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Lo llaman salud, pero hablan de sus negocios

Marciano Sánchez Bayle

Portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública —

En la batalla ideológica por la Sanidad Pública y contra la privatización hay múltiples recovecos, que conviene tener en cuenta para que no nos despisten, y que son utilizados con gran eficacia para encubrir las estrategias privatizadoras.

Un buen ejemplo es la utilización del termino salud, que se usa con mucha frecuencia por el sector privado para denominar actividades de aseguramiento y asistencia sanitaria más centradas en los beneficios empresariales que en la salud. Conviene recordar que la definición de la OMS señala que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” y que por lo tanto la salud es una situación en la que influyen muchos aspectos de la vida cotidiana no estrictamente relacionados con el sistema sanitario, como son el nivel económico y social, las condiciones laborales, el medio ambiente, además de otros mas tradicionalmente vinculados con la Salud Pública (higiene, saneamiento, agua potable, etc.). Por eso se ha desarrollado una línea de los llamados determinantes de la salud señalando la necesidad de desarrollar actuaciones que tengan en cuenta “la salud en todas las políticas”, porque todas las decisiones de la sociedad están en último término relacionadas con la salud e influyen sobre esta.

Está claro por lo tanto que las empresas que se dedican al aseguramiento, la provisión de servicios sanitarios y/o la fabricación de tecnología médica (incluyendo los medicamentos) no pueden denominarse empresas de salud, o si lo hacen lo mismo podrían hacerlo las que se dedican a construir carreteras, al transporte, o las del ramo alimentario.

La utilización del término salud en estas empresas de provisión y aseguramiento sanitario lo que pretende es encubrir el foco de su actividad y finalidad principal (obtener beneficios con la asistencia sanitaria) con otro socialmente más valorado y con una clara vinculación positiva ante la opinión pública, la salud. Un buen ejemplo de lo dicho es la información en el suplemento sepia de El País del 13/9/2015 donde aparece un titular (página 3) que habla de “La salud privada”, lo que es un evidente error de concepto que supone un titular encubridor de la realidad, porque los contenidos del artículo se refieren claramente a las empresas privadas que proveen asistencia sanitaria y realizan actividades de aseguramiento privado. Ya desde hace tiempo existe una empresa de provisión de servicios sanitarios que se denomina eufemísticamente Ribera Salud.

Como suele suceder, el fenómeno no es solo español, sino prácticamente universal, así en USA se habla de Healthcare (cuidados/asistencia de salud) o de health maintenance organization (organización para el mantenimiento de la salud) cuando se trata de empresas de aseguramiento y/o de provisión sanitaria privada, y en Latinoamérica de “planes de salud” para denominar a los seguros privados, y numerosas instituciones trabajan en este sentido de manera que incluso las denominadas “escuelas de negocios” desarrollan lo que denominan “divisiones de salud”. Pocas cosas más contradictorias que negocio y salud.

Desde hace mucho tiempo existe una confusión interesada en el uso de la terminología “sanidad privada” frente a Sanidad Pública, cuando la RAE en su tercera acepción recoge que sanidad es el “conjunto de servicios gubernativos ordenados para preservar la salud del común de los habitantes de la nación, de una provincia o de un municipio”, es decir identifica Sanidad con Sanidad Pública, por eso es importante saber diferenciar la Sanidad de la provisión de servicios sanitarios o del aseguramiento, que sí que pueden ser privados. Mucho más aún sucede en el caso de la salud, que nada tiene que ver con las empresas privadas de provisión y aseguramiento cuya actividad se enmarca en actuaciones parceladas de la asistencia sanitaria y es regida por el mercado y el ánimo de lucro.

Desde esta perspectiva más bien habría que hablar del sector dedicado a atender la enfermedad, y precisamente por eso, existe una estrecha vinculación entre la persistencia y una presencia importante de la enfermedad con la pervivencia y crecimiento de este sector dedicado a atenderla. Eso también explica el fenómeno de las “enfermedades inventadas” que lo son porque favorecen los intereses económicos de la industria y de los sectores de la provisión y aseguramiento y contribuyen a la medicalización de la sociedad. Los grupos privados que se dedican a la asistencia de la enfermedad quieren tener cuantos más clientes mejor, y si no los hay se los inventan.

Una de las estrategias del neoliberalismo a nivel mundial está basada en la apropiación de los conceptos ajenos, que, utilizados por ellos, son habitualmente retorcidos hasta hacerlos significar en la práctica lo contrario de lo que es su significado original. Se ha utilizado en todos los terrenos con palabras como flexibilizar, modernizar, racionalizar, externalizar, etc. para hacer pasar de manera solapada los recortes, desregulaciones, pérdida de derechos y privatizaciones. La base de esta estrategia está explicitada en un estupendo chiste de El Roto en el que un personaje le decía al otro: “llama a la destrucción progreso y nadie se te opondrá”, y es por eso universalmente utilizada en todas las propuestas de desmantelamiento de los derechos que protegía el “Estado del Bienestar”. Por eso es importante el dar también esta batalla de los conceptos y las ideas, para que no nos líen, para levantar la cortina de humo de la propaganda, y para favorecer la confrontación con las estrategias de pérdidas de derechos, recortes y privatizaciones. El primer paso para vencer a nuestros adversarios es entender su modo de actuar y desvelar sus intenciones ocultas.

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