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OPINIÓN | 'Un país sin rumbo', por Enric González

Noelia Núñez en el país de las maravillas

Héctor Delgado Fernández

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Al gran carnaval de la política española hemos de sumar el nombre de Noelia Núñez. Resulta que la conocida como “Ayuso de Fuenlabrada” falseó su currículum y mintió sobre sus estudios. ¿Desliz? ¿Error? ¿Descuido? En un comunicado publicado en su cuenta de la red social X la ahora exdiputada asegura que solo se trató de una simple “equivocación”. ¡Equivocación bastante enojosa que le ha costado su cargo de diputada! ¿Será posible que durante casi 3 años Noelia Núñez hubiera estado tan sumamente ocupada como para no darse cuenta de la enojosa equivocación? Concedámosle el beneficio de la duda porque si no fuera así la exdiputada habría incurrido en una tentativa de engaño moralmente condenable, especialmente cuando el engaño entraña un puesto como diputada en el Congreso.

Si los políticos pretenden mantener intacta su índole rigurosamente ejemplar habría que empezar a asumir que las mentiras y los engaños no son simples deslices o nimiedades sino que suponen una falta incompatible con el cargo que ocupan. ¿Por qué Noelia Núñez ha estado percibiendo un salario pagado con el dinero de todos los españoles cuando, en realidad, no cumplía con los requisitos mínimos aceptables y además mintió para engordar su currículum académico? La gravedad de los hechos merece acciones (¿inhabilitación durante 10 años de cualquier cargo en la Administración pública?) y no solamente un escrito exculpatorio henchido de buenas intenciones y un tibio mea culpa en el que la exdiputada opone su decisión de abandonar todos sus cargos políticos a los vicios e imperfecciones de los que hace gala el PSOE. “Los niveles de ejemplaridad de mi partido no son como los del PSOE ni los míos se corresponden con los de aquellos dirigentes que practican, aceptan o toleran cualquier tipo de práctica inapropiada o incluso conducta delictiva”, escribe Noelia Núñez en su comunicado como para dar a entender que el acto de renuncia encuentra su propia justificación moral cuando lo comparamos con la situación que prevalece dentro de las filas del PSOE. Si “equivocación” hay, es pues una equivocación menor.

Lo cierto es que leyendo el comunicado en el que la exdiputada nos ofrece una reivindicación oportunista de su “inocencia” es de notar el uso torticero que hace Noelia Núñez de una retórica absolutoria elemental mediante la que torpemente trata de minimizar su “equivocación” cayendo en una espuria exposición – tan ridícula como lamentable- de los males que aquejan al PSOE. ¿No le habrán enseñado a Noelia Núñez que toda comparación es odiosa? Pero lo peor es que en dicho comunicado la explicación de su renuncia – por comparación- cede paso a una retórica huera y partidista que repite la misma tónica general de mediocridad y deshonestidad que cunde entre nuestros políticos demasiado empeñados en defender su inocencia y honorabilidad sin asumir jamás los hechos o responsabilidades que se le imputan. ¡A esta altura de la película de qué nos vamos a asombrar! Ya se sabe que en España nadie es culpable de nada y por ende nadie asume sus errores. En realidad, nunca se trata de errores. A lo más, un desliz, una equivocación, una metedura de pata. Y es que una equivocación la puede tener cualquiera. Errare humanum est. Tampoco vamos a crucificar a la pobre Noelia Núñez porque se le olvidó mentar que, a diferencia de lo que expone en su currículum, había dejado inconclusos los estudios de Derecho y de Filología Inglesa. Una mera cuestión de tiempo e incompatibilidad entre trabajo y estudios. Pero en esta vida no hay mal que por bien no venga. Después de haber presentado su acta de renuncia seguro que Noelia Núñez dispondrá ahora del tiempo suficiente y necesario para retomar sus estudios y volver, esta vez sí, a ofrecer sus innegables dotes personales al siempre movedizo, cambiante y denostado circo de la política española.