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Aviso a navegantes desde Sabin Etxea

El presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Andoni Ortuzar. EFE/ Adrián Ruiz-hierro/Archivo

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En su realidad estatutaria consta que el Euzko Alderdi Jeltzalea‐Partido Nacionalista Vasco se define a sí mismo como “partido vasco, democrático, participativo, plural, aconfesional y humanista, abierto al progreso y a todos los movimientos de avance de la civilización que redunden en beneficio del ser humano”. En su realidad política, el PNV puede ser de derechas, de izquierdas, autonomista, independentista, mediopensionista o lo que haga falta. En cuestión de alianzas es un partido transversal que hoy se entiende con el PSOE, mañana puede hacerlo con el PP y pasado, con ambos a la vez. De ahí aquello de que la política española es un partido de 11 contra 11 en el que siempre ganan los del PNV.

Lo que hacen, lo que dicen, lo que insinúan y los mensajes que envían desde Sabin Etxea nunca son en balde. Rara vez van de farol. O sí. Depende. De momento, hay tanteo, aviso a navegantes y toque de atención. Cuando Andoni Ortuzar habla, lo hace casi siempre a modo de advertencia. Y este fin de semana ha vuelto a hacerlo desde las páginas del diario El Correo para solemnizar que PP y PNV han reconstruido los puentes rotos, tras la moción de censura que echó a Mariano Rajoy de La Moncloa. 

En realidad, en Euskadi dicen que nunca llegaron a romperlos del todo y que el secretario de Organización, Joseba Aurrekoetxea, un hombre siempre oculto a los focos, ha mantenido permanentemente abierta la interlocución con el  secretario general del PP, Teodoro García Egea. Lo que buscan ahora es oficializarlo para que Pedro Sánchez tome nota. “Hay un esfuerzo del PP por llamarnos y su cambio de chip es una buena noticia”, ha declarado Ortuzar en titular a cuatro columnas. 

El presidente del EBB del PNV anima a Pablo Casado a seguir por el camino de la centralidad para ponerle las cosas difíciles a Vox mientras declara no entender la “exhibición pública de las diferencias” del Ejecutivo de Sánchez ni considera el espectáculo “propio de un Gobierno que quiera durar” en el tiempo. Llega incluso a decir que en el Ejecutivo hay un “ruido ensordecedor” y que su partido no contribuirá al “desbarajuste y al desgobierno” es una especie de “patio infinito de vecinos con gritos de ventana a ventana”. Nada distinto a lo que desde hace semanas ha dicho el portavoz parlamentario de los nacionalistas vascos, Aitor Esteban, desde la tribuna del Congreso de los Diputados aunque con otras palabras.

Y todo en un momento en el que se sabe que Ortuzar y Casado han mantenido varias conversaciones con motivo de la negociación para la renovación del CGPJ hasta consensuar el nombre del juez vasco José Luis Núñez como vocal  del órgano de gobierno de los jueces dentro de la cuota que le corresponde al PP y también la designación de Juan José Baños, un profesional en la órbita del PNV, como consejero de RTVE. 

Más que el acercamiento a los populares, lo que el PNV busca es el cumplimiento de los acuerdos de investidura pactados con el PSOE en materia de transferencias y sobre todo un respuesta inmediata para la gestión del Ingreso Mínimo Vital, una prestación que el Gobierno se ha visto obligado a modificar varias veces por decreto y que se comprometió a transferir al gobierno vasco antes del 31 de octubre pasado sin que se haya cumplido el plazo. 

Marzo, que ya ha entrado en el calendario, fue la última fecha que Sánchez prometió al lehendakari Urkullu en su última visita a La Moncloa para cumplir con la transferencia del IMV y Prisiones, además de otras competencias pendientes previstas en Estatuto de Gernika de 1979. Y el PNV no sólo no se cruzará de brazos ante la dilación, sino que ha explicitado su entendimiento con el PP para que a Sánchez le conste que sus seis diputados siguen siendo necesarios en el Congreso, mucho más en un momento en el que el PSOE no pasa por sus mejores relaciones con Unidas Podemos. Un movimiento el del PNV que en la formación morada interpretan más bien como consecuencia de la preocupación de los nacionalistas vascos por la relación que los de Iglesias mantienen con ERC y Bildu y que les convierte en prescindibles en la compleja geometría variable.

Sea como fuere, lo cierto es que Ortuzar ha dado un ultimátum hasta el verano para que Sánchez cumpla con los acuerdos firmados si no quiere que suenen las alarmas. Por si acaso, Calvo recibe este martes al vicelehendakari en su despacho. Y es que en el PSOE saben que cuando el PNV estornuda, el Gobierno de España, sea del color que sea, se resfría. Y no anda el Gobierno sobrado de apoyos entre los mal llamados partidos de orden.

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