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Que tengan buena mar

Veo en la prensa estos días la foto de los trece alumnos Premio Extraordinario de Bachillerato del curso 2013-2014 en la Región de Murcia. Entre ellos se encuentra un antiguo alumno mío. Observo sus rostros y pienso en el esfuerzo que han realizado hasta alcanzar este reconocimiento; sus desvelos, su trabajo sin descanso. El mar infestado de piratas que han tenido que cruzar para llegar a puerto. El rechazo de sus propios compañeros de pupitre, que los tenían por tipos raros. La apatía de alguno de sus profesores... Y no les culpo. No se sienten reconocidos ni valorados, ni por la propia administración ni por los padres. Siempre en el ojo del huracán, bajo sospecha. Y por último, la dejadez de la Consejería de Educación, que los pondera como números.

Números en julio, cuando los equipos directivos pelean porque salgan algunas de las optativas que estos alumnos piden, abriendo nuevas posibilidades de conocimiento. Una pelea desigual. Números cuando alguno de sus profesores faltaban a clase y no se cubría su ausencia hasta pasados quince días. En esta situación se encuentran actualmente mis propios alumnos de 2º de Bachillerato: su profesor de Historia de España se encuentra de baja por paternidad. Quince días. Y la Consejería de Educación no ha enviado ningún interino como sustituto. Ha suspendido los actos de adjudicación de interinos hasta después de vacaciones de Navidad. ¿Cómo se van a preparar para hacer la Selectividad si han perdido ocho clases? ¿Dónde queda el derecho a la Educación que sanciona nuestra Constitución? Vulnerado.

Y a pesar de todo, ahí están, sonrientes y emocionados. Como lo estarán los premiados del presente curso el año que viene. No es para menos. Han cubierto con brillantez una de las etapas de su vida académica. Solo espero que la nueva singladura en la que ya se encuentran embarcados llegue de nuevo a buen puerto. Buena mar.

Veo en la prensa estos días la foto de los trece alumnos Premio Extraordinario de Bachillerato del curso 2013-2014 en la Región de Murcia. Entre ellos se encuentra un antiguo alumno mío. Observo sus rostros y pienso en el esfuerzo que han realizado hasta alcanzar este reconocimiento; sus desvelos, su trabajo sin descanso. El mar infestado de piratas que han tenido que cruzar para llegar a puerto. El rechazo de sus propios compañeros de pupitre, que los tenían por tipos raros. La apatía de alguno de sus profesores... Y no les culpo. No se sienten reconocidos ni valorados, ni por la propia administración ni por los padres. Siempre en el ojo del huracán, bajo sospecha. Y por último, la dejadez de la Consejería de Educación, que los pondera como números.

Números en julio, cuando los equipos directivos pelean porque salgan algunas de las optativas que estos alumnos piden, abriendo nuevas posibilidades de conocimiento. Una pelea desigual. Números cuando alguno de sus profesores faltaban a clase y no se cubría su ausencia hasta pasados quince días. En esta situación se encuentran actualmente mis propios alumnos de 2º de Bachillerato: su profesor de Historia de España se encuentra de baja por paternidad. Quince días. Y la Consejería de Educación no ha enviado ningún interino como sustituto. Ha suspendido los actos de adjudicación de interinos hasta después de vacaciones de Navidad. ¿Cómo se van a preparar para hacer la Selectividad si han perdido ocho clases? ¿Dónde queda el derecho a la Educación que sanciona nuestra Constitución? Vulnerado.