El equipo de Ayuso y la sanidad pública

Las políticas públicas como actividades económicas que son producen un retorno que se puede medir y que afecta a la actividad económica privada beneficiándola o perjudicándola.

“Hay un incremento de las listas de espera en la privada”, reconocía el presidente del Fundación IDIS y patronal que agrupa al sector de la sanidad privada Juan Abarca. “Estamos en un proceso de deterioro en la sanidad pública que que está arrastrando al sistema privado”, añadía. La sanidad privada no está para suplir las carencias de la pública, sino que debe ser una actividad complementaria para quien así lo quiera. Si no mejora la sanidad pública, en poco tiempo los hospitales privados podrían estar tan saturados como los de la Seguridad Social.

Así, pues, el mal funcionamiento de la sanidad pública perjudica a pobres y a ricos.

La sanidad pública es uno de los ejes centrales de la administración porque vertebra otras áreas sociales importantes: las bajas laborales, el cuidado de los ancianos, el incremento de las cuotas de los seguros de los hospitales por mala praxis y, subsidiariamente, las indemnizaciones que la administración debe abonar a los usuarios en caso de no asistencia o errores médicos: el dinero también se pierde en esos sumideros. El mal funcionamiento de la asistencia sanitaria crea gran inquietud a la población -porque la salud es lo primero-, y se irradia a prácticamente todas las áreas económicas presentes y futuras:  está demostrado que la inversión en salud redunda en una mayor competitividad de la población.

Pese a salir mal parado en casi todos los indicadores en relación al resto de países de la OCDE, España lidera el ranking en Sanidad, con el segundo puesto, solo por debajo de Japón. Es decir, el gasto sanitario en España es el segundo más eficaz y eficiente de entre todos los países de la OCDE, solo por detrás de Japón. Sin embargo, a este éxito no contribuye la política de gestión sanitaria de la Comunidad de Madrid: es la única comunidad del mundo que tras abrir once hospitales tiene menos camas disponibles por habitante que antes de su inauguración; y durante la epidemia el ejército tuvo que abrir una instalación muy precaria, sin UCIs, en una feria de exposiciones. A los madrileños las concesiones de obra pública en sanidad les ha costado entre 7 y 8 veces más de lo que hubiera supuesto su construcción y gestión pública. ¿Y presume el equipo Ayuso de ahorrarle a sus contribuyentes gastos a través de impuestos...? ¡Pues menudo negociete debe ser construir hospitales para la Comunidad de Madrid!

La gestión del talento humano es otro factor clave para el desarrollo económico.

De Madrid ya no va al cielo el talento médico sino a Guadalajara, Toledo... Muchos hospitales pero una pésima gestión de personal. La jubilación de un gran porcentaje de profesionales sanitarios augura un problema de tal magnitud que cualquier gobierno de la Comunidad de Madrid va a tardar años en arreglarlo.

No extraña que los problemas irresolubles que ha provocado el equipo Ayuso esté costando todos los técnicos responsables de la consejería de sanidad, que se van sin avisar, porque no es una dimisión...

Este patente deterioro del nivel de vida de la Comunidad de Madrid, de dificil arreglo, provoca que el equipo Ayuso tenga prisa por dejar la Presidencia de la Comunidad de Madrid invicta y ascender dentro del partido... Feijoo el Blando va a tener menos cancha que Casado el Breve. Todas esas empresas que construyen hospitales, grandes cotizadas en bolsa, apoyan al equipo Ayuso, la “estúpida carismática” que probablemente acabe entrando en algún consejo de administración de empresa sanitaria, después de su -¿larga?- vida como política.