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No soy una de esas

Barbijaputa

El otro día, una amiga me preguntaba si me parecía una idea muy loca poner quejas en aquellos bares en los que de repente te casquen canciones de reguetón que hacen apología de la violencia de género. Lo cierto es que hay miles de letras que suenan desde megáfonos y altavoces allí donde pisamos que no son más que puras agresiones a las mujeres, pero el problema no es sólo ese, también lo es que estén tan normalizadas que no escandalizan a nadie. Es más, adolescentes y mujeres y hombres de cualquier edad las bailan y las cantan a voz en grito en conciertos y discotecas.

Parece que es fácil coincidir en que el reguetón es reincidente en este tema, pero la verdad es que no hace falta irse a este tipo de música para encontrar violencia de género, ni mucho menos. Vivimos en una sociedad que ahora ve claros los mensajes misóginos en canciones como “La mataré” de Loquillo, con letras como “Que no la encuentre jamás o sé que la mataré. Por favor sólo quiero matarla. A punta de navaja”. O en la “Ni contigo ni sin ti” de Manzanita, que literalmente dice “Cuantas veces tú a mí, mujer, juraste que tú sin mi amor te morirías. Te he dejado y no te has muerto. Tus palabras eran mentiras”. O en la de Radio Futura: “Y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared, te voy a dar una paliza por haber escrito mi nombre dentro”. Vemos claro estos mensajes, pero no otros.

Por ejemplo, el mes pasado, Alejandro Sanz sacaba un nuevo tema con Jesse & Joy: 'No soy de esas'. En un mes, este enlace solamente tiene ya más de 16 millones de reproducciones, y entre los dos artistas suman más de 20 millones de seguidores en Twitter. Bueno, tampoco hace falta explicar cuál es el alcance y relevancia de artistas como Alejandro Sanz.

La canción es ésta:

Ni Manzanita, ni Radio Futura, ni reguetón. No necesitamos irnos a otro siglo, ni a otro año ni a otro país para encontrar letras como esta, que hacen una clara apología de la cultura de la violación o la violencia de género. No tenemos espacio para analizar las letras de todas las canciones que suenan ahora en todas las radios, pero analicemos en profundidad la letra de esta, cuyo mensaje se repite en muchas más ('What do you mean', por ejemplo, exitazo mundial de Justin Bieber donde el joven asegura que la chica que le gusta quiere decir que sí cuando niega con la cabeza), y cuya repercusión va más allá que muchas otras.

“Tus manos sobre esa guitarra me llevaron a imaginar todo lo que una dama no debe contar”.

Canta ella rodeada de sus amigas. Por un lado, la carga sexual de la canción está explícita en letra y videoclip, pero si eres una dama, cuidado con lo que piensas. Siente lo que quieras, pero finge que no. Guárdatelo para ti, es vergonzoso.

“La música fluye, tus ojos me huyen, te quiero amarrar”.

Canta Alejandro. Él puede expresar libremente que quiere amarrar a la chica. A la misma que intenta que intenta callar como una dama lo que imagina.

Ay!, ¡Ay!, mejor doy un paso atrás. Aunque me interesa no soy una de esas que tan fácilmente se deja enredar”.

Le contesta ella, haciendo alusión al título de la canción “No soy una de ésas”. Una mujer culpando a aquellas mujeres que se “dejan” a la primera. Imagino que, por “dejarse”, se refiere a vivir libremente su sexualidad, a no callar lo que sientes ni fingir ser inmune a la atracción sexual. ¿Cómo cala este mensaje en las adolescentes que están desarrollando aún su concepto de la sexualidad? Cala con una clara culpa por dejarse llevar o hacer lo que le apetece. ¿Y en ellos? Aquí cala de forma diferente, lo que se cuestiona jamás es cómo de rápido van ellos o si han accedido a algo inapropiado o no; el mensaje que se les inocula aquí es el de “una chica que accede ”demasiado rápido“ a lo que ambos queremos no es una dama que haya que respetar”.

Más tarde, en la canción, la chica le manda un claro mensaje a él: “mejor doy un paso atrás”. Pero él, lejos de respetarlo, le dice:

“No deberías haberme tentado, te gusta jugar”.

