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Por qué crece la confianza pero la tuya sigue por los suelos

Ana R. Cañil

Una de las escasas exactitudes económicas del presidente en el Debate del Estado de la Nación fue la confesión de que, por muy poderoso que sea, aún no puede manipular todos los datos, como que aumenta el Indicador de Sentimiento Económico (ISE), cierta pero cuesta creerle. Sabes que los desahucios han seguido creciendo en 2014. Incluso que hay zonas de España, Aragón por jemplo, en donde febrero ha sido el peor desde la crisis, con más familias que nunca expulsadas de sus hogares. ¿Por qué vas a ser más optimista si conoces a decenas de personas de tu pueblo o de tu barrio que ya nunca encontrarán empleo? Llevan más de dos años en paro, la mayoría tienen más de 50 tacos. Vale, tu sobrino ha encontrado un trabajo con un salario bajísimo -no llega a los 700 euros- pero tiene que seguir en casa de tu hermana con su mujer y el niño. ¿Dónde están esos que ven el futuro más claro y brillante?

Como siempre, el manejo de las cifras es elástico o todo depende del cristal con el que se miren. Ahí van algunas circunstancias que dan los economistas para que los que aún no han percibido nada bueno en su futuro sepan de qué va la mayor confianza de los otros.

1) El consumo crece, es cierto, pero la recuperación de las rentas de las familias no está nada clara, lo cual significa que lo que estamos gastando son los ahorros. Los que los tenían. En esa decisión entran factores de todo tipo: desde la pérdida del miedo -la situación ya no es tan dramática dicen los medios, o a todo nos hacemos- hasta los 10 euros que te sobran del presupuesto para gasolina. ¡Ya tienes para volver a llevar zumos bio y helados a la nevera! O para regresar al burger el domingo. E incluso para comprar el pantalón de chandal que el mayor necesita, en vez de reponer rodilleras.

2) Los tipos de interés muy bajos. Quizá no sabes que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha extendido un certificado para todos, asegurando que los intereses por el precio del dinero seguirán por los suelos  -cercanos al 0%- por lo menos hasta julio del año 2016. Pero lo que sí que has oído cerca de ti es que el tipo de interés al que se referencia tu hipoteca o la de tu vecino, el famoso euribor, está también en mínimos históricos, como consecuencia de esa decisión de Draghi. ¡Hasta sabes que el hijo mayor del de enfrente se ha atrevido a pasar por el banco a ver a cuanto le daban un crédito, y esta vez no le han echado! Claro que él es un tipo con suerte, porque le acaban de hacer “indefinido” -aunque ya nadie lo es tras la reforma de Rajoy- después de años como temporal, y cobra 1.600 euros al mes. A ti no te ha tocado, pero tú vecino lo ve todo un poco menos negro.

3) Los precios siguen cayendo. Soy una empleada reciente, con un salario que no llega a los 500 euros al mes por trabajar cuatro horas cada día, pero no me quejo porque me puedo largar de la casa de mis padres -a compartir una habitación con mi novio y otra gente- y sé que la inflación lleva siete meses bajando. No tengo un trabajo de profesora de historia como yo quiero -soy licenciada y con dos master- pero al menos he encontrado algo que a los 26 años me permite salir del piso de casa donde ya no cabemos tantos. Y he comprado mi colcha, mi almohada, mis sábanas a un precio estupendo, comparado con lo de hace unos meses. Hasta mi madre está dispuesta a cambiar el colchón que dejo libre y poner un microondas nuevo, porque mis hermanos ya no tendrán quien les caliente la comida sin que se les achicharre, que es lo que pasara al no estar yo. Mi madre llega de currar a las ocho de la tarde por 900 euros al mes, pero la economía contabiliza el microondas y mi almohada como aumento del consumo.

4) El plan Juncker va a dejar un pellizco importante en España de los 315.000 millones de euros que tiene previsto invertir. Si el Gobierno es capaz de articular proyectos que merezcan la pena, nos podrían llover entre 60.000 u 80.000 millones de euros. El hecho de que seas un arquitecto en paro, infravalorado y deprimido al que han llamado para que aporte algo de lo que sabe -energías renovables- para un proyecto que va a presentar España y que se financie con el dinero de Juncker, te ha puesto viento de cola en las alas y estás subiendo desde el sótano más negro en el que te habías refugiado desde hace dos años. Estabas a punto de quedarte sin paro. Si hoy te preguntan si la situación mejora ¿qué vas a contestar? Claro que sí.

¿Cuanto ha tenido que ver Rajoy en el aumento de esa confianza? No se sabe que haya llamado a ningún sitio para que baje el precio del petróleo, ni que Juncker o Draghi le hayan visto llorar por el triste destino de los 13 millones de españoles que están en el umbral de la pobreza, pero lo que nadie le va a negar es que ha logrado rebajar los salarios a mínimos históricos, crear empleos para pobres y clases bajas y expresar que él también tiene sentimientos -lo dijo durante el Debate del Estado de la Nación- e incluso implorar que alguien, por Dios, alguien además de los míos, me reconozca los méritos.

Un dato: dicen los economistas -los sabios y los menos sabios- que febrero ha sido un mes feo, un bache en esa tendencia hacía la sonrisa confiada que la mayoría o no percibe o la percibe lenta, desigual y aún lejana.

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