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A propósito del Consejo Rector
Hemos recibido propuestas para votar la ratificación del Consejo Rector de este diario, cuya creación es por cierto un idea muy acertada. Leyendo los comentarios de los socios y socias, comparto algunas de las opiniones en el sentido de que quizás, por coherencia democrática, hubiera sido más respetuoso que los socios y las socias hubieran tenido la oportunidad de votar una lista abierta de candidatos y candidatas.
Personalmente no tengo nada que objetar sobre la valía de las personas que se proponen para la elección, las cuales son de sobra conocidas por su compromiso y aportaciones para la construcción de un mundo más justo. Tengo el placer de leer a muchas de las personas propuestas en las páginas de este diario, cuyas aportaciones me ayudan a entender mejor los problemas del mundo en que habitamos.
No obstante, me preocupa que entre personas que se consideran progresistas y que por tanto deberíamos tener profundas convicciones democráticas, se intente a veces censurar e incluso pedir la exclusión de personas de las páginas de este periódico por el simple hecho de opinar de forma diferente. Personalmente me enriquece leer artículos de cuyo contenido pueda discrepar, pero que aportan puntos de vista diferentes que abonan nuestro pensamiento y que absolutamente respeto. Es por ello que me parece impropio y reprobable que se pretenda excluir a alguien por el mero hecho de opinar diferente.
Un periódico que se pretenda democrático, no puede sino recoger las voces y opiniones diversas que existen en nuestra sociedad, expresadas eso sí, con absoluto respeto por los principios de la libre opinión, sin la cual no es posible construir una sociedad verdaderamente democrática y justa. No pido de un periódico que me confirme lo que ya pueda pensar o que defienda exclusivamente las posiciones que ya pueda tener, sino que aporte también pensamiento diverso y alternativo a lo que puedan ser nuestras posiciones sociales y/o políticas. No tanto quizá para compartirlas, sino para entender y aceptar que hay otros pensamientos. No vamos tampoco a caer en la ingenuidad de que todos los pensamientos son válidos, pues evidentemente hay muchos que no sólo no pueden ser compartibles, sino que son absolutamente reprobables..
Resultaría inaceptable que defendamos posiciones excluyentes y luego critiquemos a los adversarios políticos que desde otras posiciones en defensa de los privilegios de unos pocos, hagan lo mismo. Precisamente porque considero que no somos como ellos, es por lo que debemos defender encarecidamente el pensamiento libre y democrático; más en estos tiempos que corren en que los poderes dominantes empiezan a considerar que el pensamiento democrático ilustrado, que tantos aspectos positivos ha aportado a la humanidad ya no es necesario o al menos imprescindible y nos intentan llevar a un modelo de democracia autoritaria, donde el concepto de ciudadanía quedaría reducido a su mínima expresión, cuando no eliminado. Como dice la canción, corren malos tiempos para la lírica; es por ello que además de la justicia social, debemos comprometernos con todas nuestras fuerzas en la defensa de la democracia, pues sin ella viviríamos en un mundo oscuro y profundamente injusto, como experimentamos los que tuvimos la desgracia de nacer y vivir en la época de una dictadura gris, rancia y profundamente injusta, que nos limitaba a la condición de súbditos.
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