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Hágase la luz

La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera en el Congreso. EFE/ Javier Lizón/Archivo

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“Hágase la luz, y la luz se hizo y vio Dios que la luz era buena”

Génesis 1: 3

No es con psicoanálisis como se va a resolver la importante crisis que supone la subida inmoderada y constante de la factura eléctrica. Pedir empatía a las personas físicas ya es difícil, pedírsela a las personas jurídicas como parece haber hecho la ministra Ribera es candoroso. A menos que… a menos que estuviera dirigiéndose a personas físicas concretas sin nombrarlas, en cuyo caso sí tendría sentido su admonición. Puede, incluso, que la persona o personas a las que fuera dirigido el mensaje se hayan dado por aludidas, aunque lo dudo. 

El tema no se puede despachar esperando. En primer lugar, porque podría ralentizar la remontada esperada tras la llegada de los fondos europeos. En segundo lugar, porque podría comprometer las posibilidades electorales a la larga al comprometer los compromisos programáticos de la coalición. En tercer lugar, porque históricamente la subida insostenible de productos básicos en las capas sociales más empobrecidas ha producido revueltas como la Guerra de las Harinas en Francia, los disturbios de la sal en Moscú, el motín de la patata en Portugal o los motines del hambre en la España del XIX y sin llegar a esos extremos, esa insatisfacción popular no es un riesgo que pueda correr un gobierno de izquierdas. 

El tema es complicado y yo precisaría de un foco enorme para llegar a alumbrar todas las aristas de un mercado que tradicionalmente es de los más oscuros e incomprensibles para el pagano. Lo que no me vale es afirmar que no se puede hacer nada o que no se puede hacer nada por Bruselas. Se pueden hacer cosas y quizá este sea el momento más adecuado para “legislar en caliente” y cambiar lo que en momentos de calma sería impensable. En realidad, la ministra Ribera es la que se ha quedado en tierra de nadie con sus rogatorias a la caridad cristiana de los presidentes de las eléctricas. La bajada del IVA arbitrada por el Gobierno no ha servido de mucho a los consumidores porque la subida incesante del coste de la generación la ha ahogado, porque a los autónomos y empresas que compensan el IVA no les ha influido en sus gastos y porque está estrangulando a las pequeñas comercializadoras que pagan a sus proveedores un 21% de IVA y sólo pueden repercutir el 10% al consumidor final. Esas empresas también tienen trabajadores y algunas seguro se verán obligadas a cerrar al no poder soportar ese coste financiero. 

La postura de la parte socialista del Gobierno es la más confusa en este asunto. Tanto Podemos como el PP tienen razón, a su manera, en ofrecer las soluciones que se podrían poner en marcha y que entre ellos quieren presentar como excluyentes aunque deberían ser complementarias. Ambos planteamientos tienen su parte de razón dado que, siendo cierto que hay una parte del recibo que procede de los diferentes engrosamientos que han hecho gobiernos de todo signo, también lo es que la subida incesante que se produce ahora mismo está relacionada directamente con el coste de la generación y que está beneficiando a las grandes compañías que poseen la mayor cantidad de generación hidráulica y nuclear, que están cobrando a precio de gas llenando sus arcas. Lo erróneo es pensar que ambas formas de afrontar el asunto, la de Podemos y la del PP, son incompatibles porque en realidad no lo son. 

Vayamos por partes. 

El problema que Podemos ve en la generación es real y por eso Ribera pide empatía mal entendida. Se lo explico en palabras de un texto con visión neoliberal: “las empresas eléctricas, a sabiendas de que el gas será necesario en el mix y que entrará a precio muy alto, aprovechan el coste de oportunidad y ofertan a un precio algo más bajo la hidroeléctrica para entrar antes en el sistema y después ser pagadas a precio de gas”. Esto que a un neoliberal le parece la excelsa forma de forrarse o “coste de oportunidad” supone que un bien común de interés general como el agua -las infraestructuras están amortizadas hace mucho, como las nucleares- nos lo hacen pagar al encarecido precio de gas y se forran con ello. Es muy fácil ponerle nombre a la práctica y a los beneficios porque es muy fácil saber qué grandes empresas poseen la explotación de la mayor parte de estos recursos. No es cierto que el precio de una energía procedente del demanio no pueda ser regulado y hacerlo no atenta contra el mercado.  

El problema que el PP plantea también existe y es una de la diferencias clave de la factura de la luz española con las europeas. Otra cosa es que lo plantee de forma torticera, que lo hace. Cuando ETA ponía bombas para impedir la construcción de la central nuclear de Lemóniz, poco pensábamos que esto nos acabaría costando 2.273 millones de euros que hemos pagado en el recibo de la luz para indemnizar por su paralización. Hasta 2015 estuvimos pagando la moratoria nuclear. Así que empezó esto con los gobiernos de la UCD y así todos nos han ido colando desde el mantenimiento de los empleos de la cuenca de carbón de Asturias a las indemnizaciones por el fallido Castor, la diferencia de coste de llevar la electricidad a las Baleares o Canarias, el déficit de las renovables o el servicio de ininterrumpibilidad eléctrica, que metió el PP y terminó el año pasado, por el que indemnizábamos a grandes industrias por si necesitábamos hacerlas parar forzosamente en caso de que no hubiera suficiente energía y que sólo se usó 5 horas en diez años. Si sacáramos todo eso de la factura de la luz y lo pasáramos a los Presupuestos, ¡claro que el consumidor se iba a ver aliviado! La cuestión es que los populares ponen el énfasis en ello para desviarlo de las empresas del Ibex y además son tan cínicos que dicen que de esa parte de la factura “se beneficia el Gobierno”, como si se lo metieran al bolsillo, cuando deberían decir que va a parar al Estado o sea todos. 

Casado pretende con sus declaraciones y sus voceros poner el foco en el Gobierno e intentar que este se cargue en sus propios presupuestos el coste que los gobiernos tanto del PP como del propio PSOE nos colaron de rondón. Casado pretende sólo desgastar al Gobierno porque si de verdad quisiera ayudar habría propuesto un pacto para sacar toda esa morralla pero con el apoyo y el compromiso de ambos partidos. A fin de cuentas, ambos han usado el mecanismo. No lo harán. 

Tampoco es seguro que el Gobierno sufriera un gran desgaste si nos liberara de una vez por todas de ese dogal y tampoco es improbable que se pudiera explicar a Bruselas que sin ese paso, la especial constitución del mercado eléctrico español con estos precios puede lastrar nuestra recuperación. 

No sé si les he arrojado algo de luz. En todo caso, no teman, no voy a cobrársela. Decir que no se puede hacer más y aguantar el tirón es un campo de minas. Hasta Rajoy cuando tuvo un subidón en 2013 hizo cosas: parar la subasta eléctrica y pedir una inspección. Mandarle recaditos a Sánchez Galán -tan receptivo ahora que está imputado a petición de la Fiscalía- o a Bogas no va a dar resultado. 

Hacer se puede hacer. Hasta la luz en nuestros bolsillos se puede hacer. 

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