Ahhhmiga, que ya no hay marcha atrás. Que has movido así las pestañas dos veces y, claro, has desatado sus instintos más primitivos. Mala suerte. Tenías que haberte comportado como una dama desde mucho antes.

Cualquier adolescente o mujer que esté bailando esta canción en una discoteca, siente que eso que le ha pasado mil veces en la vida real, esos forcejeos, apretones, manoseos, se lo está cantando por el altavoz de la discoteca el mismísimo Alejandro Sanz, mientras da la razón a todos los que les han insistido y acosado hasta la saciedad porque ellas lo miraron, porque fueron simpáticas o porque tontearon con ellos. Más culpa para ellas.

“No confundas la dulzura con la temperatura”.

Se excusa ella entonces. Este “sí pero no”, este “no puedo decir lo que estoy imaginando” porque soy una dama pero a ver cómo lo digo para no enfadarle, da lugar a tener que disfrazar de error de lectura del otro el hecho de que digamos 'no' cuando nos da la real gana decir 'no'. Se perpetúa así la represión femenina de querer dejarse llevar por un lado y, por el otro, saber que no puedes hacerlo tan rápido. Porque así te lo han enseñado en canciones como, justamente, esta.

Este es otro de los problemas en la forma de relacionarnos hombres y mujeres: por un lado no podemos sentir ciertas cosas, no somos de esas. Por otro, si lo sentimos pero en algún punto nos arrepentimos o, directamente, lo dejamos de sentir, tenemos que apelar a la confusión para que no nos den la murga toda la noche -en el mejor de los casos- o se pongan violentos -en el peor-. No se nos permite socialmente bajo ningún concepto decir: “Estaba excitada, pero ya no”, “me apetecía, pero ya no”.

Contestación de él: “Si no quieres flamenquito, no toques las palmas”.

En esta frase, en el videoclip, el portero tiene que salir a separarlo de la chica, escena que hemos vivido la mayoría de mujeres en la vida real. Pero si sale en un videoclip de Alejandro Sanz, ¿cómo va a ser eso algo reprobable? Tienes que verlo como algo romántico: está tan desatado por ti, que tiene que aparecer otro hombre que aún no ha caído en tu embrujo (menos mal) para quitarte al tipo de encima. No me digas que no te sientes halagada cuando eso pasa. Porque si te sientes violenta o agredida en casos así en los que un extraño te toca y te acosa, eres una amargada, porque a la prota del vídeo se la ve bastante feliz.

Pero ella insiste, siempre rodeada por sus amigas: “¡Ay!, ¡Ay!, mejor doy un paso atrás”. A lo que él contesta: “A lo mejor es muy tarde para echarte atrás”.

Lo siento. El hombre ha decidido que ya es tarde. Ahora te toca apechugar. Ahora no te quejes, ahora cede, ahora llega hasta el final. Siendo el final lo que él considere, no lo que creas tú que es el final. No haber empezado. Haber sido una dama. Has dado demasiadas señales, la culpa es tuya de lo que pase de aquí a continuación.

Esta canción que ya se sabe de memoria media España y parte de Latinoamérica, que han bailado y cantado miles y miles de chicas sin que nadie se eche las manos a la cabeza, no es otra cosa que apología de la cultura de la violación. Violaciones que están a la orden del día en nuestro país, exactamente una cada ocho horas.

Pero no pasa nada, no es importante. No es un tema para preocuparse. Está todo bien. Mensajes como el de Loquillo hoy están mal, mensajes como el de Alejandro Sanz sí están bien. El problema no es que la violencia sobre la mujer sea algo estructural y esté aceptada socialmente, no, es algo relacionado más bien con locos o pervertidos. Nada que ver con hombres completamente sanos que crecen escuchando este tipo de mensajes y se sienten con el poder para forzar o acosar a mujeres.

La misma sociedad que no ve ningún mensaje preocupante en canciones, películas y anuncios, es la misma que culpa en un 40% a las mujeres maltratadas por no irse de casa. La misma que sigue preguntando a mujeres agredidas sexualmente qué llevaban puesto cuando las asaltaron. La misma que sigue viendo violencia sólo en ojos morados y en mujeres asesinadas en el telediario.

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