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Mis buenos propósitos de septiembre: derogar las reformas laborales

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Isaac Rosa

Llega septiembre y trae los buenos propósitos de todos los años por estas fechas, como los coleccionables de kiosco y los cambios en la parrilla radiofónica. A los típicos de apuntarte al gimnasio, estudiar alemán o dejar de fumar, puedes sumar uno nuevo, más realista que los anteriores: derogar las últimas reformas laborales. Incluso le podemos poner un nombre molón, para que se haga viral y se apunte más gente: “Reforma laboral Challenge”. O en inglés, venga: “Labor Reform Challenge”. Y con su hashtag y todo: #LaborReformChallenge.

El desafío es muy fácil, ya digo, mucho más llevadero que las clases de zumba o el alemán a distancia. Solo tienes que juntar a unos cuantos colegas, compañeros y ex compañeros de trabajo, los de la facultad que siguen esperando trabajar de lo suyo, los que se fueron a otra ciudad o al extranjero, los externalizados, los del último ERE, los de la subcontrata, los mileuristas y los submileuristas, los que conoces de coincidir en la oficina del paro o en entrevistas de empleo, los que firmaron el finiquito el mismo día que tú… En fin, cualquier trabajador o trabajadora que conozcas, fija o temporal, funcionaria o precaria, autónoma o subempleada, que cuantas más seamos, más fácil será derogarlas.

La otra opción es sentarte a esperar a que el gobierno las derogue. Sentarte a esperar a que PSOE y Unidas Podemos acuerden algo. Sentarte a esperar a que haya otras elecciones y votar muy fuerte para que ganen los partidarios de derogarlas. Sentarte a esperar y, mientras esperas, leer en voz alta la última propuesta del PSOE, incluida en el documento de 370 medidas. Esa que dice: “En el marco del diálogo con los agentes sociales analizaremos, con carácter de urgencia, la conveniencia de aprobar las modificaciones de los aspectos más lesivos de la reforma laboral de 2012…” Léela frente al espejo e intenta no reírte. Ahora repítela cantando. Ahora prueba a leerla solo con la “i”. ¿No te la crees o qué?

Lo dicho: te apuntas al #LaborReformChallenge y sumas fuerzas con millones de trabajadores para echar abajo las reformas laborales, o esperas sentado mientras lamentas el mal agosto laboral, nos precarizan más, batimos nuevos récords de temporalidad, estacionalizan cada vez más sectores, las empresas siguen despidiendo fraudulentamente a trabajadores en verano para ahorrarse las vacaciones pagadas, se ralentiza más la economía, y se acerca la próxima recesión que nos pillará con el despido más fácil y barato que la anterior.

Oye, igual hay suerte y las acaban derogando, pero por si acaso vamos sumando gente al reto, que yo veo más fácil que las deroguemos nosotros (las dos reformas, la del PSOE de 2010 también). Eh, que no te estoy echando ningún rollito Mr. Wonderful en plan “todo depende de ti, lo que te propongas lo conseguirás”. Es solo que, corrígeme si me equivoco, a lo largo de la historia los avances sociales, las conquistas y reconquistas de derechos, han venido antes de la movilización ciudadana que de gobiernos y parlamentos. Y me da que las últimas reformas laborales no van a ser la excepción. O las derogamos nosotros, o ahí se quedarán más allá de algún arreglo cosmético.

Anótalo en la pizarra de la nevera, para esta semana: apuntarte al gimnasio. Matricularte en alemán. Afiliarte a un sindicato.

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