañan otros dos eléctricos: uno de 49 CV que mueve también las ruedas y otro de 20 CV cuya misión es servir de motor de arranque y generador de corriente.

La batería, de 1,2 kW brutos y 0,85 utilizables, va colocada en el hueco de la rueda de repuesto, que por tanto brilla por su ausencia. A cambio, aquella no resta espacio a la zona habitable del vehículo, con lo que se conserva tanto la tercera fila de asientos (en su caso) como la capacidad de maletero de los Jogger que no son híbridos.

Hablamos de 506 litros en los modelos de cinco plazas y de 607 en los de siete. Estos últimos disponen de un mínimo de 160 litros disponibles cuando todos los asientos están ocupados, de modo que es posible transportar a siete personas (conductor incluido) y contar aún con algo de espacio en el maletero.

Estos asientos suplementarios se despliegan (y lo contrario) con facilidad por medio de unos tiradores de color rojo situados en su base. Como suele ser habitual, lo más dificultoso es acceder y salir de ellos, pero una vez sentado cumplen bien su función, sobre todo si el desplazamiento no es muy largo y los ocupantes son chavales. Para personas de más edad suele resultar más incómodo viajar con las piernas recogidas y pegadas al cuerpo, que es la postura que fuerza este tipo de plazas.

En la segunda fila se disfruta de espacio suficiente tanto para las piernas como para el torso, y a nuestro juicio son también correctas salvo por que apenas aportan apoyo lateral a los pasajeros, lo que produce fatiga a la larga. Algo parecido cabe decir de los asientos delanteros, que tampoco sujetan mucho; eso sí, al menos no nos han parecido tan blandos como los del Sandero Stepway que probamos recientemente.

El motor, otra ‘película’

El sistema de impulsión del Jogger híbrido es, con mucho, el más satisfactorio de la gama. No solo corre más que la versión de gasolina y que la de GLP, sino que su respuesta es además más ágil y suave en toda circunstancia. En cuanto al consumo, no llega a los 5 litros/100 km en ciudad y alrededores, mientras que en vías rápidas hay que apretar mucho el acelerador para acercarse a los 6 litros/100 km de media.

Esto es posible por una combinación de factores entre los que destacan la ligereza del coche (algo más de 1.400 kilos) y el bien calibrado funcionamiento del sistema híbrido. Hemos observado durante la conducción que, como sucede en el Clio E-Tech, su parte eléctrica tiene una participación constante, incluso en condiciones donde creeríamos que el coche necesita del motor de gasolina para avanzar; esto se traduce en numerosos periodos de tiempo donde el consumo de combustible es nulo.

La parte menos positiva del asunto es que justamente la irrupción del propulsor térmico resulta quizá demasiado perceptible en el habitáculo. Paralelamente, la transición entre las múltiples velocidades de la transmisión  automática que monta el coche es bien audible cuando se acelera con cierta decisión, aunque en general basta con levantar ligeramente el pie derecho para forzar el cambio de marcha y reducir el nivel de ruido.

Pocos elementos del interior distinguen al Jogger híbrido de sus hermanos de gama. Uno de ellos lo encontramos en el cuadro de instrumentos, provisto de una pantalla más grande en la que, sin embargo, el display con las cuatro posiciones del cambio automático es inexplicablemente pequeño, tanto que hay que afinar la vista para comprobar si estamos listos para emprender la marcha (en D) o hemos seleccionado punto muerto, por ejemplo.

La pantalla central de 8 pulgadas ha funcionado de manera correcta durante la semana que hemos compartido con el Jogger, salvo en lo que afecta a la radio, pues era casi imposible escuchar muchas emisoras -incluso las que suelen gozar de mayor alcance- en cuanto uno se alejaba de grandes núcleos de población. Son pequeños detalles como este, que denotan tal vez el origen low cost del vehículo, los que afean un conjunto que, por lo demás, no podemos dejar de considerar muy recomendable para quienes no pueden, o no quieren, desembolsar una fortuna para adquirir un coche.

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