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No es una escalera es un modelo de ciudad

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El pasado miércoles 10 de abril, el Ayuntamiento de Lorca derribó unos escalones de la portada principal de la Colegiata de San Patricio. Las imágenes de la demolición, publicitadas por el mismo consistorio en la red social Twitter, ahora X, corrió como la pólvora, levantando una ola de indignación popular en todas las edades, sexos, niveles de educación, razas, credos o ideas.

Enseguida, gentes expertas, apuntaron que esas escaleras no se habían construido en el siglo XVII, origen de la Colegiata, sino en 1996 o al menos en los años 90 y para probarlo, apuntaban que en las fotos del derrumbe se veían, efectivamente, ladrillos de hormigón pintados y no piedra verdadera, como el resto de la fachada histórica.

Pero al día siguiente, gentes más expertas que los y las expertas primeras, mostraron los planos originales del monumento, aclarando que, aunque no construidas en el mismo siglo que el cuerpo del edificio, sí estaban en los planos de la época y que pertenecían a la intención original de los autores de la Colegiata de San Patricio de dotarla de accesos monumentales en sus puertas. Para probar sus argumentos aportaban dichos planos históricos. Se construyeron en tiempos modernos, sí, pero estaban en la idea de la época y, por tanto, son parte de la Colegiata y parte del patrimonio lorquino.

Es decir, que la indignación popular primera que salió a defender su patrimonio solo con la sospecha de que algo no iba bien en su querida Colegiata, estaba en lo cierto. Estos cuatro párrafos podrían resumirse en la idea machadiana de que el pueblo siempre tiene razón, o en esa otra, si quieren más cursi, de que el amor por el terruño supera a la ciencia.

Es decir (otra vez), que el Ayuntamiento de Lorca, gobernado por el PP y Vox, se ha llevado por delante nuestra riqueza (¡otra vez!). No obstante, la demolición no es lo malo sino la razón por la cual se ha hecho (redoble de tamborrrrrr... ¡chass!): facilitar el paso de los coches (cómo no) (¡¡otra vez!!). Es curioso que cuando todo el mundo se vuelca en abandonar el modo de transporte privado, de combustión fósil, las derechas de este país se afanen en proteger el negocio del humo contaminante.

Y es que en el fondo, no se trata de una escalinata, se trata de un modelo de ciudad: el espacio de la misma, a los ojos del PP, solo sirve para sustentar negocios básicos (insisto: básicos, los amigos y financiadores de las derechas se dedican en su gran mayoría a la construcción, a la Obra Pública, a las apuestas, a vender automóviles, a la hostelería/ocio y a la ganadería o agricultura más básicas, la intensiva). Lorca se suma así al grupo del beneficio a corto plazo, que solo trae ruina al futuro próximo. Todo lo demás: la convivencia urbana, el acceso equitativo a servicios en cada barrio, la mejora de colegios y centros sanitarios, la seguridad, la difusión del Arte y patrimonio, las zonas de bajas emisiones... no están en la lista de Fulgencio Gil.

Ciudades inertes, iguales, mazacotes invivibles de las cuales los ricos se marchan en cuanto pueden, es el modelo de las derechas. Por eso derribaron la escalinata, da igual de qué siglo fuese.

El pasado miércoles 10 de abril, el Ayuntamiento de Lorca derribó unos escalones de la portada principal de la Colegiata de San Patricio. Las imágenes de la demolición, publicitadas por el mismo consistorio en la red social Twitter, ahora X, corrió como la pólvora, levantando una ola de indignación popular en todas las edades, sexos, niveles de educación, razas, credos o ideas.

Enseguida, gentes expertas, apuntaron que esas escaleras no se habían construido en el siglo XVII, origen de la Colegiata, sino en 1996 o al menos en los años 90 y para probarlo, apuntaban que en las fotos del derrumbe se veían, efectivamente, ladrillos de hormigón pintados y no piedra verdadera, como el resto de la fachada histórica.