Vox empieza a cobrar su peaje
La alianza de las tres derechas en Andalucía que la noche de las elecciones se daba por hecha se está empezando a convertir en una pesadilla para el PP y para Ciudadanos.
Es evidente que, salvo sorpresa mayúscula, Juanma Moreno, antes más conocido como Moreno Bonilla (hay que ver cómo cambian las cosas con una carambola electoral), será elegido en las próximas semanas como el primer presidente de la Junta andaluza no militante del PSOE; pero el precio empieza a ser muy elevado para los de Casado y para los de Rivera.
La extrema derecha de Vox está envalentonada por las encuestas y no va a poner las cosas fáciles. Al contrario, está poniendo a prueba la capacidad de resistencia de sus aliados. Ciudadanos está sufriendo en este proceso de negociación porque aunque ha evitado las fotos con los de Santiago Abascal, cada nueva exigencia de Vox le pone en mayores aprietos, dado que todo el mundo sabe que tienen la presidencia del Parlamento andaluz con los votos de los diputados de la ultraderecha y estarán en el gobierno andaluz gracias también a ellos.
La situación del PP es aún más peligrosa porque si empieza a ceder como está haciendo ya en el gravísimo asunto de la violencia de género, el riesgo es que al final, Vox acabe devorándolo, pues desaparecerían las ya escasas fronteras que hay entre los dos.
El PP ha pasado en apenas 6 meses del gobierno a estar siendo asediado por el centro por Ciudadanos y por la derecha por Vox sin que la incansable actividad de Casado parezca poner freno a esta deriva. Algunas encuestas le colocan ya por debajo del 20% de los votos. En Moncloa se frotan las manos soñando con que Vox movilice a la izquierda pero no parecen ser conscientes de las consecuencias del profundo charco catalán en el que siguen metidos. Ahora el PSC de Iceta quiere apoyar los presupuestos de Torra a cambio de que los independentistas voten los de Sánchez. Si no quieres una taza, toma dos. No me extraña que los presidentes autonómicos del PSOE, que tienen elecciones en mayo, se quieran echar cuerpo a tierra.
Así de delirante arranca este año político con la gobernabilidad en manos de Vox, por un lado, y de los independentistas, por el otro.