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Podemos, sin citarlo

José María Calleja

Las elecciones griegas, que se celebrarán el próximo 25 de enero,  serán leídas como una especie de primera vuelta de la generales españolas, previstas para diciembre de 2015 salvo plasma o error.

Puede haber algo de retorsión en el análisis comparativo, pero lo cierto es que también se ha fijado en el estado de cabreo nacional español  la certeza del cambio que asoma en Grecia. Un cambio, el español, unificado por el rechazo compartido al definido como enemigo, que pasa por alto las diferencias, a veces enormes, de los que forman parte del frente de rechazo en marcha. El enemigo exterior une mucho, amalgama a los distintos y aplaza el estallido de las contradicciones internas que el paso del tiempo y la gestión de gobierno acaban por hacer aflorar .

Por ahora, todo son expectativas, ilusiones y la convicción íntima de que el frente de rechazo es como cada uno cree que es, aunque ya haya un par de descolgados —en Aragón, Echenique, y en Andalucía, Teresa—, de la foto fundacional. No ha hecho falta que llegara Stalin al poder para borrar del daguerrotipo a los trostkos.

El estado de ánimo nacional se podría formular en la idea/frase: castígales con tu voto, que puede llevar a apoyar al mismo partido/guía a gentes que antes votaron en blanco, se quedaron cabreados en casa, apoyaron a IU, al PSOE, al PP, a CiU, a ERC o Bildu, incluso a UPyD. Así de efervescente, amplio  y, perdón, transversal,  es el frente de rechazo, con el estímulo de esa sensación compartida que implica el yo estuve allí, dándole la patada al tablero.

En este sentido, y después de perplejidades anteriores manifestadas en otros partidos, no deja de resultar estimulante constatar cómo el liberal Artur Mas ve en el frente de rechazo un “caballo de Troya”, se supone que hecho de cartón españolista, dispuesto a quebrar el trabajado bloque soberanista, parado en este momento del partido por una cierta duda, división y afán por ver quién es más.

Tiene su gracia, también, que los batasunos de toda la vida de Euskadi hagan un mohín de frustración al ver cómo un nuevo frente de rechazo, marco cognitivo en su día capitalizado por ellos, se alza ahora con la txapela electoral, sin siquiera haberse bajado del autobús, y conquista Gipuzkoa, Alava y Navarra sin que nadie de los que les apoyan, por ahora sólo en las encuestas, sepa qué cara tiene el líder provincial o regional del frente, incluso sin saber si hay líder, o si hace falta.

El caso es que esto se pone entretenido y lo va a estar aún más en los próximos meses, no digamos si en enero gana Syriza en lo que queda de Grecia. Las elecciones del ágora se celebraran allí el 29 de enero, dos días antes de la larga marcha del zoco, convocada aquí por el frente de rechazo.

Los comienzos de año suelen estar empachados de buenos deseos, de anhelos de cambio, de supersticiones de color  y ritos; este 2015 va a ser cualquier cosa menos aburrido, es más que probable que cambien gobiernos locales y autonómicos, y es también casi seguro que cambiará  el Gobierno central.

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