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Metamorfosis en la dirección de las grandes compañías

Valores del Ibex 35 en la bolsa de Madrid (España), a 10 de noviembre de 2020

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Al inicio de nuestra era, el poeta latino Ovidio escribió los 15 libros de Las Metamorfosis, donde, siguiendo la estela griega de Hesíodo, daba cuenta de los cambios principales que había experimentado la Humanidad, que el cifraba en cuatro edades. A cada edad correspondía un elenco singular de divinidades y héroes, que no cesaban tampoco de transformarse. 

Como nuestra era se escapa a Ovidio, quizá por eso padece escasez tanto de divinidades como de héroes. Uno de los sucedáneos actuales de ambos emerge en las cúpulas de las grandes empresas globales, cual titanes y titánides (femenino) con el nombre de CEO, Chief Executive Officer, o Consejero Delegado en España. Otra fuente, aunque aún más lánguida, de semidioses en mudanza apunta al mundo de la política.

La incidencia pandémica de la COVID-19 ha empujado transformaciones inexorables en la identidad de los máximos responsables corporativos. La firma Heidrick & Struggles acaba de publicar un informe sobre los CEO de las más de mil empresas que configuran los principales índices bursátiles de las 22 mayores economías del mundo, que van desde el ASX 100 australiano hasta el Fortune 100 de Estados Unidos, pasando por el IBEX 35 doméstico, el DAX alemán o el SSE 100 chino. Con una documentada base empírica aborda el impacto de los primeros seis meses de la pandemia en los criterios de selección utilizados para cubrir esa posición de vértice. El virus indomable ha empujado a la cima corporativa a CEO que ya lo eran antes en otras empresas y que sumaban en su haber historias contrastadas de éxito en entornos de crisis de supervivencia: nadie quiere sumar más riesgos a los ya procedentes de nuestra realidad sumamente volátil, incierta,  cambiante y ambigua (VUCA).

Otro hecho que llama la atención es que se han contratado como CEO de esas empresas a la mitad de las mujeres que durante los mismos seis meses en el 2019, pasando del 12% al 6%, que ya son números significativos por reducidos. El comentario de esta nueva realidad merece un artículo de por sí; baste por ahora con apuntar que las cosas no han cambiado tanto, ni que las medidas esgrimidas hasta la fecha muerdan, a veces con rabia contraproducente, más allá de la superficie: ¿Por qué? ¿Un virus que desata el machismo irredento?

Las contrataciones de candidatos externos superan ampliamente a las promociones internas, quizá porque la experiencia previa como máximo responsable en otra empresa despunta como una prioridad. Asimismo, el abanico de rutas para acceder a la máxima responsabilidad empresarial se ha abierto ampliamente, premiando la versatilidad de los candidatos. 

Los máximos responsables se encuentran en la cuerda floja sobre el abismo, que por un lado pende de la supervivencia inmediata, atada al corto plazo; en el otro extremo se tensa por un futuro que estira el afán de crecer sostenidamente. 

Cuando los problemas se agolpan y las soluciones no llegan resurge la importancia de que las empresas como las personas recuperen el norte; entonces redescubrimos que el propósito y los valores que lo envuelven no tienen sustituto válido para apuntalar la estabilidad institucional y la motivación personal. Contestar con acciones a la pregunta perenne '¿por qué?' pasa de un imperativo filosófico a un deber vital, pues denota la maravillosa fuerza centrípeta que contrarresta las vectores centrífugos que amenazan con desintegrarnos.

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