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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

La solución de la Policía contra la difusión ilícita de fotos íntimas: tápate

Mensajes difundidos esta semana en Twitter

June Fernández

Volvemos de vacaciones y nos encontramos con estos ingeniosos tuits lanzados desde las cuentas dos cuerpos de la policía. Proponen básicamente lo mismo que el Ministerio del Interior: para que no te violen, no vayas sola; para que no te humillen o te acosen por haberte sacado fotos desnuda, no te saques fotos desnuda. De lo contrario, tú serás la responsable.

Uso el femenino porque, si bien la Policía (como tampoco el Ministerio) no se dirige explícitamente a las mujeres, los estudios sobre 'sexting' -la práctica de compartir fotos y vídeos con contenido erótico- no dejan dudas de que la mayor parte de víctimas de estos ataques son mujeres, ya que una foto en tetas o un vídeo masturbándose no es un material tan efectivo para humillar, chantajear y extorsionar cuando el que posa es un hombre. La policía, en vez de recordar que estas prácticas constituyen delito, nos llama al recato. Es el “si llevas minifalda, no te extrañe que te violen”, en versión 2.0.

Publiqué hace meses un artículo sobre este terror sexual 2.0, una tendencia recurrente por parte de la policía, de la comunidad educativa y de los medios de comunicación, que presentan internet como un nuevo escenario de peligros inevitables para las mujeres; rara vez como un espacio que también es nuestro y que podemos usar para combatir el sexismo. Pero, en este caso, me ha cabreado especialmente el tonito socarrón de los tuits. Ya sé que está de moda que los community managers de la Policía vayan de frescos, cercanos y graciosetes. Pero, sobre todo el de la Policía Nacional, no transmite mucho respeto hacia las personas a las que se pretende sensibilizar. Suena a tirón de orejas con dosis de burla hacia una caricatura de chica joven, frívola y ligerita de cascos adicta a los selfies de morritos luciendo escote con push-up.

Sobre el 'sexting' se habla casi siempre en tono de alarma y de reprobación. Rara vez se escucha a alguien decir: “Asumámoslo: en esta sociedad que vive pegada al teléfono inteligente, sacarnos fotos o vídeos en momento de calentón y mandarlos por whatsapp a la persona que deseamos es ya parte de nuestro universo erótico”. Si la Policía me dice que no me saque fotos comprometidas, yo lo hago, alguien traiciona mi confianza, terminan en una red social y hay gente que pretende humillarme por ello, la Policía me está señalando a mí como responsable. Yo he metido la pata, por inconsciente, por vanidosa, lujuriosa y demás pecados. ¿Qué tal si en vez de sermones damos consejos prácticos? ¿Qué tal si recomendamos que no se no vea la cara, que usemos aplicaciones de estas en las que la foto desaparece del móvil del receptor una vez vista o si alertamos de que cualquiera puede ver los archivos de nuestro móvil con un cable USB, sin necesidad de saber nuestro PIN? Autodefensa online, vaya: conocer los riesgos a los que nos exponemos y los recursos que tenemos para protegernos, de forma que vivamos la vida con libertad y consciencia, no con temor y culpa.

Por otro lado, ese tono reprobatorio me ha recordado al caso de la joven que denunció a varios chicos acusándolos de haberla violado durante la Feria de Málaga que le provocó un desgarro vaginal. La jueza encargada de investigar los hechos archivó la causa al no ver demostrado que se cometiera un delito. Por lo visto, la credibilidad del testimonio de la presunta víctima quedó en entredicho porque se había sacado selfies con los chicos y porque una grabación (¿hecha con su consentimiento?) mostraba que había mantenido con algunos de ellos relaciones sexuales (¿consentidas en todo momento?).

Independientemente de las valoraciones que hagamos sobre el archivo de la denuncia, del debate mediático en torno al caso de Málaga se refuerza una doble moral sexual, como bien expuso Beatriz Gimeno en Zona Crítica, en la que es la conducta sexual de la mujer que denuncia agresiones la que se analiza y se juzga, mientras que la sexualidad masculina no se cuestiona, sino que se percibe como incontrolable e inevitable.

A través del reportaje 'Yo quería sexo pero no así', llamé la atención sobre que la violencia sexual es un delito que se denuncia poco porque las víctimas se avergüenzan, se culpan de haber dado juego, temen que no se las crea y que se analice su conducta sexual. El caso de Málaga confirma que esos miedos no son infundados. Lo reconocían las participantes en una investigación sobre agresiones sexuales encargada por el Gobierno vasco, quienes citaban el caso de Nagore Lafagge, la joven asesinada por un respetable psiquiatra cuando subió a la vivienda de él durante Sanfermines. Durante el juicio, la madre de Nagore, Asun Casasola, fue interrogada sobre el estilo de vida de su hija: “¿Era ligona?” “¿Solía beber?” Imaginaos las preguntas que se hacen a las mujeres que denuncian la difusión indebida de vídeos eróticos suyos.

Se nos dice que la mejor solución para evitar ataques contra nuestra libertad sexual es que nosotras mismas nos adelantemos limitando nuestra libertad sexual. Mucho más conveniente para las instituciones que tomarse en serio la lucha contra la violencia sexual.

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