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Y mientras ¿dónde estaban Ángel Gabilondo y los demás?

El candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo. EFE/PSOE/Eva Ercolanese/Archivo

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Personalmente, me daría lo mismo dónde aposentan sus traseros los políticos en liza si no creyera que peligran mi salud y mis derechos, los de mis seres queridos y los de todos aquellos a quienes ni siquiera conozco. Hablo de Madrid y las elecciones del 4 de mayo, soltadas por Ayuso para reajustar poderes como estamos viendo. En medio de una pandemia. La madrugada del martes, a las 3:40, la canciller Angela Merkel ha dado una rueda de prensa para anunciar medidas restrictivas en Alemania ante una nueva variante del coronavirus. La OMS avisa de que Covid-19 vuelve a estar 'en auge' en todo el mundo, incluida Europa. Madrid entretanto inaugura su primera Feria en IFEMA desde el inicio de la pandemia. Es el Salón de la Hostelería. Con vítores a Ayuso. La vicealcaldesa por Ciudadanos, Begoña Villacís declaraba: bares y restaurantes son el “agente contagiador de felicidad”. Y aún faltaba en la ecuación Ángel Gabilondo.

El muy admirado catedrático de Metafísica, lleno de premios extraordinarios en sus estudios, fue el ganador de las elecciones de 2019 en Madrid mientras Díaz Ayuso cosechaba para el PP el peor resultado de su historia. Nunca más se supo de Gabilondo. Y Ayuso creció al infinito, por ella y sus apoyos. La inacción de Gabilondo contribuyó decisivamente a acrecentar el “mito” y es hora de decirlo y de constatar la decepción que causó su actitud.

Dados los hechos, confirmar a Ángel Gabilondo como candidato del PSOE fue el primer indicio de que algo no marchaba como debía. El interesado lo acaba de confirmar anunciando que gobernará con Más Madrid y Ciudadanos y no con Unidas Podemos. El País encabeza portada a tres columnas con un “El PSOE planta a Podemos para buscar el centro”. La cuarta a la derecha es para informar del nuevo fracaso de una moción de censura de ese “centro”. Ahora en Castilla y León. PRISA involucra, pese a todo, a Ferraz en la operación de resucitar una vez más a Ciudadanos.

El centro. El que ha gobernado y gobierna Madrid –ciudad y comunidad- desde la vicepresidencia. Coautores de los desmanes de Ayuso. De la masacre de las residencias, de los protocolos que ataron a los ancianos a sus camas sin atención médica, de la profunda desigualdad buscada, del desprecio a los dependientes, a los pobres, niños incluidos. No me cansaré de repetirlo. Y mientras ¿dónde estaba Ángel Gabilondo? No le quitaba el sueño Ayuso.

Reaparecido para las nuevas elecciones, Ángel Gabilondo publica también una columna en el mismo periódico. Una declaración de intenciones completa que titula “Un Gobierno excepcional: ni más impuestos ni más extremismos”, en la que presume de nuevo de ser soso y formal, sin ninguna autocrítica. Y así dice: “Un Gobierno que ya fue posible hace dos años, pero, entonces, Ciudadanos regaló la llave de la Comunidad a la derecha y la ultraderecha. Dos años después, sabemos que el resultado ha sido estéril. Se equivocó”. Espera que ahora los votantes y el propio partido recapaciten y sean por fin unos buenos chicos y chicas.

Asombra que en su análisis crea que Madrid tiene los mismos votos que en 2019. Que su inacción no va a pasarle factura, ni estas declaraciones. Que Ciudadanos va a lograr siquiera un 5% para tener grupo parlamentario. Y que tampoco le va a afectar a Más Madrid el pacto de las magdalenas, los pobres resultados en las generales a continuación, y cómo su candidata, Mónica García, tras sí hacer ella una gran oposición haya saltado con unas declaraciones desatinadas en las que ha perdido muchos puntos.

Si con todo esto no se le regala el triunfo a Ayuso, que alguien lo explique. Lo peor es que ahora irá con Vox, lo peor es que Ayuso sentará oficialmente a la extrema derecha en el gobierno de Madrid. Pero a Gabilondo o a la pléyade de tertulianos y columnistas afines no les quita el sueño. Es Pablo Iglesias, el “extremista” que defiende el derecho de vivienda, relean a Olga Rodríguez, ubicada en la misma isla en la que me siento. Al que Ayuso lanza los perros de sus insidias también al decir que les expropiará los pisos a los propietarios, desde un PP en donde sus antecesores vendieron viviendas sociales a fondos buitres. Que alguien me lo explique, dicho como pregunta retórica. Porque ¿cómo es posible no ver los cartones que intentan malamente tapar este tinglado?

El PP de Ayuso, ahora con Vox, repartiéndose papeles o cartones. Sus medios. Los que antes de que se vaya Pablo Iglesias de la vicepresidencia del Gobierno de coalición con Sánchez, ya han elegido en Yolanda Díaz un nuevo “muñeco de feria” al que disparar. Este lunes se estrenó como ariete agresor en el Congreso un diputado del PP por Cantabria, Diego Movellán, de 41 años, nutrido en NNGG. Lo que le espetó es para oírlo, adviertan que siendo solo una frase la llevaba escrita y tuvo que leerla. Pero mucho mejor en su versión mediática. En TVE lo llamaron “encontronazo”, pese a la exquisita educación con la que la ministra dedicó la mas inteligente respuesta al insulto machista. En Antena 3 se cubrieron de gloria al situarse del lado del agresor y decir que un diputado del PP...: “le afeó su manera de ascender en el partido”.

¿A qué apéndice se agarró Movellán para ascender a un escaño al que hace indigno? ¿Y todos los demás? Los que escriben, los que hacen, los que no se mueven, los que insultan hasta a la inteligencia y la dignidad, los que ponen por encima sus intereses sobre una sociedad tocada y con problemas. Es ya tarde para los cambios drásticos que se precisarían, pero al menos sería deseable otra actitud. Porque esto ya sobrepasa el punto de indefensión.

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