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Agresiva falta de mesura

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No es suficiente con discrepar y exponer nuestros argumentos… hay que hundir en la miseria al oponente si éste no atiende a nuestros razonamientos, incluso, aunque no hallamos, ni tan siquiera, llegado a exponerlos con claridad. Ya no se trata de confrontar una ideología a través del diálogo, sino de imponerla usando la descalificación al contrario. Si haces una recomendación no analizo si tu idea tiene algo de positivo. Como viene de ti debe de ser mala por naturaleza. O estás conmigo o contra mí. No hay término medio. Falta mesura y sobra crispación.

Así retumba en mi subconsciente la idea de hacer política en España. Y no es baladí, pues la política abre telediarios y portadas. Yo diría que supone más de la mitad de las noticias que a diario recibimos. Alguien pensará que en la actualidad el coronavirus ocupa más espacio, y tendrá razón, pero tras los datos de incidencias, presión hospitalaria, muertes y vacunaciones, acto seguido comienza una cascada de informaciones sobre decisiones o recomendaciones de cada Gobierno Autonómico o del Gobierno de la Nación, para rematarlo con una cascada de declaraciones de políticos diciendo, “que nosotros lo estamos haciendo mejor y vosotros no tenéis ni idea”, quien lo está haciendo mejor o peor… y ahí me hierve la sangre y cambio a la 2.

No hay buenos o malos españoles. Ni unos quieren acabar con el Estado Español ni los otros tienen la pócima mágica para salvarnos de los peligros que dicen nos acechan. Yo creo, de verdad, que todos quieren hacer lo que creen mejor para el país y su ciudadanía. A pesar de que ideológicamente no sean santos de nuestra devoción. Pero debemos dar un voto de confianza a sus decisiones que democrática y constitucionalmente quieran poner en práctica. Discútanlas, confróntenlas, dialoguen sobre ellas y vótenlas. Dejen que se apliquen y si no funcionan como se pensaba, pues se revisan, mejoran o derogan si hace falta. No queremos imposiciones, queremos razones que nos convenzan. Ya vendrán unas elecciones y podremos cambiar; “ensayo y error” para conseguir el objetivo… el bienestar de todos los ciudadanos de nuestro país.

Pero lo más triste, es que esta falta de mesura y de excesiva crispación en lo político, está calando en el subconsciente de la sociedad. Hemos acabado con la empatía de ponernos en la piel del otro. Que la pandemia nos ha hecho mejores, perdonen que lo dude. No hemos tardado en olvidar los aplausos y los actos solidarios, pero también los recortes en Sanidad o Educación. Las consignas del miedo nos empujan al odio y a la desconfianza. Hay una falta de educación y modales para convivir que es evidente y se palpa a diario. Botellones insolidarios en plena pandemia; discursos en contra de determinados colectivos como causantes de problemas que llevan a insultos, acosos en redes, agresiones físicas y asesinatos por parte de descerebrados que no tienen filtro, pues la mesura y el respeto a lo distinto ha desaparecido de su entorno. Servidores públicos que velan solo por sus intereses a través del robo y la corrupción (la mayoría políticos sino son el 100% de los que delinquen).

Un sistema económico que tiende a excluir a los menos pudientes; a limitar los resultados a un saldo positivo o negativo en el papel y no en la vida real de las personas. Si todos somos parte de una Sociedad, la española, no solo es para sacrificarnos en las épocas de vacas flacas, también queremos disfrutar de las bonanzas de las vacas gordas. Que nuestro jefe gane más que nosotros, de acuerdo, pero que gane diez o veinte veces más… por favor, algo de mesura. Si queremos remar todos en la misma dirección, al menos que tengamos todos un remo para no hacerlo solo con las manos. Salarios dignos y suficientes para que podamos vivir sin sobresaltos a final de mes y permitirnos, con el pago de nuestros impuestos, unas buenas infraestructuras y buenos Servicios Públicos complementados, para los que quieran y puedan usarlos, con servicios privados.

Las desigualdades son disolventes del pegamento de una Sociedad, de un Estado. Tenemos que volver a valores como el respeto, la empatía, la solidaridad, el trabajo, la colaboración, el honor. Fomentar todo aquello que nos lleve al sentimiento de pertenencia a un grupo, variado en pensamiento, sentimiento, aspecto y creencias, pero con un mismo objetivo: vivir en paz, prosperidad y concordia. Rebajemos la agresividad pero seamos intensos y tenaces. Practiquemos la mesura.

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