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En cerebro, un aprobado raspado

El investigador Rafael Yuste.

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Solo hay una cosa conocida que intenta explicarse a sí misma: el cerebro humano. Pero no le está siendo nada fácil, a pesar de dedicar a ello cada vez más recursos. De hecho, hay en marcha dos grandes proyectos mil millonarios alrededor del cerebro. Uno es el proyecto europeo “Human Brain Proyect” y el otro la iniciativa estadounidense BRAIN (cerebro en español), acrónimo en inglés de: Investigación del cerebro a través del avance de las neurotecnologías innovativas. Su promotor y director durante años, ha sido el neurobiólogo español Rafael Yuste, profesor e investigador en la universidad neoyorquina de Columbia. 

La iniciativa BRAIN fue anunciada por Barack Obama el 2 de abril de 2013. Nació con el objetivo de construir un mapa detallado de la actividad de cada neurona del cerebro humano. De un hipotético cerebro humano, deberíamos decir, ya que no hay dos iguales. Ni siquiera su cerebro es exactamente igual ahora que cuando comenzó a leer este artículo. Con los cerebros pasa igual que con los ríos, que nunca los verás iguales que solo unos segundos antes. 

Casi una década después de su arranque, ambos proyectos han aportado grandes logros en el conocimiento del cerebro e inspirado avances en el ámbito de la computación. Sin embargo, a escasos dos años de cumplir una década de vida, el plazo previsto inicialmente para su finalización, los resultados están lejos de cumplir los objetivos previstos y mucho más de desentrañar la mayor parte de los secretos de nuestra máquina de pensar. 

Yuste afirmó en 2015 que en una escala del 1 al 10, el conocimiento existente entonces sobre el cerebro podría cifrarse entre un 3 y un 4, y que se daría por satisfecho si la iniciativa BRAIN consiguiese explicar qué es un pensamiento. En junio pasado le pregunté si habíamos avanzado desde entonces y en qué medida, y me respondió que nos estamos acercando al 5. O sea, un aprobado. Eso sí, por los pelos y de esos que a veces se consiguen rascando unas décimas de aquí y de allá, pero sin que ninguna de las preguntas más importantes haya sido bien resuelta, así que quien califica se queda con esa amarga sensación de que el estudiante está todavía verde. 

Sobre el pensamiento, Yuste dijo que ya hay alguna idea de en qué se sustancia. Desentrañar la esencia de lo que es un pensamiento sigue siendo un reto fundamental, gigante, pero la base física, afirmó, podría estar en un grupo de neuronas que se mantienen realimentándose entre sí. Es decir, activándose unas a otras. 

Pensamiento y memoria son indisolubles. Santiago Ramón y Cajal postuló que el sustrato de la memoria podía estar en las modificaciones de la conectividad sináptica entre neuronas. Décadas después, en 1945, Donald Hebb lo estableció formalmente, y lo hizo basándose precisamente en los “circuitos reverberantes” planteados en los años treinta por otro español, Lorente de Nó. Según este, ciertos conjuntos de neuronas pueden reproducir patrones de actividad neuronal que surgen de nuestra experiencia, y hacerlo a partir de estímulos asociados a información relacionada con aquello que dio lugar a un recuerdo, pudiendo incluso evocarse este en ausencia de estímulos externos. 

Rafael Lorente de Nó nació en Zaragoza en 1902. Trabajó inicialmente en el laboratorio de Cajal en Madrid, pero después realizó un periplo por distintos países europeos, hasta llegar a EE. UU. de la mano de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE). La JAE, creada en 1907 y presidida por el propio Cajal hasta su muerte, en 1934, fue una institución que hizo una excepcional labor por la ciencia española en el primer tercio del siglo pasado, aunque no pocas veces ayudando a irse al extranjero a nuestros investigadores más prometedores. Fuera contaban con los medios para investigar que aquí no había. ¿Les suena de algo? 

En cuanto a Cajal, la referencia histórica indiscutible de la neurociencia mundial, no fue simplemente un oasis en el desierto, sino el paraíso entero. España no ha parido más como él. No puede ser de otro modo, siendo el nuestro un país que apoya mucho a sus Quijotes, incluso cuando defienden con ardor causas intrascendentes o trasnochadas, pero poco a sus Cajales. 

La Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial contempla la creación de centros nacionales de desarrollo tecnológico multidisciplinar, poniendo el foco en las neurotecnologías. Ojalá que en este y otros ámbitos seamos capaces de dar a nuestros mejores científicos lo necesario para no tener que marchar y entregar a otros los frutos que hubiesen podido madurar aquí. 

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