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Tenemos que hablar de Alberto

Pedro Sánchez recibe a Alberto Núñez Feijóo en Moncloa.

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Seguro que en la Moncloa se prepararon a conciencia la reunión con el nuevo presidente del Partido Popular, pero lo cierto es que Núñez Feijóo se la trabajó más y mejor... o eso pareció. 

Hasta ahora, durante esta legislatura, el presidente del Gobierno proponía y el líder del principal partido de la oposición decía No a todo sin más argumento que estar en contra y querer gobernar él. Eso ya ha cambiado drásticamente y desde el primer round de esta nueva etapa en la política española. 

Tras tres horas y pico de reunión, Pedro Sánchez sigue proponiendo, pero Feijóo ya no dice que no a nada; ahora es el presidente del Gobierno quien dice no a las propuestas económicas del líder popular, sin que tengamos una explicación muy elaborada de las razones para esa negativa. El juego parece el mismo pero la partida ha cambiado. Ahora el del No es Pedro Sánchez.

Feijóo compareció con un discurso económico elaborado, más propio de la tribuna parlamentaria que de una rueda de prensa. Al no ser diputado en el Congreso va a ser siempre así. Debe aprovechar cada minuto de presencia institucional que le visualice como líder de la oposición y alternativa. En su caso, se trata de un bien muy escaso cuyo disfrute debe optimizar.

De paso que se presentaba como líder estatal, nos dejó un diagnóstico económico bien regado con cifras y el pesimismo justo, nos habló de bajar impuestos e incluso mencionó expresamente el IRPF y luego nos contó que el presidente le había dicho que no a todo, mientras él no se negaba a nada de cuanto le había planteado. Parece un cambio menor, pero no lo es. Registra la diferencia entre comportarse solo como oposición y empezar a comportarse como una alternativa.

La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, compareció aplicándole casi rutinariamente la misma plantilla que le calzaban a Pablo Casado. Como si en la Moncloa no se hubieran enterado de que el rival ha cambiado, o no hubieran tenido tiempo suficiente para hablar un poco de Alberto y los problemas que pudiera plantearles. 

La portavoz del Gobierno nos explicó la urgencia de renovar el CGPJ y el TC tras un Feijóo que nos había hablado con urgencia de rebajarnos el impuesto de la renta. Luego trató de convencernos de que ese señor tan pausado y calmado, que de todo había dicho que se podía hablar y que le agradecía tanto y tantas veces su cordialidad al presidente, en realidad, escondía a un peligroso ultraderechista, sin propuestas para el país y con serios problemas para tener una posición clara en el drama de la violencia de género. 

Juzguen ustedes quién conectó más y mejor con las preocupaciones de eso que llaman los politólogos el votante medio. Dos años más agitando el fantasma de Vox se nos van a hacer un poco largos a todos.

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