Cuando Jade Boho empezó a jugar al fútbol en la máxima categoría, algunas de sus ahora compañeras en el Alhama El Pozo ni siquiera habían nacido o eran muy pequeñas. Ahora tiene 36 años y, aunque este curso se le están resistiendo un poco, lleva toda su vida marcando goles en Primera División. Ha vivido en primera persona la evolución del fútbol femenino en España desde los 17 años cuando debutó hasta hoy y ha experimentado el sabor del triunfo en forma de títulos, conquistando tres Ligas y una Copa de la Reina con el Rayo Vallecano y jugando partidos de Champions. Sin embargo, las grandes decepciones y frustraciones de su vida también se las ha dado el deporte, porque en una carrera tan larga le ha dado tiempo a todo. Su historia se escribe con una palabra: resiliencia.
Jade nació en Valladolid en agosto de 1986, hija de una mujer guineana, pero toda su vida la ha pasado en Madrid. De hecho, si la escuchas hablar es algo que percibes al instante. Desde pequeña tuvo claro que su deporte era el fútbol –cuando en ese momento en nuestro país no tenía la repercusión que tiene ahora, ni había tantas licencias federativas-, a los 13 años ya jugaba con chicas sénior y a los 17, el primer equipo de Torrejón le dio la oportunidad de debutar. Pronto recibió la llamada para formar parte de la selección española y competir en una gran cita internacional como era el Campeonato de Europa sub 19 años (teniendo ella 17) y después, en el Mundial de esa misma categoría. Más allá de la gran ilusión que eso supuso, esos torneos serían un punto de inflexión en su carrera, aunque de eso se enteró años después.
En aquel Europeo España se proclamó campeona y Jade Boho tuvo mucho protagonismo, ya que marcó el gol que abrió el marcador en la final ante Alemania y era una de las titulares indiscutibles para el entrenador. También en el Mundial. Sin embargo, inexplicablemente para ella, nunca fue convocada con la selección absoluta. “No tuve las oportunidades con las que sí contaron las chicas de mi generación. Cuando me tocaba dar el salto al primer equipo y dejar atrás las categorías de formación no me llamaban y eso me iba desilusionando. No entendía nada porque había sido una de las jugadoras importantes en la antesala, con la sub 19, y después se olvidaron de mí. Pasaban los años y la situación no cambiaba, así que empecé a plantearme que era yo la que estaba haciendo algo mal”, relata.
Le costó muchísimo cerrar la puerta de la selección española, era su gran espina. Les esperó siete años, pero nunca más la citaron. Cuando ya había perdido la esperanza de competir en las grandes citas a nivel absoluto, contactó con ella Benjamín Zarandona –conocido exfutbolista profesional- y le propuso adquirir la doble nacionalidad con Guinea Ecuatorial, el país natal de su madre, para poder formar parte de su combinado nacional: “Me costó muchísimo decidirme y tuve un conflicto interno importante porque por un lado iba a poder conocer y jugar para el país donde había nacido mi familia y donde estaban mis raíces. Pero, por otro, si tomaba esa decisión, no iba a jugar nunca con España y no habría vuelta atrás. Tardé en responder, pero ahora puedo decir que ha sido una de las mejores decisiones que había tomado en mi vida”.
El deporte, a veces, es cruel
Jade Boho llegó a la selección de Guinea Ecuatorial en el mejor momento del fútbol femenino en el país africano, donde no se apreciaban diferencias entre la categoría masculina y la de mujeres y éstas eran reconocidas y admiradas por la calle. Y lo más importante, aterrizó en su nuevo equipo justo antes de una gran cita internacional a nivel absoluto, el Campeonato de África de 2010. Desde que ganó el europeo siendo una niña, soñaba con debutar en un evento así. Y lo hizo a lo grande, llegando a la final, como en el pasado. Aunque perdieron ese partido y Guinea terminó subcampeona, consiguieron un billete para disputar el Mundial del año siguiente. Boho volvió a sentirse de nuevo futbolista.
Un Campeonato del Mundo en fútbol es el evento deportivo de mayor dimensión que existe. El planeta se para cuando eso sucede y por eso todos y todas quieren estar en esa cita que reúne a los mejores futbolistas que existen. Era la gran meta profesional que le quedaba por cumplir a Jade Boho a nivel de selecciones, porque a nivel de clubes ya estaba ganando títulos con el Rayo Vallecano (el mejor equipo de España en ese momento, lo que hoy sería el mediático Barça femenino) y había jugado en Champions.
La delantera trabajó muchísimo para llegar al Mundial en las mejores condiciones, pero lo que no imaginó nunca fue el duro revés que le esperaba. Un día antes de arrancar el torneo se enteró de que por un fallo burocrático de su selección, la FIFA –el máximo organismo internacional en el fútbol- le había sancionado con 10.000 euros y tres meses sin jugar. No se lo podía creer. Se iba a quedar apartada durante un tiempo por no tener un papel en el que legalmente constase su renuncia a jugar con España. “La verdad es que lo pasé realmente mal pensando que yo debía estar jugando y no podía por un error que además yo no había cometido. Lloré mucho, fue el disgusto de mi vida y me planteé dejarlo todo. Estar en un Mundial y no poder jugarlo fue mi peor pesadilla. Caí una depresión muy grande”, recuerda.
Saber lidiar con estas situaciones también forma parte del deporte. Cómo afrontar mentalmente los contratiempos, las lesiones o los problemas es algo que marca la carrera de los deportistas. Jade Boho supo rodearse de las personas adecuadas, que le insistieron en que era muy joven todavía para colgar las botas. Eso le permitió ser campeona de África en 2012 con Guinea Ecuatorial. Pero ella ya no disfrutaba igual. A esta situación que ya rondaba en su cabeza, se sumó después que el Atlético de Madrid no renovó su contrato al finalizar la temporada. El fútbol solamente le estaba dando disgustos, por eso tomó la decisión de salir a jugar en el extranjero a una liga profesional. Jade quería ver si todavía estaba capacitada para competir en la élite o tenía que retirarse.
Esa oportunidad le llegó en Bristol y en el Reading FC, en Inglaterra. Allí no sólo se reencontró con el deporte del balón, también consigo misma. Resucitó y relanzó su carrera, que la trajo de vuelta a España. Primero en el Madrid CFF y después en Logroño, Jade marcó 34 goles y dio 6 asistencias en 84 partidos disputados. Cifras que la convirtieron en la referente del EDF Logroño en la final de la Copa de la Reina de 2020 en la que se midió al ya potente Barça.
A sus 36 años, Boho está en el tramo final de su carrera jugando en el Alhama El Pozo, un equipo recién ascendido a Primera División. Es consciente de que ya no es tan determinante como antes, pero intenta ayudar al equipo en otras facetas que también son importantes. “Las que somos veteranas, más que hablar en el vestuario, que también damos algún consejo a las jóvenes, debemos dar ejemplo y trabajar más que nadie. Es muy importante ser el espejo en el que se miren las generaciones que vienen por detrás”, afirma.
Esta futbolista que nació en Valladolid pero se crió en Madrid, que jugó con la selección española en categorías de formación y con Guinea Ecuatorial en la absoluta y que se reinventó varias veces como deportista no sabe cuándo se retirará. Pero sí sabe que ha sido un ejemplo de resiliencia.
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