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¿A quién apoya Twitter: a los misóginos o a las mujeres en la vida pública?

Movilización feminista en Santander durante la jornada de huelga del 8M. | JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

Suzanne Moore

A medida que aumentan las violaciones y los asesinatos, las redes sociales deben hacer más. Si no, preguntadle a Jess Phillips.

Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Este proverbio del siglo XXI también refleja nuestra actitud indiferente hacia las redes sociales. Para aquellas personas a quienes les importa lo que pasa en Twitter (se calcula que en el Reino Unido hay unos 14 millones de usuarios), que muestran su pedicura en Instagram o que exhiben sus vacaciones en Facebook, la réplica es: “Nada de esto es real, así que la gente debería calmarse y hacer algo significativo”. ¿Jardinería? ¿Leer novelas? ¿Hablar con los miembros de su familia? No tengo ni idea.  

Aunque Carole Cadwalladr ha revelado la enorme oscuridad que oculta Facebook, la plataforma más tóxica y abiertamente política de todas es Twitter. Se habla mucho de cómo nuestras discusiones se han polarizado cada vez más desde el Brexit. Y es en Twitter donde esto se ve más claramente, cuando se expresa el antisemitismo o quedan en evidencia los conflictos internos del laborismo. Pero la mayor “polarización” es que, para algunos, el odio hacia las mujeres todavía sigue siendo tolerable.

El último caso fue el de un usuario de Twitter que fue reportado por lo que supone una amenaza de violación contra la diputada laborista Jess Phillips y no fue sancionado inmediatamente. (Aunque después su cuenta fue suspendida). Lo que hizo Twitter fue responder con su discurso habitual: “Algunos tuits pueden parecer violentos si son leídos de manera aislada, pero quizá no lo sean si se contemplan en el contexto de una conversación más larga”. Pues tengamos una conversación más larga. La incapacidad a la hora de actuar se traduce en una escalada de las amenazas de muerte y de violación hacia mujeres en internet.

Mientras tanto, lejos de Twitter, en la vida real, tenemos a un candidato del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), Carl Benjamin, que publicó un vídeo sugiriendo que “podría caer en la tentación” de violar a Jess Phillips. Después de haber escrito anteriormente en redes sociales que “ni siquiera la violaría”, el líder de su partido salió a defenderlo. Una persona no puede presentarse como candidato a un cargo público si está sujeta a un proceso de bancarrota, pero por alguna razón puede hablar públicamente de la posibilidad de violar a una diputada ¿y eso sí es aceptable?

No nos engañemos: las amenazas de muerte y de violación no son algo nuevo, y yo misma he sido víctima de ellas. Pero al menos en los viejos tiempos una persona tenía que salir a la calle y comprar un sello para enviarte una amenaza de muerte. Además, mi experiencia con la policía ha sido buena, mientras que mi experiencia en internet ha sido que la policía no tiene ni el tiempo ni los recursos para atender la cantidad de amenazas que se realizan en las redes sociales. Para las mujeres negras esto se convierte especialmente en un infierno: basta con sólo observar las experiencias de Gina Miller y Diane Abbott. Botones antipánico, cerraduras complicadas, guardaespaldas: esta es la triste realidad de las mujeres que son personajes públicos.

Si nunca has sufrido este tipo de violencia, es difícil explicar cómo te cala hasta los huesos. La persona pública -mientras vosotros pensáis que le entra por un oído y le sale por el otro, o que debe tener la piel dura y aguantar- debe llevar a cabo un ejercicio de hipervigilancia que a veces dificulta incluso salir de casa. Claro que todas somos mujeres fuertes y con voz, pero aún así las amenazas de desconocidos todavía me hacen estremecer.

Una puede dejar de pensar y buscar consuelo en buenos amigos y amigas. También se puede reaccionar con aspavientos, pero eso es igual de interesante que hablar de dejar los carbohidratos o mudarse fuera de Londres.

Es hora de dejar de hablar del acoso en internet como si fuera una patología individual y verlo como lo que realmente es. La misoginia a menudo se considera un fenómeno personal en lugar de lo que nos lo recuerda Kate Manne en Down Girl: la Lógica de la Misoginia es un fenómeno político. Debe ser entendido como un sistema. La misoginia en la vida real o en internet no procede de lobos solitarios o de unas pocas manzanas podridas, sino que es parte de un esfuerzo colectivo para subordinar a las mujeres. Por eso los misóginos necesitan atacar a cualquier mujer con cierto poder con tanta desesperación. Esto puede ocurrir en el mundo “imaginario” de internet o puede llevar a la violencia real. Se lleva a cabo creando espacios que son tan hostiles hacia las mujeres que pocas de nosotras nos atrevemos a entrar. En otras palabras, la vida pública.

Twitter podría elegir hacer de su plataforma un espacio hostil para la misoginia. El hecho de que no lo haga se debe a que forma parte del sistema que promueve el odio a las mujeres. Por eso los ataques contra las mujeres rara vez incumplen las normas. ¿Por qué? Porque son la norma.

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