Patxi Zabaleta: “Aralar fue decisivo en el debate del fin de la violencia armada en la izquierda abertzale”
El histórico político navarro Patxi Zabaleta (Leitza, Navarra, 1942) recibe a este periódico en su despacho, situado en el centro de Pamplona. Todavía acude a él a menudo pese a contar 77 años. “Los abogados somos como los sacerdotes, nunca nos jubilamos”, bromea. La excusa para la entrevista es el cuarenta aniversario de las primeras elecciones al Parlamento foral, efeméride que se celebró la semana pasada en Pamplona. Lo que iba a ser una entrevista ordinaria ha terminado derivando en una conversación de dos horas sobre la dilatada trayectoria política de Zabaleta y su papel en el Legislativo navarro. Zabaleta arranca la charla recordando la historia del escudo de Navarra. “Soy historiador aficionado”, justifica.
Zabaleta, que estuvo en el Parlamento de Navarra 24 años, comenzó su andadura política en el Ayuntamiento de Pamplona en 1979 dentro de la lista de Herri Batasuna (HB). “Nos tuvimos que presentar como plataformas populares y recogiendo firmas porque éramos ilegales. No conseguimos la legalización hasta el 86 a través de un pleito en el Supremo que se ganó”, rememora.
Fue una legislatura “complicada” porque –argumenta– estaba todo por hacer después de 40 años de dictadura. Recuerda como principal logro “recuperar los Sanfermines”, suspendidos desde el 78 cuando, tras el despliegue de una pancarta en favor de la amnistía, la Policía Armada intervino dejando más de 150 heridos y un estudiante muerto. “Los Sanfermines tienen una importancia simbólica, cultural y económica muy trascendental para Navarra y fue una gran responsabilidad recuperarlos”, asevera.
Desde el Ayuntamiento de Pamplona le tocó ver cómo sus compañeros del Parlamento foral negociaban la Lorafna –el Estatuto navarro–, que recuerda como un “fraude”. “Por vergüenza democrática no fue sometida a referéndum”, critica Zabaleta, que añade que “fue una mala copia de otros Estatutos que ya habían entrado en vigor en cuanto a su contenido”.
No fue hasta 1987 cuando Patxi Zabaleta entró en el Parlamento de Navarra. Lo hizo también con Herri Batasuna, partido en el que estuvo hasta 1994. “En Herri Batasuna siempre hubo un debate sobre la lucha armada y Aralar fue una expresión de ese debate”, apunta sobre su desmarque. Así nació este nuevo partido político que primero fue una corriente dentro de Herri Batasuna. Zabaleta fue parte del equipo fundador y años más tarde sería nombrado presidente de honor antes de su disolución ya dentro de la coalición EH Bildu. En medio, en Navarra formó parte de Nafarroa Bai.
Zabaleta atribuye a Aralar parte del mérito “del fin de la lucha desde el punto ideológico” por haber sembrado ese debate primero dentro de Herri Batasuna y después como partido independiente, pero “dentro de la izquierda abertzale”. “Nosotros teorizamos la necesidad de que se dieran pasos unilaterales y de que la pacificación se efectuase sin contraprestación política. La revolución del discurso que se produjo después la empezó Aralar y por eso hemos sido ideológicamente vencedores”, explica.
Patxi Zabaleta estuvo en la oposición en los 24 años que estuvo en el Parlamento foral. Como él dice, “nunca se ha sentado en los sillones rojos”. Pero sin estar en el Gobierno, estando sentado en los sillones negros, su papel en el Legislativo es recordado por muchos. “En la oposición quizá no se recogen frutos, pero se siembra más y muchas veces se es más efectivo”, recalca. Ahora, ya retirado de la primera línea política, echa la vista atrás a esos años en los que a su despacho “nunca entró alguien del banco, pero sí políticos de la derecha” con los que asegura que llegó a entablar buena amistad.