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Renovables que beneficien a todos y no a los de siempre

Vista aérea de un megaparque fotovoltaico.

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Un estudio reciente del Observatorio de Sostenibilidad (OS) para la Alianza Energía y Territorio (Aliente) señala que es posible situar hasta diez veces la producción fotovoltaica del plan nacional integrado de Energía y Clima (PNIEC) con un mínimo impacto ambiental situándolos en zonas ya artificiales.

Las placas se distribuirían en un 50% aproximadamente sobre suelos ya construidos e industriales y el resto en zonas muy antropizadas y de escaso valor ambiental: minas de carbón, vertederos, escombreras, en zonas de invernaderos ya consolidados como los de Almería, donde podrían instalarse hasta 45 gigavatios (GW), zonas mineras con sus 42 GW, infraestructuras viarias, autovías, autopistas, carreteras y vías de ferrocarril, que podrían contribuir con otros 15 GW (y que podrían pagar parte de su mantenimiento), cubrimiento de canales con 8,5 GW (que además podrían ayudar a la disminución de la evaporación) y los vertederos y escombreras, que podrían contribuir hasta con 3,5GW.

Además, se podrían añadir fachadas y las grandes extensiones de embalses, que previos estudios de impacto detallados, podrían aumentar estas capacidades de producción y reducir de una forma sustancial la evaporación. En la tabla adjunta se resumen estos datos.



Los cálculos de estas producciones se han realizado de una forma muy conservadora, por lo que podría considerarse que la generación de energía sería mucho mayor. Se han dejado fuera del cómputo para el caso de zonas mineras, vertederos y escombreras todas las zonas de la Red Natura, zonas importantes para las aves, para los mamíferos y el total de Reservas de la Biosfera.

Es decir, se ha tenido muy en cuenta la biodiversidad. Los ratios de producción también han sido muy conservadores. Por ejemplo, el CIEMAT ha establecido una producción solar en tejados de unos 300 GW (en el informe del OS se cifran en unos 155 GW). Para el resto de parámetros se han utilizado variables tales como disponibilidad de suelos, recortando con cientos de imágenes y contrastándolo con los datos procedentes del SIOSE, y con iniciativas ya en marcha como el Canal de Navarra; iniciativas como las de ADIF para el caso de vías férreas, donde ya habla de 35 GW, o de carreteras, como hacen otros países como Alemania.

Pero el caso más sencillo y paradigmático y donde se puede implementar ya de una forma masiva reside en las zonas mineras. Podemos ver los casos de minas de lignito en Alemania o de China. En España, en la zona de Andorra, en Teruel, ya se está implementando. En estas zonas y con un mínimo impacto se puede producir energía fotovoltaica de una forma intensiva y extraordinariamente factible. La localización de estas superficies, por supuesto, no eximiría de estudios de impacto ambiental más detallados.

Pero es muy importante el caso de la producción de energía en tejados residenciales, zonas comerciales, zonas industriales, polideportivos, colegios, cubiertas de administraciones públicas, estaciones de tren, autobuses, campos de futbol, parkings, etc.

Estos tejados se pueden aprovechar por pequeñas y medianas empresas, por ciudadanos, por comunidades energéticas. Y aquí, la energía llega directamente a la gente, haciendo partícipe a una parte importante de la población en la producción y la gestión de la energía, fomentando el autoconsumo y la energía distribuida.

Es posible, casi por primera vez en la historia, que esta revolución tecnológica revierta directamente en la mayoría de los ciudadanos, y no como hasta ahora solo en unas cuantas compañías. Aquí también vemos que otros países nos llevan mucha ventaja. Por ejemplo, China acaba de poner en producción 27 GW en tejados solares. En 2021 y de cara a 2023, se espera que muchos municipios hayan instalado paneles en el 50% de la superficie disponible en edificios gubernamentales, 40% en escuelas y hospitales, 30% en edificios industriales y 20% en hogares rurales.

Alemania ya tiene 2 millones de tejados solares, el Reino Unido, 800.000, Italia 600.000, Australia ya se acerca a los 3 millones de viviendas con paneles solares. O California, que en 2019, ya superó el primer millón de tejados solares. Y aquí, en el “país del sol”, vamos con continuas demoras, con balances negativos para el productor, y burocracias rancias y legislaciones obsoletas. Solamente se alcanzan alrededor de 200.000, pero que ya pueden suponer unos nada despreciables 5,2 GW.

Por tanto, es urgente fomentar estas instalaciones de una forma masiva y disruptiva, con una reducción de costes mediante compras al por mayor de las autoridades locales, con ayudas directas de la Administración (¿con fondos procedentes de Europa?), instalando en todos los tejados y superficies urbanas disponibles posibles.

Estas instalaciones de energía solar, además, tendrían beneficios en la generación de empleo, sobre todo pequeñas y medianas empresas, bajaría el precio de la luz para los consumidores, fomentaría soluciones de I+D, disminuirían las emisiones de CO2 y la dependencia energética.

El PNIEC señala 39 GW fotovoltaicos para el 2030, cuando ya existen unos 17 GW. Es decir, faltarían unos 22 GW hasta el 2030. En este informe se proponen soluciones para estos 22 GW de forma que se puedan escoger entre las soluciones ofrecidas de menor impacto ambiental, máximo beneficio para la sociedad y menor coste económico.

El desarrollo en los últimos años de las energías renovables, en general, ha tenido un fuerte impacto en paisajes, en la biodiversidad y en cientos de comunidades en las que ha generado un importante rechazo hacia estas tecnologías, a pesar de que son claves para la descarbonización de la economía y para poder llegar al cada vez más lejano objetivo de no alcanzar los 1,5º C, con los resultados que ya sabemos.

Por otra parte, se ha comprobado que algunas comunidades autónomas están llevando el peso de toda la transición energética. Curiosamente, en muchos casos las mismas que antes tenían las centrales más contaminantes. Catalunya, País Vasco o Madrid deberían de empezar a asumir su corresponsabilidad respecto al consumo de electricidad. Finalmente, hay que recordar que un mayor desarrollo de fotovoltaica permitirá que los proyectos eólicos más cuestionados por la sociedad y los de mayor impacto ambiental y sobre la biodiversidad sean revisados.

Este informe se puede resumir con el hashtag #renovablesasiSI, intentando paliar conflictos que seguramente nunca se debían haber producido de instalación de renovables contra el criterio de la gente y el enorme trabajo de comunidad a comunidad de Aliente. Y refleja una fórmula ganadora donde toda la sociedad se beneficia: los ciudadanos, participando de esta revolución solar mediante comunidades energéticas o en sus propios tejados; los ecosistemas, los paisajes y la biodiversidad; y las zonas agrarias y forestales donde el impacto no se daría.

¿Por qué nos empeñamos en seguir ocupando zonas agrarias o forestales o de interés para al conservación cuando hay alternativas? Los datos son inapelables e inaplazables. Iniciemos el camino de las renovables sostenibles. Ganaremos todos. 

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