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Opinión - El problema de los tres gorros. Por Elisa Beni

Hasta el rabo todo es España

Foto: Colectivo Britches

Isaac Rosa

De pronto se forma un revuelo en la Diagonal de Barcelona, y los independentistas corren nerviosos de un lado a otro. A lo lejos se ve venir un grupo de hombres, a pie y a caballo, desfilando por la avenida con paso marcial. Van armados, y al frente uno con un parche en el ojo. Se extiende el pánico. ¿Viene la Legión a aplastar la secesión catalana? ¿Madrid envía a la Guardia Civil para suspender la autonomía? No, tranquilos: es una cuadrilla de valientes matadores haciendo el paseíllo hasta la Monumental. Ha empezado la reconquista de Cataluña.

La máquina de fabricar independentistas echaba humo este jueves: otra vez la tríada PP/Constitucional/Prensa españolista, trabajando a pleno rendimiento. Los destinatarios esta vez, miles de antitaurinos catalanes que habrán entendido el mensaje: hasta el rabo todo es España; mientras Cataluña sea parte de España no podréis prohibir las corridas porque son patrimonio cultural de todos los españoles (catalanes incluidos), salvaguardado por el Estado. Es decir: la única forma de prohibirlas es dejar de ser España, porque España y tauromaquia son indisolubles.

El mensaje lo recibimos también los antitaurinos del resto del Estado, tanto los animalistas como los simplemente asqueados ante un espectáculo tan violento como rancio: ya sabemos que en nuestras comunidades tampoco podremos acabar con el sadismo taurino. Pero va especialmente dirigido a Cataluña, pues esto no tiene que ver solo con el maltrato animal, ni va a tener consecuencias en la práctica, es más bien otro capítulo del conflicto político: si para los nacionalistas catalanes las corridas son una seña de identidad española a eliminar, los nacionalistas españoles les dan la razón diciendo que sí, que la tortura pública de toros es 100% España, y vosotros, catalanes, seguís siendo españoles. Ajo y agua.

Para ganar esta batalla, la derecha española no escatima energías: intentaron declarar la tauromaquia Bien de Interés Cultural en 2010, pero lo rechazó el Senado de entonces. Así que presentaron un recurso al Constitucional, que llevó en mano Pío García Escudero, ese señor que dice que lo de morir en la arena clavado de hierros no debe de estar tan mal. Para asegurar que el Constitucional decidiese bien, el mismo PP, ya con mayoría absoluta, blindó los toros como Patrimonio Cultural mediante una ley de 2013 cuya redacción da mucha vergüenza, y otra de 2015. Con la abstención del PSOE, por cierto, que para las cosas importantes siempre tiene una abstención disponible. Así, el Constitucional usa leyes de 2013 y 2015 para un recurso presentado en 2010. Es decir, a toro pasado, nunca mejor dicho.

Si dedicasen a la cultura (la de verdad, la que no chorrea sangre) la misma energía, tiempo y recursos que a defender la “Fiesta Nacional”, seríamos una potencia cultural.

Lo repito, amigos catalanes, por si no habéis pillado el mensaje. Mientras sigáis siendo españoles, lo sois con todas las consecuencias, con el pack completo: monarquía, privilegios de la iglesia católica y toros, pero también desahucios, pobreza energética, desigualdad o fracking, temas en los que tampoco quiere el PP que los catalanes sean menos españoles. Olé.

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