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“¿Cuándo está bien tocar y cuándo no?” y otras preguntas sobre sexo que responder con tus hijos

¿Qué quieren hacer con la escuela concertada los partidos políticos?

Marta Borraz

“Hay un vacío y, si no lo llenamos en casa y en las escuelas, se va a llenar sí o sí”. Con estas palabras describe Paloma Calle, madre de un niño de ocho y otro de cuatro años, la relación que existe entre la infancia y adolescencia con el sexo. Para evitar que ese vacío se llene de contenido reduccionista y perjudicial, la editorial Bellaterra acaba de traducir al español Sexo es una palabra divertida, dirigido a menores de entre siete y diez años. El libro, publicado ahora hace cuatro años por Cory Silverberg y Fiona Smyth, aborda la cuestión de una forma diferente a la habitual: en vez de ofrecer respuestas, hace preguntas.

“¿Cuándo está bien tocar y cuándo no?”, “¿Alguien te ha llamado alguna vez sexy?”, “¿Qué cosas te gustan de ti?”, “¿En alguna ocasión has escuchado la palabra sexo y no has entendido lo que significaba?”. A través de este tipo de interrogantes al final de cada capítulo, el libro, traducido por Javier Sáez, introduce asuntos relacionados con la sexualidad que, por regla general, los niños y niñas no suelen escuchar. Y es que la ausencia de educación sexual en la infancia y la adolescencia, tanto en la escuela como en los hogares, sigue penalizando su desarrollo y el sistema educativo sigue sin incorporarla de forma transversal.

El consenso está ampliamente extendido entre los y las expertas en la materia: hablar de sexualidad a los menores es necesario y lo que hay en este momento en las aulas es deficiente y depende de la voluntad del profesorado y las direcciones de los centros. El temor a abordar estos temas, la vergüenza, la falta de herramientas y la creencia de que muchos menores no tienen edad para hablar de ello abona la sensación de que es algo que no debe ser mencionado y configura modelos sexuales únicamente alimentados por la pornografía, que se acaba convirtiendo en único referente ante la falta de otros. Sin embargo, desde pequeños ya es posible aproximarse a algunas cuestiones sin hacer referencia explícitamente a las prácticas sexuales.

Sexo es una palabra divertida, de hecho, no menciona casi nada al respecto, lo único más explícito es la parte de abuso sexual y de masturbación”, cuenta Paloma, que coordina el colectivo Familias HD (Heterodisidentes). “Yo creo que desde que son peques podemos dialogar con ellos de confianza, de consentimiento, de roles de género, de placer, de buen trato o de autonocimiento, entre otras cosas”. De eso trata Sexo es una palabra divertida y eso es también la sexualidad, aunque cuando hablamos del tema solemos pensar únicamente en prácticas sexuales.

Sin estereotipos

Así, a través de las historias de Mika, Zai, Mimi y Omar, que protagonizan el libro, los menores –y sus familias– desgranarán los distintos apartados que lo componen, entre ellos, qué es el sexo, qué se puede aprender sobre los cuerpos, cómo hablar de sexo, qué significa tocar algo o a alguien o por qué hay chicos o chicas. Este, de hecho, es uno de los puntos fuertes del contenido, puesto que va más allá del binarismo hombre-mujer, explica que puede haber otro tipo de identidades y desmonta los roles de género asociados a cada una. “Hay más de dos tipos de cuerpos, pero llaman a la criatura recién nacida niño o niña basándose en lo que ven. Esto parece el final de la historia, pero en realidad es solo el principio”, esgrime.

“No es un manual, es más bien la historia de cuatro niños y niñas que van contando cosas a través de sus vivencias. Es una oportunidad para tener conversaciones que de otra manera pueden ser más difíciles porque la infancia está normalmente excluida de la conversación sobre sexualidad y solemos dirigirnos a las criaturas con eufemismos”, señala Lucas Platero, sociólogo y editor del libro. En este sentido, prosigue, son fundamentales este tipo de herramientas porque los adultos “no tenemos suficiente preparación como profesionales y como familias porque precisamente no hemos recibido esta formación”.

Esta ausencia de educación sexual confronta con lo que indica el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que pone sobre la mesa su importancia y remarca su papel como algo “esencial en la salud y el bienestar de los niños y jóvenes”. Así, define la educación sexual como aquella que incluye información científica sobre desarrollo humano, anatomía, salud reproductiva, anticoncepción, parto y enfermedades de transmisión sexual (ETS), pero no solo. También apunta a que debe abarcar el “análisis de la vida familiar y las relaciones, la cultura, los roles de género y derechos humanos como la igualdad de género”.

Más allá de la reproducción heterosexual

En este sentido, el Gobierno inició los trabajos para incorporar estos contenidos de forma transversal en las aulas, pero el adelanto electoral y la falta de consenso dejó en el tintero el proyecto de ley educativa de Pedro Sánchez, que tampoco tiene muchas más facilidades de salir adelante en esta nueva legislatura.

“Esta educación no existe en los colegios. Y cuando existe, está muy enfocada a la reproducción y únicamente la heterosexual”, cuenta Paloma, que hace unas semanas llevó el libro a la Asamblea de Familias del centro escolar al que va su hijo de ocho años, en Madrid. “El colegio ha aprobado la compra de una remesa, al menos para que haya uno en cada clase. Es fundamental dar difusión a este tipo de herramientas porque muchas veces en las familias nos encontramos con el obstáculo de que queremos entrar al trapo y hablar del tema y no sabemos cómo”.

Además de la falta de instrumentos, Platero también nombra aquellas familias a las que les produce “incomodidad” hablar de estos temas con sus hijos o las que “no quieren que nadie les hable sobre sexualidad, solo ellos”. “Al final lo que es un error es no abordar la sexualidad como un conocimiento cualquiera porque entonces se sitúa la sexualidad en el lugar de las cosas que solo aprendemos a través del chascarrillo, en consultas por Internet o solo a través de la experiencia vivida”. Este vacío, de hecho, comienza a llenarse muy pronto y la clave está en qué tipo de contenido lo llena. “La sexualidad es mucho más que todo eso. Si no hablamos con ellos de sexualidad, ¿dónde o cómo van a satisfacer la curiosidad?”.

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