El fracaso de Feijóo y el pantano de la derecha española

Alberto Núñez Feijóo consumó este jueves el proceso de auto demolición que le vimos en la campaña electoral. La imagen del desconcierto se adueñó de su cara mientras avanzaba la votación para la presidencia del Congreso. Cuca Gamarra, su candidata, se abrasaba como él a su lado, aunque luego intentara salir con su agresividad habitual a plantar cara como si nada hubiera ocurrido. No es ni entendible ni admisible que un candidato a la jefatura del gobierno de España, el más votado en las elecciones, no se hubiera enterado de que sus socios de Vox iban a dejarle solo. Ni previera siquiera que dejarles sin un puesto en la Mesa (a su costa) tendría alguna consecuencia. Es incomprensible que llegara al pleno sin haber conseguido más que dos apoyos a sus filas, uno de UPN y otro de CC, que tampoco debió enterarse de qué iba la fiesta. La expresión de Feijóo se desmoronaba por momentos.
¿No se enteró nadie en el equipo dirigente? Son demasiados errores.
Entretanto, la candidata del PSOE, Francina Armengol, lograba mayoría absoluta con 178 votos. Los anteriores socios la apoyaban y además Junts, cuyos 7 escaños eran esenciales. Junts, la derecha independentista catalana, un partido democrático que rechazan sus homólogos españolistas. Ocurre que decide Puigdemont, europarlamentario europeo aún, a pesar de las controversias entre la justicia española y la de los países que lo acogen en Europa. El pifostio habitual está servido. La manipulación, asegurada. La cooficialidad de las lenguas que se hablan en España, establecida de entrada, irrita a la derecha aunque la tengan sin otros problemas en otros países como Suiza, Bélgica o en la propia Unión Europea. Y así ocurrirá con cuanto refleje por fin la España plural. La derecha española está alcanzando tales niveles de patetismo que Ciudadanos ha resucitado para pedir a Bruselas que no autorice la oficialidad de catalán, euskera y gallego. En la UE deben de estar alucinando.
El gran hallazgo de lo sucedido es que la España real cuenta y hace oír su voz. Si en el cara a cara servido a su favor por Atresmedia, Feijóo se descaró por completo, dando toda la medida nada edificante de lo que era, el Debate a 7 de TVE recordó la importancia de la periferia que es todo el país salvo el centro, quitó el foco del Madrid centrípeto y expuso los problemas de las personas, no la pugna del bipartidismo. Madrid no es España ni mucho menos. Lo que ha sucedido –y veremos si se consolida– es un rechazo frontal a esa gran olla a presión succionadora que preside Ayuso, con Almeida al cargo de otros daños colaterales. Mientras, ella juega en las redes.
En Madrid está la prensa… de Madrid, literal. Las cabeceras puntales, las radios y las televisiones de esa cloaca manipuladora braman por lo ocurrido. Se rompe España otra vez, vaya por dios, pero ya millones saben que quienes la rompen son ellos, la derecha con sus medidas y sus voceros mediáticos con su tendenciosidad. Los ciudadanos y sus representantes en el Congreso han demostrado que impugnan la errática gestión de Feijóo con su candidatura y las generosísimas alianzas del PP con un Vox tan desbocado como parecía ser, que ahora han de compartir durante cuatro años causando enormes daños a derechos adquiridos.
Si se mira con una cierta lógica, demasiados votos tuvo aún el PP –aupados por las encuestas de presión– que encima Feijóo ha dilapidado en su empeño en ser un presidente sin apoyos suficientes y sin saber siquiera negociar. Se diría que ahora intenta engañar también a sus votantes insistiendo en que él ha ganado y debe gobernar. A tal punto que sigue insistiendo en querer ir a la investidura. El espectáculo está llegando a tal extremo que Javier Maroto se lanza a soltar que el rey “sabe” que Sánchez perdió las elecciones. Este peligroso lance de querer ignorar el proceso constitucional se está pasando con mucho de la raya, incluso va más allá presionando al rey como si esperaran que moviera alguna trampa a su favor. Es tremendo. El caso es que ya ni sus socios de Vox parecen contentos. El ex torero franquista que el PP ha colocado como vicepresidente de la Generalitat valenciana ha acusado a Feijóo de “escupir en la cara de Vox”. Lo que se dice una balsa de aceite, es como si Feijóo hubiera logrado desintegrar de alguna manera también a la derecha española. Más bien, los votos de los ciudadanos. Y más bien toda una caótica trayectoria en los últimos años.
El futuro próximo no es fácil. Primero hay que consolidar las alianzas y formar gobierno. Negociar intensamente. Cumplir los acuerdos. Razonar que este país no puede seguir siendo el de las dos Españas donde siempre manda solo una. La derecha política y mediática soliviantada y sin escrúpulos no va a aceptar ningún avance y puede levantar tempestades como sabemos por nuestra propia historia. Las instituciones adolecen de residuos de ese mal que debe resolverse con urgencia. No más dilaciones para afrontar asuntos de envergadura. Ni para apagar el botón de las manipulaciones, dejando de subvencionar la mentira y como actitud personal de cada usuario. Insisto es el ahora... o ahora. Cualquier opción es preferible a caer en los manejos de esta derecha radical y desnortada. Lo cierto es que muchos ciudadanos hemos vuelto a respirar con cierta amplitud. Veremos cuánto dura.
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