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PSOE: cálculo de estructuras

Las diferencias internas del PSOE revelan disparidades en la fortaleza electoral, política y orgánica de las federaciones, más bien que diferencias ideológicas. Da la impresión de que son más estructurales que espirituales. Quedará para el recuerdo la frase de Javier Fernández acerca de que el edificio del PSOE “está muy dañado, pero conservamos el solar”. La metáfora arquitectónica, frente a la de la familia u otras que se usan para la organización política, me parece acertada. Los especialistas del ramo de la construcción me perdonarán si me tomo sus cálculos a la ligera.

Lo que interesa aquí no es la decisión final, pues es de creer que nadie va a hacer nada que ponga al partido en verdadero riesgo de pasar por otras elecciones. Lo que interesa son las líneas abiertas en el debate previo a la votación.

La posición dominante a favor de la abstención en la votación de investidura de Rajoy se observa en una federación cuando pasan dos cosas a la vez: el partido ejerce la presidencia del gobierno autonómico y el riesgo de sorpasso por parte de Podemos y sus aliados es bajo o moderado (casillas en blanco para lo segundo). Ambas son condiciones necesarias, ninguna es suficiente (una interacción, en el lenguaje de los modelos). Allí donde el adelantamiento ya se ha producido, la posición dominante del partido es contraria a la abstención, incluso en Baleares, donde se gobierna, aunque con menos claridad en la Comunidad Valenciana. En los lugares donde el riesgo de sorpasso es más elevado, pues ya ha tenido lugar en los principales núcleos urbanos, se observa más división pública de opiniones, salvo en Asturias, donde también se gobierna. Para subrayar esta conexión, en Cádiz, la organización local del PSOE, que ha sido adelantado por Podemos, ha aprobado una resolución en contra de la línea que defiende el partido regional, muy favorable a la abstención.

Quienes apoyan votar que no en la investidura lo hacen, con frecuencia, defendiendo la voz de la militancia. Aquí hay una teoría de bolsillo sobre la militancia que prácticamente cae sola de los datos. Las organizaciones que más insisten en la necesidad de consultar a las bases son aquellas cuya militancia, en promedio, es más débil. Podemos añadir que, por lo general, sus líderes tampoco les pueden ofrecer influencia política, u otro tipo de beneficios derivados de la participación en el poder autonómico.

La posición dominante a favor de la abstención se observa en las federaciones que tienen una fracción de militantes entre los votantes socialistas superior a la media del conjunto de España. Esa fracción, que sirve como un indicador de la vitalidad e implantación del partido, es máxima en Asturias y mínima en Madrid. Podría parecer que los militantes madrileños son unos genios captadores de votos y que los asturianos lo hacen peor, pero la cosa no va por ahí: el PSOE obtuvo en Asturias un resultado bastante mejor (cinco puntos mayor) que en Madrid en julio pasado; lo que pasa es que al PSOE de Madrid, encima, le va aún peor en militantes, lo que es un mal pronóstico de voto futuro. Pensar, de este modo, en la solidez de la organización, mejora la explicación del caso asturiano, pues es una de las federaciones que impulsan la opción por abstenerse ante la investidura, a pesar de que UP le ha seguido muy de cerca en las últimas elecciones. En el otro lado, las excepciones son Murcia y Cantabria. De hecho, Cantabria es, tal vez, la que peor encaja, ya que el partido ostenta un considerable poder autonómico, aunque no la presidencia.

En todo caso, lo cierto es que el factor sorpasso podría sustituirse por la incidencia de la militancia en la explicación de la posición dominante del partido, poniendo también como condición necesaria la presidencia de la comunidad autónoma. Esto confirma la importancia de esa posición de poder pues, en cierto modo, se podría argumentar que la persistencia de la militancia puede ser un efecto derivado de la participación en el mismo.

Esta sucinta revisión de la estructura deja muchas cuestiones abiertas. Tal vez la más importante es por qué es tan importante el reparto territorial del poder. Puede ser un simple efecto mecánico de que el partido esté fuera del gobierno central, pero puede ser una evolución, que no parece demasiado prometedora. Hay quien dice que ya Rodríguez Zapatero, al ofrecer, según esta versión, una especie de “Paz por Territorios” a los líderes autonómicos, comenzó a socavar la organización del PSOE.

Otros, por supuesto, lo achacan al periodo posterior en el que, presuntamente, Rubalcaba intentó hacer un borrón y cuenta nueva con todo. Otros, por último, evitan cualquier autocrítica, o se la endosan al último que ha pasado por aquí. Sinceramente, yo no lo sé, pero destaco la conveniencia de pensar en esto cuando se piense en el solar. Es inevitable pensar en la variedad y aptitudes del banquillo en este contexto, que casi todos los observadores encuentran manco.

Una segunda cuestión, muy importante, es que, como dice Víctor Lapuente, podría estar sucediendo que se envían las legiones a Roma, a los lugares seguros -donde el partido presume de ciertos éxitos- dejando desabrigadas a las regiones amenazadas. Parece paradójico, pero creo que es de sentido común que el PSOE empeorará su situación si, más allá de la decisión de esta semana, su liderazgo se asienta solo en el poder territorial que mejor aguanta, a expensas de quien pierde pie.

Una tercera, con la que no me atrevo, es la cuestión de que el alma más federalista del partido está del lado perdedor. Y eso tampoco promete nada bueno, en mi opinión.

No son los retos del Papa Francisco, pero imponen.

Nota: He dejado fuera a las federaciones de Ceuta y de Melilla porque su tamaño no es comparable al resto como para entrar en los mismos cálculos. En Ceuta Podemos casi alcanza al PSOE, en Melilla se quedó a casi 15 puntos; en ninguna de las ciudades el PSOE tiene opciones de acercarse a la presidencia; y en Ceuta hay 31,4 votantes por cada militante, algo más que la media del partido, mientras que en Melilla la organización es más fuerte, con 24 votantes por militante. La prensa sitúa a ambas federaciones como partidarias de votar no a la investidura de Rajoy.

Las diferencias internas del PSOE revelan disparidades en la fortaleza electoral, política y orgánica de las federaciones, más bien que diferencias ideológicas. Da la impresión de que son más estructurales que espirituales. Quedará para el recuerdo la frase de Javier Fernández acerca de que el edificio del PSOE “está muy dañado, pero conservamos el solar”. La metáfora arquitectónica, frente a la de la familia u otras que se usan para la organización política, me parece acertada. Los especialistas del ramo de la construcción me perdonarán si me tomo sus cálculos a la ligera.

Lo que interesa aquí no es la decisión final, pues es de creer que nadie va a hacer nada que ponga al partido en verdadero riesgo de pasar por otras elecciones. Lo que interesa son las líneas abiertas en el debate previo a la votación.