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Prueba del Hyundai Tucson Hybrid: el líder en ventas no lo es por casualidad

Hyundai Tucson Hybrid.

Pedro Urteaga

El caso del Hyundai Tucson, en su cuarta generación, es de lo que se estudiarán un día en las escuelas de negocios. Que un SUV de 4,5 metros sea líder de ventas en el mercado español, posición que habitualmente ocupan modelos utilitarios mucho más asequibles, supone un hecho realmente insólito. El año pasado, el Tucson copó el solito más del 11% de cuota de su segmento y se anotó el 56% de todas las entregas de Hyundai. Ahí es nada.

Lógicamente, estos registros no se obtienen por casualidad, de modo que hemos querido ponernos de nuevo al volante de este superventas con el fin de refrescar las sensaciones que nos dejó en su día, y de compararlas con las de los muchos competidores que se han añadido a la categoría en el tiempo transcurrido desde su lanzamiento, hace ahora dos años.

Para triunfar como lo ha hecho el Tucson, es necesario que un coche reúna las condiciones de tamaño y utilidad que permitan cubrir las necesidades de una familia media. Con una longitud de libro de 4,5 m y una distancia entre ejes de 2,68 m, el modelo coreano tiene las dimensiones justas para acomodar holgadamente a cuatro y hasta cinco personas sin ser largo en exceso.

Por supuesto, en el maletero cabe todo lo que puedan necesitar esos pasajeros en época de vacaciones. Su capacidad es de 616 litros en la versión que hemos probado, impulsada por un sistema full hybrid, y solo en el peor de los casos -el de las variantes diésel con hibridación ligera de 48 voltios- la cifra se queda en unos, por otro lado, nada desdeñables 546 litros.

Ya vemos que el Tucson no es precisamente parco en su oferta de motores. De hecho, destaca entre sus rivales por estar disponible en todas estas tecnologías: gasolina, diésel -ambos con y sin hibridación de 48 V-, híbrida e híbrida enchufable. Esta variedad de sistemas de impulsión es, qué duda cabe, uno de los grandes aciertos del modelo de Hyundai.

También lo es el salto de calidad que advertimos en el interior del coche, donde los materiales gozan de buena apariencia y parecen ajustados con precisión. Más que correctamente aislado del exterior, el habitáculo ofrece una atmósfera refinada y moderna, incluso lujosa pero sin caer en estridencias. Lo que menos nos convence es que el cambio de marchas automático -en esta versión- funcione mediante botones, cuando resulta bastante más natural y rápido disponer de un selector circular o longitudinal.

Tampoco nos hace especialmente felices la decisión de prescindir de palancas y -aquí sí- botones físicos para las funciones básicas del sistema multimedia, que se deben controlar forzosamente de manera táctil. Este nos parece un rasgo de modernidad mal entendida que Hyundai tal vez haría bien en replantearse en futuras actualizaciones del coche.

Por el contrario, no nos cansamos de subrayar lo bien que ha resuelto la marca el problema de los ángulos muertos. Su sistema muestra la imagen captada por sendas cámaras en los dos grandes relojes de la instrumentación cuando el conductor acciona el intermitente del lado correspondiente. Una solución intuitiva y de lo más eficaz.

Potencia con consumo razonable

Como señalábamos antes, el Tucson que ha pasado por nuestras manos monta un sistema híbrido compuesto por un motor de gasolina y otro eléctrico que suman 230 caballos y una pequeña batería de 1,49 kWh que se recarga en deceleraciones y frenadas. Está asociado a una transmisión automática de seis velocidades y puede llevar tracción a dos o cuatro ruedas.

El usuario tiene a su disposición dos modos de conducción (Eco y Sport) y, en las versiones de cuatro ruedas motrices, un selector adicional para cambiar la dinámica del vehículo según circule por nieve, barro o arena.

En el recorrido en el que solemos realizar nuestras pruebas, el Tucson ha registrado un consumo cercano a los 7 litros/100 km, registro que parece moderado para un vehículo con carrocería SUV y de un tamaño considerable, aunque no especialmente pesado (1.634 kilos en esta versión). No es difícil encontrarse con cifras aún menores incluso circulando por ciudad, y solo a muy alta velocidad en autopista las cosas se desmandan en lo que a gasto de gasolina se refiere.

La potencia disponible, casi sobra decirlo, es más que suficiente para solventar cualquier situación a la que se pueda enfrentar un coche cuya vocación es claramente familiar. A este respecto, el ajuste algo blando de la suspensión lo hace muy cómodo en el tráfico urbano y en los viajes por carreteras rectas y en buen estado. Se desenvuelve un poco peor en zonas viradas, sin que pueda decirse el ningún caso que es un vehículo torpe.

Más allá del distintivo Eco que exhibe en el parabrisas, este Tucson híbrido nos parece un modelo sumamente equilibrado y con muchas virtudes que explican de largo su gran aceptación. Con motor de gasolina de 150 CV, sin hibridación, el coche está a la venta desde 29.225 euros. Las variantes híbridas se ofrecen a partir de 37.825 y llegan hasta los 49.575 euros en el muy completo acabado Style. El Tucson híbrido enchufable, este ya con etiqueta 0 emisiones, sale por 48.300 euros en acabado Tecno Sky y por 51.950 en el Style.

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