El Partido Popular de la Región de Murcia repite el mantra de la “pinza” entre Vox y el PSOE para justificar su aislamiento político. Pero los hechos demuestran que la única alianza real es la que une a PP y Vox en el poder, mientras la izquierda, una vez más, ofrece diálogo y encuentra portazos.
Desde las filas del Partido Popular en la Región de Murcia se ha popularizado una expresión tan hueca como recurrente: la “pinza” entre Vox y el PSRM-PSOE. Según este relato, ambas formaciones antagónicas políticamente actuarían de forma coordinada para desgastar al Gobierno de Fernando López Miras.
Sin embargo, basta repasar los hechos recientes para comprobar que esa acusación carece de fundamento y sirve, sobre todo, como cortina de humo.
Vox no sólo facilitó la investidura del actual presidente, sino que ha apoyado todos los presupuestos autonómicos y sostiene al PP en la mayoría de los ayuntamientos de la Región. Lejos de conspirar contra el Gobierno, la extrema derecha se ha convertido en su socio estable, tanto en la administración regional como en los municipios.
Hablar de “pinza”, por tanto, no responde a la realidad institucional, sino a una necesidad política: el PP necesita un enemigo para cohesionar a su electorado y justificar su cerrazón.
La estrategia es clara. Cada vez que Vox marca distancia en algún punto o que el PSRM-PSOE plantea críticas razonadas, el PP responde con la teoría de la conspiración: todos contra nosotros.
Es el viejo recurso del victimismo conservador, que permite presentarse como perjudicado de una supuesta alianza imposible entre la izquierda y la extrema derecha, mientras se invisibilizan las propias contradicciones internas del Gobierno murciano.
Frente a esa actitud defensiva, la izquierda ha demostrado una voluntad real de diálogo. El PSOE regional ha ofrecido acuerdos en cuestiones esenciales como el agua, la sanidad pública, la regeneración democrática y la protección del Mar Menor.
Todas esas propuestas han sido rechazadas sistemáticamente por López Miras, no por inviables, sino porque aceptar el diálogo supondría reconocer que la Región necesita consenso, no sumisión.
En Murcia, tender la mano parece un gesto revolucionario cuando el poder se ejerce desde la soberbia.
El auténtico bloqueo no proviene de una “pinza” ficticia, sino de la alianza real entre PP y Vox, que mantiene a la Región atrapada en un modelo agotado: conservador, inmovilista y desconectado de los problemas sociales.
Murcia sigue a la cola en servicios públicos y transparencia institucional, mientras sus dirigentes dedican más energía a inventar enemigos que a resolver los desafíos del presente.
En el fondo, la “pinza” es un eslogan: una forma de disfrazar el aislamiento del PP, de negar su incapacidad para pactar más allá de la derecha y de esconder que la pluralidad democrática no es una amenaza, sino una oportunidad.
La verdadera pinza no une a Vox y al PSOE. La verdadera pinza es la del miedo y la del silencio, esa que el PP aplica cada vez que se le pide diálogo, rendición de cuentas o humildad política.