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“Huye, hijo mío, que viene la patria”. Eric Hobsbawm
“El jefe de la derecha es un cero a la izquierda”. Benjamín Prado. Así se registra día a día. Ante la indigencia intelectual de un señor muy grave, muy gallego, muy dócil y muy poco resuelto. O, antes bien al contrario, dispuesto a ejercer toda tropelía con tal de alcanzar el poder… en nombre de su facción, corriente ideológica, formación política al efecto, arribista de minúscula entidad al frente de su cuadrilla de secuaces, quienes afirmarán y negarán la misma cosas cuantas veces haga falta, si así lo exige el guion que aplican como recetario inamovible.
Porque saben hacerse los desentendidos/as como nadie, tras haber sembrado de cizaña y malicia el campo, incluso antes de la batalla.
“Todo por la patria, arruinemos a la patria”. Sin compasión. Yendo las veces que haga falta a Europa a hacer ostentación de deslealtad a los propios. Y ahora si hace falta, que lo hará, votando en contra de la corrección al alza para el sostenimiento de las pensiones.
Acudió Feijóo a Europa a intentar, una vez más, acusar a su propio gobierno, obteniendo la respuesta de Gentiloni, Comisario europeo de Economía cuando le pide: “que haga una oposición constructiva tras criticar, aquel, las reformas de las pensiones”. Mayor vergüenza es difícil de imaginar.
Porque, tales supuestos dirigentes, nacionales, patrios, en realidad, están al servicio de FAES, Fundación que desgrana puro odio sin destilar, pura estrategia sin filtrar, con la intención de primar toda desigualdad acentuada en la actualidad presente, hacia un futuro imaginado por mentes tan “autosuficientes”. Y así se intentará a la menor ocasión otra dentellada al Estado de Bienestar, y así se intentará “privatizar las pensiones”, tras haberlo hecho, están en el proceso, otros servicios públicos y básicos, como la Sanidad, la Educación, la dependencia… aunque se consiga, antes que tarde, porque esa es la intención, como sucedió en Chile con Pinochet, que arruinó a su propio país, es decir a los chilenos/as, en un sueño fluido en el que la mitad de la población vaya, por lo tanto, “pagándose” sus futuras pensiones, y la otra mitad, la que no llegue a final de mes, si no puede, pues ya irá deshaciéndose como un azucarillo, entre la precariedad, la angustia y la pobreza extrema, esa misma miseria que haga invisibles a sus víctimas.
Ya lo anunciaron con el gobierno de Rajoy: “Cuanto peor mejor… para nosotros, peor para ellos”. Y lo saben muy bien y concitan sus fuerzas, entre la degradación y el desánimo.
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