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“Los menores refugiados en Grecia están tan desesperados que caen en manos de pederastas por solo cinco euros”

Teresa Fuentes, secretaria de la Asociación Amigos de Ritsona / CARLOS TRENOR

Erena Calvo

Desde que hace un año visitara el campamento de refugiados de Ritsona, en Grecia, la murciana Teresa Fuentes no ha dejado de darle al coco para mejorar la calidad de vida de los sirios, afganos o iraquíes allí asentados. El pasado 12 de agosto Teresa regresó de su cuarto viaje a Grecia con la Asociación Amigos de Ritsona, que puso en marcha en 2017.

Estos trece días han dado mucho de sí y vuelve a Murcia indignada por las “brutales” imágenes de los abusos que ha constatado en las calles de Atenas a los menores no acompañados, pero también con nuevas metas para sacar a este colectivo de ese “infierno”.

¿Qué es lo que más os ha tocado en este último viaje?

Sin lugar a dudas, la realidad de Atenas, ver cómo se desangra. Hemos tenido la oportunidad de patrullar la ciudad con una chica que está colaborando allí con otra asociación desde hace meses y hemos podido constatar que las calles están llenas de familias enteras que duermen en las plazas; y sobre todo, muchos menores no acompañados.

¿En qué situación se encuentran estos niños?

El problema es que hay contabilizados 2.400 menores no acompañados según cifras oficiales, pero hay otros muchos que no han pasado por los centros y que no están censados. No tienen dónde dormir pero lo más dramático es que los pederastas se están aprovechando de ellos. En Grecia hay solo 1.300 camas para los menores.

¿Habéis tenido constancia de estos abusos?

Sí, sí. Lo pudimos ver nosotros en directo, cómo personas mayores les rondaban e increpaban en la Plaza Victoria. Nos comentó la chica con la que estuvimos patrullando las calles que los chicos están tan desesperados por salir que se van con los pederastas por cinco euros a pensiones de mala muerte. Muchos de ellos entraron en Grecia después del acuerdo con Turquía o son de nacionalidades que no están dentro de la categoría de refugiados.

¿Pudisteis hablar con los chicos?

Sí, con algunos de ellos que nos pidieron dinero para poder pasar la noche en una pensión. Cuatro menores nos reclamaron además que les buscásemos un sitio en el campo de refugiados de Ritsona para poder quedarse allí. Las calles de Atenas son una jungla.

Jungla...

Sí, sabemos que hay grupos de ultraderecha que atacan a los refugiados. Nos hablaron del caso de un señor paquistaní que ingresó en el hospital con violación múltiple...

¿Y la policía?

La policía griega no actúa. Fíjate si es fácil controlar el tema de la pederastia en las calles... pero tienen total impunidad. Es insultante. La policía va con mangueras a algunos lugares para que los refugiados no puedan dormir en el suelo pero no acuden a otros sitios donde se sabe que se están produciendo los abusos.

Grecia también está desbordada

Totalmente, la situación es dramática y la Unión Europea le está dando la espalda. España, por ejemplo, se comprometió a acoger a 17.000 refugiados y solo ha dejado entrar a un 10 por ciento. Hay bloqueadas 62.000 personas sirias, paquistaníes o iraquíes y nos han comentado que el Gobierno griego va a eliminar las ayudas para las necesidades especiales de los menores.

¿Cuál es el futuro de estos colectivos?

Pues habrá quien caiga en las redes de la prostitución y las mafias para tratar de salir de Grecia y quien se vea obligado a volver a sus países de origen. Hay algunas personas que están evadiéndose con las drogas como vía de escape. Es una espiral porque los que no están censados y no pueden ir a dormir a los campamentos de refugiados tampoco tienen la tarjeta que les da derecho a comer por un valor de 150 euros al mes.

Los campamentos se están convirtiendo en ciudades...

Ya se ve que no es algo tan temporal como pensábamos. La gente ahora vive en contenedores metálicos, se han dado cocinas, el Ejército ya no reparte comida y cada vez los desatienden más.

¿Visteis algún ejemplo sobre el terreno?

Sí, por ejemplo, cuando estuvimos allí una mujer se puso de parto a las dos de la mañana y la ambulancia no llegó hasta las nueve. Y en otra ocasión se pegó fuego a un contenedor y los bomberos acudieron tres horas después. Pero es algo premeditado, para que vuelvan a su país.

¿Cómo colaboráis vosotros?

Intentamos cubrir las necesidades que no atienden las organizaciones que están sobre el terreno y reciben fondos de Grecia. El campo de Ritsona está en una antigua base aérea militar; la población más cercana está a 17 kilómetros y nosotros nos encargamos de subvencionar algún autobús. También la salud bucodental porque nadie se hace cargo de ello y tienen los dientes en muy mal estado. No podemos hacerlo con todo el mundo pero llevamos a los casos más graves a un dentista sirio para que puedan comunicarse sin problema.

No solo eso...

No, también hemos hecho donaciones por valor de 3.000 euros para ropa y calzado; y otras necesidades puntuales como la compra de maletas para aquellos que viajan a los países de acogida, cocinas, jarros de té, leche... Son pequeñas cosas pero, por ejemplo, dos semanas de zumos para 750 personas son 1.500 euros.

¿Cuál es ahora vuestra meta?

Después de ver la situación en las calles de Atenas, los menores son una prioridad. Vamos a colaborar para poder reubicarlos. Las primeras donaciones han ido destinadas a sacar de la calle a una madre con sus tres hijos y a tres menores de entre 14 y 15 años.

¿De dónde conseguís los fondos?

Desde que constituimos la asociación llevamos un año que ha sido una locura. Conseguimos dinero de muchas fuentes, fiestas que organizamos, charlas, de la publicidad que hacemos en las redes sociales, de familiares y amigos... Allá donde hay una feria vamos y montamos nuestro stand... Y ahora vendemos también tazas o camisetas. Alguna organización nos ha ayudado pero ninguna de carácter político.

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