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La campaña electoral permanente

El Gobierno debate en Quintos de Mora sobre cómo blindar los servicios públicos y restaurar derechos

Rodolfo Irago

Los ciudadanos son conscientes de que la situación política es especialmente anómala en esta legislatura y además ya saben que entramos, otra vez en un bucle electoral que puede durar hasta casi dos años.

Eso no quiere decir que estén dispuestos a aceptarlo todo y los partidos políticos deberían tenerlo muy en cuenta porque la desafección no ha desaparecido de golpe.

Todos sabemos que los partidos ya solo piensan en las próximas citas con las urnas, pero al menos podían disimular y ser un poco más responsables.

Empezando por el gobierno. Retirarse a la finca de Quintos de Mora para proclamar luego a los cuatro vientos que ya están en una campaña electoral permanente no convocada es como decirles a todos los españoles que cada cosa que hagan o digan a partir de ahora es puramente propaganda electoral.

Eso sí, lo primero que salió de Quintos de Mora fue una rectificación de tomo y lomo sobre el caso Llarena y lo segundo la confirmación de que se acabó el efecto Aquarius en la política de inmigración y pasamos a la mano dura aplaudida por la derecha española y lo que es más preocupante por los ultras italianos y alemanes. Hay que entender que esto se hace también con intereses electorales.

El gobierno socialista anuncia además que quiere presentar los presupuestos e intentar aprobarlos en vísperas de las municipales y autonómicas del mes de mayo. Más campaña porque la negociación con Podemos de revertir los recortes y ponerle más impuestos a los que más ganan, que no a los que más tienen puede acabar en poco más que en unos titulares porque para aprobar todo eso hace falta el voto de la derecha nacionalista vasca y la derecha independentista catalana que no parecen muy por la labor.

Así que PSOE y Unidos Podemos deben tener cuidado con las expectativas y las frustraciones que en política son difíciles de gestionar.

En la oposición, la batalla entre el PP y Ciudadanos se va a encarnizar hasta las elecciones para ver quien es más duro y más de derechas. Cuidado porque se pueden salir del tablero.

Esa guerra les impide apoyar algo de tanto sentido común como sacar de una vez a Franco del Valle de los Caídos y de paso, sacudirse la etiqueta que lleva colgada la derecha española desde hace 43 años. Debe ser que no les desagrada tanto esa etiqueta casposa y ajada.

El duelo entre Casado y Rivera también se ha trasladado a las calles de Catalunya para ver quien arranca más y mejor los lazos amarillos. En este asunto y teniendo claro que han sido los independentistas los que han colonizado los espacios públicos con un símbolo que divide a los catalanes, lo que no pueden hacer Ciudadanos es alentar a los ciudadanos a hacer lo que no hacen las instituciones y a enfrentarse en la calle con los partidarios de los lazos. Es una actitud muy irresponsable que un día puede acabar mal. Al menos en esto, Casado ha dado un paso atrás en las ultimas horas.

Rivera y su equipo han decidido ir al cuerpo a cuerpo con el PP y Casado está enfrascado en una frenética actividad en la que dispara a todo lo que se mueve para reivindicarse como líder de la oposición y hacer olvidar cuanto antes al PP blando y pragmático de Rajoy que se ha refugiado este verano en Galicia lejos de los focos.

PP y Ciudadanos se pueden ir tanto a la derecha que va a quedar sitio libre en el centro, en lo que sería una gran oportunidad para el PSOE si consigue romper la imagen de su dependencia de Podemos y de los independentistas catalanes que tanto daño le está haciendo. Por ello hay dirigentes socialistas que creen que no habría que prolongar más una legislatura que solo va a dar dolores de cabeza con una dura jaqueca en Catalunya y piensan que habría que convocar elecciones para intentar formar un nuevo gobierno con mas apoyo que los 84 diputados actuales.

Sea como sea, habría que pedirle a todos los partidos que intenten ganar las próximas elecciones, pero que tengan cuidado con sus estrategias porque de paso pueden desgastar todavía más la paciencia de los ciudadanos.

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