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La Policía apuesta que habrá rescate

Isaac Rosa

A la próxima manifestación, además del silbato, la pancarta y el móvil, no te olvides de llevar apuntada la lista de todas las cosas que debes tener en cuenta al protestar: no hagas fotos a los policías, no convoques por Internet, no te manifiestes sin autorización de la delegación del Gobierno, no ofrezcas resistencia ni siquiera pasiva, no hagas asambleas en los parques, ten cuidado con los “compañeros” infiltrados, no te acerques al Congreso… Y otras que irán surgiendo de aquí a entonces, que cuando uno se pone a modular manifestaciones, le coge el gusto y no hay quien le pare.

Acabarían antes si en vez de decirnos todo lo que no podremos hacer, nos dijesen lo que sí se podrá hacer, qué estará permitido al protestar. Y aparte de quedarte en casa, pocas opciones van a dejar si siguen por este camino, porque lo próximo puede ser una limitación horaria a las manifestaciones, prohibición de superar cierto nivel de decibelios, u obligación de llevar la identificación cosida al pecho (para los ciudadanos, no para los policías, claro).

Cualquier cosa es posible en esta pendiente punitiva por la que se deslizan las autoridades, tanto más deprisa cuanto más prende el descontento en la calle. La magnitud de la crisis socioeconómica no se mide ya por el número de parados, la caída del PIB o la prima de riesgo. Los mejores indicadores de hasta dónde están llegando el empobrecimiento y la desigualdad los encontramos en la dureza policial, la persecución del disidente, el endurecimiento de penas, las actuaciones preventivas, las portadas de prensa criminalizadoras, el blindaje de las instituciones y la presencia permanente de ‘lecheras’ como parte del paisaje en las ciudades.

De la misma forma, el mejor pronóstico de futuro para España, el más fiable, no lo da hoy el FMI, ni la OCDE, ni Bruselas ni el servicio de estudios de algún banco. Las previsiones más fiables de cómo será 2013, cuánto subirá el paro, cuántos más caerán en la miseria, cuántos desahucios habrá, cuántos miles de millones más se recortarán de los servicios básicos y cuánto más dura será la vida en este país, las tenemos en los responsables de Interior, que están anticipando una temperatura callejera muchos grados por encima de lo que está hoy.

Porque mientras nosotros nos preparamos para no llevar a los niños al cole, para volver a rodear el Congreso, para detener otro desahucio o para secundar la huelga general del 14-N, ellos parece que se están preparando para una guerra.

En la misma intervención en que lanzó ayer la idea de prohibir la difusión de imágenes de policías, el director general del cuerpo, Ignacio Cosidó, advirtió contra “un avance en la aceptación de una cultura de la violencia”, visible según él en algunas protestas como el 15-M o la de los mineros, y que obliga a “dar seguridad a los policías” en momentos en que “su integridad física puede verse dañada”, por lo que anunció un esfuerzo en proteger mejor a los agentes “a pesar de las dificultades presupuestarias”. Cito como ejemplo la futura adquisición de 20.000 chalecos antibalas, para uso de las UIP (antidisturbios). Y añadió la necesidad de “aumentar la protección jurídica” de los policías, que contarán con “servicios jurídicos de asistencia que puedan defenderles ante situaciones conflictivas que se puedan producir en algunas intervenciones.”

No es por ser alarmista, pero para mí las palabras del director general de la Policía describen el futuro próximo mucho mejor que las de cualquier informe económico. Estos días se leía repetidamente en prensa: “Los mercados apuestan por la inminencia del rescate español”. No estaría de más añadir: “La Policía apuesta que habrá rescate, y con duras condiciones”.

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