Año electoral: solo un proyecto feminista, de justicia social y unitario puede ilusionar

Este año se van a celebrar elecciones municipales, autonómicas y generales. La campaña electoral comenzó hace tiempo. La mayoría de las fuerzas políticas, junto a algunas promesas más o menos concretas, seguirán utilizando la mayor parte de su argumentario en advertirnos de lo malos y corruptos que son sus adversario políticos, e incluso algunas fuerzas políticas de signo o de reminiscencias fascistas, hablarán de “enemigos de la patria”. ¡Votadnos a nosotros que no somos corruptos!, será el mensaje de mayor calado político; o “nosotros o el caos”, cuando metan miedo para que no se vote a Unidas Podemos o la posible coalición de izquierdas que surja a la izquierda del PSOE.

La lucha feminista

La lucha de las mujeres por la igualdad social y política marca sin duda esta coyuntura electoral. Una movilización sostenida en el tiempo como está siendo la lucha feminista, concretada en leyes por este Gobierno de Coalición Progresista, debería obligar a todos los partidos del ámbito de la izquierda a incluir en sus programas medidas específicas para avanzar en la igualdad de sexos, representación política, remuneración salarial, promoción profesional y para combatir la lacra de la violencia de género.

Ya a principios del siglo XIX, Flora Tristán, obrera y feminista, denunciaba el uso esclavista que se hacía de las mujeres trabajadoras, tratándolas como parias, y defendía en el programa político que proponía a obreras y obreros, “Unión Obrera”, el reconocimiento de la igualdad de derechos del hombre y la mujer “como único medio para constituir la unidad humana”. Consideraba la cultura de la igualdad, esencial para el movimiento obrero. También el líder religioso bahaista Abdul-Bahá, decía con acierto que “La humanidad posee dos alas: una es la mujer, la otra el hombre. Hasta que las dos alas no estén igualmente desarrolladas, la humanidad no podrá volar”.

Si un proyecto de alumbramiento de una nueva sociedad más justa, más humana, igualitaria y solidaria, requiere la cooperación de los ciudadanos (mujer y hombre), la auténtica salida será tener un proyecto compartido feminista y de justicia social.

Unidad de acción progresista.

Un objetivo fundamental debe ser que los sectores progresistas de la sociedad estén unidos y comprometidos en avanzar en justicia social. De tal forma que: mientras no se sigan abordando los problemas de los sectores sociales más necesitados y vulnerables de la sociedad, como hasta ahora se viene haciendo en las crisis, pero sin crisis también, los empobrecidos seguirán sin respuesta. Dar respuesta a su situación supondría: mejor reparto de la riqueza, nacionalización de sectores estratégicos y Banca Pública.

Este proyecto es posible, pero debemos todos y todas, unos más y otros menos, cambiar nuestra conciencia cívica y social, superando la cultura de la indiferencia, el individualismo y la falta de participación en los asuntos sociales y políticos.

Bregar por la justicia social.

Como agentes sociales progresistas debemos hacernos responsables unos de otros y buscar soluciones con altura de miras. Participando consciente y honradamente, en los cauces que se abran, buscando el bien del otro para llegar al bien común.

En definitiva, se trata como plantea Izquierda Unida en la presentación de sus programas, de: “… construir un nuevo sentido común que ponga por delante lo de todos frente a lo de unos pocos, la cooperación frente a la competencia, la solidaridad frente al egoísmo, el Estado frente al mercado y a los de abajo frente a los de arriba. El camino es unir los intereses de todas las clases subalternas frente a la dinámica perversa de un capitalismo que no solo es injusto, sino que amenaza, literalmente, la vida en nuestro planeta”.

Medios de comunicación fieles a su función constitucional.

Particular responsabilidad tienen los medios de comunicación social que canalizan la mayor parte de la información y la participación política durante las campañas electorales. A pesar de ser la comunicación un acto moral, en demasiadas ocasiones el interés por la cuenta de resultados parece primar frente a la función social de los medios, que terminan promoviendo una visión de la campaña electoral como una competencia descarnada por el poder, sin vocación de servicio, fiel a la voz de su amo financiero de turno. Una campaña electoral sin espectáculo, escándalo ni noticias falsas. Que el marco del debate sea las ideas y propuestas.

Que así sea.