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El Hematocrítico: “Tiene que haber espacios para el humor y la risa en el colegio”

Miguel Ángel López, más conocido como El Hematocrítico, en una actividad organizada por Fundación Teléfonica.

Felipe G. Gil

  • Charlamos con Miguel Ángel López, más conocido en la red como @hematocrítico, por su recién publicado Cuadernito de escritura creativa (con ilustraciones de Olga Capdevilla y publicado por Blackie Books)
  • Este humorista, conocido por sus análisis de Lo Tróspido sobre la Tele o por sus experimentos en red, es además maestro en A Coruña y autor de literatura infantil.

Muchas niñas y niños siguen viendo el colegio como un lugar donde, paradójicamente, cuesta aprender. Y en muchos sentidos, y a pesar de los esfuerzos de parte del profesorado, lo es. Los deberes y los exámenes, que siguen estando en el centro de la configuración del currículo educativo, suponen según el informe PISA de 2015 publicado por el Ministerio de Educación “una fuente de ansiedad más que una motivación para aprender habilidades útiles”. El 74% de los estudiantes encuestados en España dice que con frecuencia les preocupa si el examen será difícil, al 66% le preocupa sacar malas notas y el 67% dice sentirse muy nervioso ante un examen incluso cuando se sienten bien preparados para ello.

En este contexto es normal que el colegio y la institución educativa en general sean percibidos como algo serio. “La gente tiende a pensar que el colegio es un lugar sagrado, donde se hacen cosas serias e importantes. Y efectivamente es así, pero, ¿por qué los niños no puede aprender a multiplicar divirtiéndose mucho a través de juegos y concursos? Yo lo he probado y funciona”. Lo afirma Miguel Ángel López, más conocido en redes como El Hematocrítico, quién acaba de publicar un librito que promete servir de ayuda para aquellas personas que quieran abordar la inclusión del humor y la escritura creativa en el aula.

El cuadernito de escritura divertida es un manual práctico de cómo fomentar la escritura creativa. En él se encuentran ejercicios como dibujar y describir a los peores superhéroes que jamás hayas visto, redactar una entrevista como un fantasma, listar los ocho puntos cruciales de tu programa electoral si ganas las elecciones o la inserción de títulos en la biblioteca del mayor coleccionista de libros extraños del mundo (entre los que ya se encuentran Historia mundial de las ensaladas o el Manual de Charcos).

“Cuadernito es una obra muy importante en mi carrera porque se unen mis tres facetas: mi faceta de profesor, mi faceta de autor de literatura infantil y mi faceta de humorista. Yo como humorista hago El Hematocrítico del arte o comento cosas de la tele. En literatura infantil he publicado Feliz feroz (Anaya, 2015) o Agente Ricitos (Anaya, 2016). Pero este libro es para mí el equilibrio perfecto porque es educativo, es divertido y está dirigido a los niños. Es de las obras de las que estoy más orgulloso”, comenta López. Pero a pesar de que mucha gente lo conoce como El Hematocrítico por sus innumerables blogs y proyectos online, lo cierto es que no es un outsider de la educación.

Este humorista y escritor es desde hace años profesor de primaria en un colegio de A Coruña y el origen de El Cuadernito de escritura divertida viene precisamente de sus experimentos como profesor. “En el año 2010 fui profesor y tutor en tercero de primaria. Ahí desarrollé unos cuadernos de actividades de escritura divertida con los que trabajaba con los alumnos que terminaban las actividades antes y tenían más tiempo para hacer otras cosas. Esos cuadernos los conservé durante muchos años y años más tarde Blackie Books se interesó por ellos”.

Blackie Books es una pequeña editorial con sede en Barcelona que en su declaración de intenciones sobre “13 cosas que tampoco son muy importantes” afirma que lo que les mueve es “el afán de compartir”, que para ellos “lo nuevo no es solo lo que se acaba de hacer sino lo que acabamos de descubrir” y que sobre todo “quieren vivir y no ser vividos”. Para López, su intervención fue clave: “Estoy muy agradecido a Blackie Books, porque son gente que te cuida, que te escucha, que se preocupa por ti y sobre todo, que adora los libros. Además, ellos suelen trabajar con la ilustradora del libro, Olga Capdevilla, que además de tener un papel clave en toda la parte visual, es muy divertida”.

Divertirse para aprender

Lo que resulta inevitable plantearse, volviendo al informe PISA y a la percepción generalizada que se tiene del colegio es, ¿puede incluirse la risa y el humor en el colegio? ¿Cómo hacerlo? “La gente que trata con reverencia al colegio se sorprende cuando introduces elementos jocosos o graciosos. ¿Por qué si tienes que escribir una redacción no puede ser algo de humor o algo divertido? Si eso les estimula, les aviva la imaginación, les despierta, les espabila, les pone tener que hacer algo fuera de lo normal... A los niños les gusta reírse con lo que ponen sus compañeros y con lo que ponen ellos. Y eso funciona”.

Tal y como reclaman autoras como María Acaso, urge devolver el placer a las aulas y que las niñas y los niños recuperen la pasión por el conocimiento. Miguel Ángel tiene claro que somos los adultos los que debemos desaprender: “Los niños son creativos por naturaleza. Su herramienta principal es el juego. Es lo que utilizan de manera natural para enfrentarse a todo. Somos nosotros, la escuela, los padres y los adultos los que intentan encontrar una estructura sistematizándoles las tareas. Pero podemos utilizar la tendencia de los niños para jugar y divertirse para convertir el proceso de aprendizaje en algo más agradable, para ellos y para todos. Nosotros podemos aprender muchísimo de los niños en cómo se enfrentan a la vida y a los procesos de aprendizaje”.

Para que esto suceda, y al margen de las evidentes penurias a las que se enfrenta a diario el profesorado por falta de recursos para poder actualizar la propuesta educativa a formatos más contemporáneas, Miguel Ángel tiene claro que, además, necesitamos profesores que se pongan las pilas con la comunicación de hoy. “Lo que se necesitan son profesores que estén formados en Internet y que sepan lo que hacen, que sepan cómo utilizar todos los recursos de los que disponen, que se preocupen por lo que le gusta a los niños, las redes sociales, el insta... En definitiva, para hacer cosas que les motiven. Y desde luego tiene que haber espacios para el humor y la risa en el cole”.

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