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El fútbol mudo, sordo y ciego

Unai Simón en la rueda de prensa del lunes en Donaueschingen.
18 de junio de 2024 22:15 h

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“Creo que tenemos muchas veces la tendencia a opinar demasiado de ciertos temas cuando no sé si deberíamos opinar o no”. El portero de la Selección Española Unai Simón se refirió así este lunes a las declaraciones de Mbappé en las que sugería a los jóvenes ir a votar ante la presencia de “los extremos” a las puertas de Francia, en referencia a las posibilidades de victoria de Marine Le Pen en las próximas elecciones francesas. Mbappé, criado en los suburbios pobres de París, sabe qué significa no ser blanco y no ser rico, y los riesgos que supone eso ante un posible gobierno racista de ultraderecha.

Opinar no es obligado, claro, pero deslegitimar al que sí opina es desproporcionado e injusto. ¿Deben los futbolistas españoles salir en defensa de valores de justicia e igualdad? No lo pone en sus contratos millonarios con los clubes ni con los patrocinadores, así que formalmente no. Sin embargo, si ellos quisieran, podrían ayudar a mejorar el mundo con simples frases. Igual que se convierten en líderes imitables en gestos, peinados y gestas, lo cual les reporta grandes cantidades de dinero, podrían serlo en valores, lo cual les reportaría grandes cantidades de satisfacción.

El primer paso sería la firmeza contra los comportamientos violentos en el campo o la intolerancia al juego sucio y al racismo. En el césped aún queda mucho por hacer. Fuera hay, simplemente, un estruendoso silencio que se estremece cuando alguien como Mbappé toma posición. Quien se calla y se pone en posición subsidiaria está en su derecho, e inevitablemente participa de un concepto del futbolista como un artesano al servicio de una gran cadena que es la que decide y piensa. Sus clubes hacen constantemente política, y también política económica.

Los futbolistas españoles tienen detrás un historial reciente poco honroso. Salvo excepciones como Messi o Isco, el colectivo calló ante el beso forzado de Rubiales a Jenni Hermoso. Siguieron callados cuando, desde la Federación de Fútbol, se la puso a ella en la diana. Tampoco han salido muchos a apoyar o reforzar una lucha contra la corrupción, los abusos y el machismo que ha tenido que enarbolar la selección femenina en solitario. Si hoy la Federación de Fútbol ha dado un paso a mejor o en otra dirección, es gracias a la presión que ejercieron ellas, al mismo tiempo que ganaban competiciones y mejoraban sus salarios. Eso no es opinar, que no es obligado, es hacer y construir un fútbol mejor, que sí era competencia también de ellos. Salió a la palestra Iker Casillas y alguno más, pero ni la mayoría de futbolistas ni sus clubes parecían estar concernidos por uno de los asuntos más importantes que ha vivido el fútbol español en los últimos años.

Opinar es opcional, pero sugerir que no se debe opinar sobre los peligros de la ultraderecha o cualquier otro porque se es futbolista sería dejar la crítica y el debate público a los politólogos y los partidos políticos únicamente. Los ciudadanos podemos y debemos opinar y preguntar, también pueden quienes son deportistas y a la vez líderes de opinión. “Soy futbolista y los temas políticos hay que dejárselos a otros”, dijo el portero este lunes. Hay que recordar que la política también regula el fútbol o los impuestos y el sector deportivo. Al contrario de lo que opina Simón, los futbolistas españoles no suelen opinar de nada en público, siquiera cuando hay un clamor a su alrededor y es su tema. La tendencia parece la contraria: no ofender en lugar de defender.

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