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Malos augurios para la prensa de papel

La prensa en papel sigue perdiendo lectores año tras año. | JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

José Sanclemente

Si hace diez años el 30% de la población española de más de 14 años leía periódicos de información general en papel, ahora la última encuesta del EGM (Estudio General de Medios) ha arrojado la peor cifra de lectores de la historia de los diarios: tan solo un 19% leen habitualmente este tipo de prensa. Ha habido una caída del 11% en la última década.

La mayor deserción de lectores en la última encuesta se da en los diarios editados en Madrid (llamados de ámbito nacional) y la menor en los diarios catalanes que, si bien también han descendido su audiencia en este año, lo han hecho en menor medida seguramente por el seguimiento informativo de los acontecimientos políticos en Catalunya. En la última oleada del EGM, La Vanguardia, como excepción, creció un 5,4%.

El lector de periódicos de información general en papel ha envejecido y tiene su nicho en la población masculina de entre 45 y 65 años. Paralelamente el crecimiento de los diarios digitales ha sido espectacular. Los lectores digitales se sitúan mayoritariamente en la franja de 25 a 45 años y tienen una penetración en la población española del 27%, en torno a 8 puntos porcentuales superior a la de los viejos diarios en papel. Pero lo más relevante es que los usuarios digitales de información general han crecido en diez años de manera espectacular, pasando de tener una penetración del 7% en 2007 a la actual del 27%.

El perfil socioeconómico y cultural de ambos tipos de lectores sigue siendo similar. Parece que informarse a través de la prensa, ya sea ésta en papel o en digital, es cosa de las clases medias-medias y medias altas que viven en zonas urbanas de más de 500.000 habitantes.

Pero lo preocupante es que los periódicos en papel perderán este año otro 10% de sus compradores, y según los datos de AMI (Asociación de Medios de Información) a octubre de 2017, ya son solo 1,4 millones de personas las que acuden a comprar al kiosco a diario, frente a los más de 4 millones que lo hacían hace diez años. Se han perdido más de 2,6 millones de compradores.

Con este panorama las inversiones de los anunciantes en los diarios impresos sigue descendiendo y ya solo es el 30% de lo que era hace una década. Los medios digitales de información general consiguen cada vez mayores cuotas de la tarta publicitaria, que si bien es suficiente para rentabilizar a algunos nativos digitales bien dimensionados, no lo es para sostener las costosas estructuras de muchos grupos de prensa tradicional.

La disrupción de la prensa escrita tradicional española es cuestión de tiempo, quizás dentro de diez años, de seguir esta pendiente de abandono de lectores y compradores, la cuota de audiencia de los diarios impresos sea escasamente del 10% de la población y los compradores que se acerquen al kiosco no lleguen a la mitad de los que lo hacen hoy en día. Los anuncios impresos en papel serán una reliquia del pasado, algunos periódicos dejarán de imprimirse a diario para hacerlo dos o tres veces a la semana y lo harán en una imprenta común (ya lo han anunciado para 2018, ABC, El País y La Vanguardia, entre otros). La tarta publicitaria estará mayoritariamente en manos de los buscadores, las redes sociales y los medios informativos digitales. Del reparto de ésta dependerá la sostenibilidad de la prensa por Internet, que tendrá que seguir explorando medios de pago a través de sus lectores para asegurar su independencia y rentabilidad, que son las claves para un periodismo de calidad, libre de compromisos y deudas con el poder político y financiero.

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