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El tiempo del encuentro: la Feria del Libro

Ana García D'Atri

Editora. Concejal saliente socialista del Ayuntamiento de Madrid —

La Feria del Libro ya nos aloja en Madrid. Ha llegado el tiempo del susurro, la confidencia, la escucha; el tiempo del encuentro con uno mismo y con los otros. El encuentro y el reencuentro.

¿Puede haber algún confesionario mejor que la caseta de un librero, con autor y páginas por explorar, por redescubrir, por caminar con otros?

He mirado en estos días los confesionarios de los amantes de los libros. Es un ritual que no sé cuándo inicié, pero lo sigo cada mayo: recorro el Paseo de Coches y veo si la madera blanca forma o no una caseta y si ya ha creado el espacio de los sueños. Espero al lado de las casetas, con un sol a estrenar, a sus primeros habitantes: los libros y los libreros. Veo desde lejos su movimiento en el lugar para el diálogo entre los textos, entre lectores y autores, entre las personas.

En esas casetas, me he asomado a contar mis penas a autores -pido disculpas-; he robado desde dentro, impúdicamente, gotas de pasión de lectores a los autores y arrebatos de autores por lectores -perdón-; he compartido lágrimas de alegría de los libreros; he notado las agujetas de quienes van y vuelven con libros; he asistido a debates y a lecturas nocturnas. Pero, sobre todo, he conocido, descubierto, charlado y disfrutado del tiempo de la Feria: un tiempo propio.

En Feria ha pasado todo. Todo. Y todo silenciosamente, acallado por las grandes historias de papel, que dejaban bajo los castaños cualquier otra imaginaria o real porque allí no hay fronteras, como no las hay cuando el día se hace noche y uno está dentro del parque en Feria.

Cada año espero mayo como quien espera irse de viaje a un lugar que desea conocer, con la misma inquietud, porque la experiencia no se puede anticipar. Es una inquietud gozosa de la que uno siempre vuelve con sonrisa, tal vez más sabio, tal vez más libre; siempre, comprendido.

Me ha dicho Alfonso, de La librería Tipos infames, que debutan este año en la feria con la sensación de quien va a tener una primera relación sexual y no sabe cómo va a salir. No sé si la comparación se ajusta: con la Feria del Libro, toda relación sale bien porque es una relación de amor.

En las semanas de Feria nadie está solo en Madrid porque los autores, los libreros, los editores, los distribuidores, incluso las agentes, quienes se ocupan de la comunicación y los imprescindibles lectores, están en el parque para charlar, para alegrarse por el hecho de vivir, de estar, de compartir, de escuchar, de conocer, de mirarse a los ojos o de leer al oído.

Gracias a todos cuantos hacéis posible la Feria del Libro de Madrid. Gracias a Teodoro Sacristán por saber que necesitamos los confesionarios abiertos al encuentro colectivo. Gracias por brindarnos los libros como el lugar de encuentro o de reencuentro. Gracias, siempre, autores, lectores, libreros, agentes, distribuidores, editores. Gracias a todos cuantos compartís la pasión por entrar en ese mundo de libros que es hoy el Parque de El Retiro. Gracias por leer.

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