La plena vigencia del Mazda MX-5 en los tiempos del coche eléctrico e híbrido
Coincidiendo con el ecuador comercial de su cuarta generación, el Mazda MX-5 acomete una serie de cambios para ahondar en la senda de la diversión y agilidad dinámicas. El modelo 2019, hace ya 30 años del nacimiento del original, irrumpe con una mayor carga de equipamiento, retoques estéticos y estructurales y, sobre todo, con una mecánica de gasolina más potente que alcanza los 184 caballos.
El propulsor de gasolina 2.0 Skyactiv-G gana nada menos que 24 CV que elevan la potencia total hasta los 184 CV, dispone de un régimen de giro máximo superior (llega a las 7.500 rpm) y un par motor más elevado, de 200 a 205 Nm a 4.000 rpm. En carretera, se presenta como un motor mucho más contundente y elástico que aquel al que reemplaza, tanto en la parta baja como en la más alta del cuentarrevoluciones.
Como es obvio en un coche que ni siquiera alcanza los cuatro metros de longitud (3,91 m), el Mazda MX-5 RF no va sobrado de espacio interior, ni en el habitáculo, donde hay cierta sensación de agobio circulando capotados, ni en el maletero, con unos escuetos 130 litros de capacidad. El acceso, tampoco es su punto fuerte, y la insonorización, aunque claramente mejorada con esta renovación, sigue siendo su talón de Aquiles.
Pero, si valoras la conducción, y dejas estos aspectos más burgueses en un segundo plano, el MX-5 puede ser de las opciones más gratificantes del mercado. Por motor, chasis y peso, la agilidad con la que se desenvuelve resulta adictiva. Además, la motricidad (con autoblocante en las versiones más altas de la gama) es muy buena incluso sobre asfalto con baja adherencia.
MÁS DE LO MISMO, PERO MEJOR
Sin cambiar nada de lo esencial, como hacen todos los fabricantes que tienen la suerte de disponer en su catálogo de un modelo icónico, el emblemático MX-5 sigue siendo, en lo básico, el coche que debutó en 1989: un descapotable ligero, biplaza, con un bajo centro de gravedad, un reparto de pesos entre ejes del 50-50 y por supuesto, un motor conectado a las ruedas traseras.
La evolución de la industria y del mercado ha provocado que por el camino el MX-5 haya prescindido de los icónicos faros delanteros abatibles o, por el contrario, haya añadido una segunda carrocería con techo duro retráctil que complementa a la clásica de lona. Con esta cuarta generación, en concreto, Mazda apostó por un novedoso techo rígido tipo Targa (Retractable Fastback, RF) que acumula el 65% de los pedidos desde que se incorporó a la gama en 2016.
En cuestión de diseño, lo más notable son los nuevos colores de las llantas de aleación (y la capota de lona de color marrón que ahora está disponible en la versión especial MX-5 Soft Top Nappa Edition). Más valor tienen los cambios que acoge el interior, particularmente la incorporación de regulación en profundidad del volante y de los estándares de conectividad Apple CarPlay y Android Auto, comunes a ambas carrocerías.
Las versiones de capota de lona se combinan con un cambio manual de seis velocidades y las RF pueden llevar también una transmisión automática de las mismas relaciones. Estas últimas estrenan además en su dotación de seguridad las siguientes ayudas a la conducción: sistema de asistencia a la frenada en ciudad, tanto delantero como trasero, con detección de vehículos, peatones y obstáculos; detector de fatiga del conductor, cámara de visión trasera y sistema de reconocimiento de señales de tráfico.
El nuevo MX-5 tiene un descuento base de 2.000 euros. Si se suma esta cifra a los 1.591 de la financiación de la propia marca, tenemos que la versión más asequible del roadster de Mazda, el ST con motor 1.5 y acabado Origin, sale por 21.729 euros. La más equipada, que corresponde a un modelo RF 2.0 en terminación Zenith Nappa Safety, cuesta 30.129 euros en las mismas condiciones, y la más vendida (RF 2.0 Zenith) se oferta por 29.229 euros. El sistema FlexiOpción de Mazda, que permite cambiar de vehículo cada dos, tres o cuatro años, agrega 1.000 euros de rebaja adicional.