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ENTREVISTA EXPERTA EN LACTANCIA NEGRA

Kimberley Seals: “Hay factores históricos y culturales que hacen que amamantar sea más difícil para las mujeres negras”

Kimberley Seals.

Lucía M. Quiroga

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Kimberley Seals es una de las mayores expertas en maternidad a nivel internacional, en concreto en su intersección con otros ejes como la raza, la clase y la política. Es periodista, escritora, conferenciante internacional y activista por los derechos de la salud materno-infantil. Cofundó la Black Breastfeeding Week, una semana de reivindicación anual por la visibilidad de las mujeres negras que amamantan. Su activismo y su divulgación se centran en las complejidades raciales y socioculturales del nacimiento, la lactancia y la maternidad, algo en lo que profundiza en su libro The Big Letdown. También fundó la app Irth, una aplicación que recoge reseñas sobre parto, posparto y cuidados pediátricos para familias racializadas. En España, ha participado recientemente como ponente en el I Congreso LactApp Medical sobre lactancia materna.

Su trabajo se centra en la maternidad y su intersección con raza, clase y política. ¿Cómo interactúan estos elementos?

La maternidad nunca sucede en el vacío. La experiencia está atravesada por todo tipo de factores, incluidos los permisos de maternidad del lugar donde una vive, sus ingresos, cómo su raza o etnia afectan a la calidad de la atención que recibe y qué tipos de servicios están disponibles en cada lugar. Cada experiencia maternal está formada por factores externos, por eso cuando podamos partir desde la igualdad de condiciones, todas podremos vivir la experiencia mejor.

¿Encuentra diferente el hecho de amamantar para una madre negra?

El acto de amamantar es el mismo para todas, pero la experiencia de amamantar puede ser muy diferente para las mujeres afroamericanas. La historia de la esclavitud en Estados Unidos hizo que a las mujeres negras se les impidiese amamantar libremente a sus propios hijos. Debido al racismo económico, las mujeres negras trabajan mucho más fuera de casa, lo que limita su capacidad de amamantar durante más tiempo. Las mujeres negras tienen menos probabilidades de tener apoyo multigeneracional; además, muchos grupos de apoyo a la lactancia materna han evitado a las comunidades negras. Hay una serie de factores históricos y culturales, así como diferencias en el apoyo recibido, que han hecho que la experiencia de amamantar sea más difícil para las mujeres afroamericanas.

Usted fundó la Semana de la Lactancia Negra, una semana de reivindicación anual por la visibilidad de las mujeres negras que amamantan. ¿Cree que es importante la visibilización de esta realidad?

La Semana de la Lactancia Negra es importante porque crea conciencia sobre las formas en las que las mujeres negras de Estados Unidos están reclamando la lactancia materna como una tradición y una cultura. Celebra la lactancia materna en la comunidad negra y permite que nuestra comunidad vea lo que está sucediendo.

Reclama que las madres tengan apoyo social, cultural y político tras el nacimiento de sus bebés. ¿Por qué?

Esta es la parte más crítica de la lactancia materna: sin apoyo es casi imposible hacerlo. En Estados Unidos no tenemos una cultura de la lactancia materna. No tenemos un programa federal de permisos de maternidad pagados, lo que impide que las mujeres puedan amamantar por decisión propia. Aquí una de cada cuatro mujeres regresa al trabajo a los 14 días del parto, lo que hace que sea casi imposible establecer o mantener adecuadamente la lactancia materna.

Y las presiones que reciben las madres sobre la forma de alimentar a los bebés, ¿también son diferentes?

Ninguna madre merece recibir críticas por sus decisiones sobre la alimentación infantil. Cada madre está haciendo lo mejor que puede por su bebé. Ha habido algunas personas en el movimiento por la lactancia materna que han tratado de crear espacios excluyentes. Pero necesitamos una aproximación amplia sobre las múltiples formas en las que ocurre la alimentación con leche humana, incluyendo por ejemplo la alimentación con sacaleches, para que podamos construir un movimiento amplio de madres en torno a un objetivo común que mejore la salud materna e infantil.

En su libro, The Big Letdown, desvincula la lactancia materna del ámbito de la “elección personal” y habla de todo un sistema que la favorece o la dificulta. ¿Cómo funciona ese sistema?

El sistema comenzó a funcionar hace décadas, cuando se empezó a comercializar la leche materna y sus sucedáneos o imitaciones. Lo que las mujeres hacemos de manera única se convirtió en un gran negocio. Los intereses comerciales empujaron hacia un modelo en el que se limitó o incluso se eliminó la lactancia materna para que las madres recurrieran a la artificial. El negocio de la leche de fórmula, una industria que mueve millones de dólares, solo puede crecer cuando falla la lactancia materna. Eso dio lugar a un sistema donde las marcas pagaban a los hospitales para comercializar su fórmula, los fabricantes pagan a los proveedores para dispensar productos, etc.

¿Cree que este sistema ha cambiado con los años?

Todavía no tenemos un permiso de maternidad pagado a nivel federal, y la industria multimillonaria de la fórmula continúa creciendo año tras año. Así que no, el sistema no ha cambiado. Afortunadamente, las madres y los padres están aprendiendo más por sí mismos, creando apoyo en las redes sociales y plataformas virtuales y ayudándose más unos a otros. Esa es una buena cosa.

Usted fundó 'Irth', una aplicación donde las madres negras comparten experiencias de maternidad. ¿Es interesante leer historias reales en primera persona?

Es importante que las mujeres negras sepan que no están solas, que sus experiencias son compartidas, y que recurran a su comunidad para leer otras historias reales. Porque idealizar la maternidad y la lactancia es muy peligroso. Cuando tu experiencia de maternidad no coincide con la de las revistas, piensas que estás fallando tú en algo, cuando lo que es irreal es lo que sale en las revistas. Afortunadamente, cada vez más, las mujeres estamos compartiendo en redes sociales nuestras historias reales de partos, nuestros cuerpos reales, nuestros pechos reales. Solo así podemos normalizar la verdadera experiencia de la maternidad y crear expectativas más razonables.

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