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Réquiem por el Mar Menor: 'Kyrie' de Juan Heredia Gil

'Dorada'. Plumilla a tinta china de color sobre papel de acuarela de Juan Heredia Gil

José Alberto Bernardeau

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Heredia Gil rememora sus recuerdos de un tiempo feliz junto a las orillas de la laguna salada. Una dorada y una lubina, dos peces representativos de la esquilmada fauna del Mar Menor reproducidas con la minuciosidad de los renacentistas centroeuropeos, atento el artista a la observación de la naturaleza, sin la mínima concesión a la abstracción y a teorías pictóricas ajenas a la reproducción del mundo perceptible. Sus recuerdos infantiles no pueden evitar pautas tan anecdóticas como entrañables de un tiempo no recuperable y propias de una edad en la que todavía no se es consciente de la fragilidad del ecosistema que disfruta. Ante una realidad inequívocamente adversa a esos recuerdos, le queda decir un triste adiós a aquellos tesoros.

2.- Kyrie: Juan Heredia Gil

El juez cita a declarar en diciembre y enero a 26 empresas del total de 80 investigadas en el caso de los vertidos al Mar Menor

Kyrie eleison.

Christe eleison.

Kyrie eleison.

Señor, ten piedad,

Cristo, ten piedad,

Señor, ten piedad.

Por primera vez, la crónica de la catástrofe comienza a señalar judicialmente a sus responsables, o a algunos de ellos, citados por fin para explicar cómo ha sido posible tamaño despropósito y asumir su responsabilidad, por activa o por pasiva. La fiscalía asume ahora las denuncias que los grupos ecologistas y plataformas cívicas vienen formulando desde hace décadas: los vertidos de pesticidas y abonos procedentes de cultivos intensivos a pocos metros del Mar Menor como causa directa de nitrificación, eutrofización, anoxia y muerte de miles de peces, crustáceos y flora marina. Parte de los acusados por el llamado 'caso Topillo' son llamados para comparecer ante el juez.  

“Con el Mar Menor tengo recuerdos, aunque vagos y quizás idealizados, como suele ocurrir muchas veces cuando tu mente vuelve a épocas con seres queridos que ya no volverán, de sus buenos tiempos. Tiempos de infancia donde no todo el mundo teníamos acceso a veranear en una casa a la orilla del mar, en el que ir a la playa era para algunos un lujo y una experiencia. Íbamos en una furgoneta de unos amigos de mis padres que llevaban la gaseosa ”La Revoltosa“. El coche lleno de amigos con sus neveras repletas de comida hechas por las madres el día anterior, el camino una fiesta y la furgoneta una aventura, sobre todo para los niños, risas, compartir. Una vez en la playa a montar el ”campamento“

Recuerdo las sandias enterradas en la arena a la orilla para refrescarse. Estaba vivo, podías coger berberechos y comértelos directamente, aguas transparentes que te permitían ver pequeños peces y caballitos danzando…

Ahora es el abandono, propiciado por las distintas administraciones, que se echan la culpa entre sí mientras el Mar Menor agoniza y muere.

Aporto dibujos de una dorada y una lubina que eran unos de los manjares que nos ofrecía el Mar Menor y que también están a punto de ser un recuerdo“.                 

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