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Activista colombiana Ruth Castro: “Ser niña nunca debería ser un límite”

Activista colombiana Ruth Castro: "Ser niña nunca debería ser un límite"

EFE

Nairobi —

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La abogada y activista colombiana Charlie Ruth Castro aprendió a los cinco años que “ser una niña nunca debería ser un límite” gracias a la educación recibida en un “hogar feminista” y ahora, como adulta, se dedica a difundir estas ideas para empoderar a las mujeres y a las menores latinas.

Así lo explica esta experta en “innovación social” en una entrevista con Efe en Nairobi, donde participa en el encuentro anual que celebra la fundación internacional Rotary y que este año acoge la capital keniana.

Ruth es una de las cinco personas menores de 35 años y socias de los distintos clubes que la organización posee en todo el mundo que serán reconocidas hoy en un acto en la sede de las Naciones Unidas en Nairobi.

El entorno bucólico de los jardines de la ONU y la sonrisa de la abogada contrastan con su contundencia al revelar datos tan duros como que una de cada tres mujeres en el mundo han sufrido algún tipo de violencia de género -lo que equivale a 105 millones de personas - o que 23.000 niñas y niños han sido víctimas de violencia sexual en Colombia desde noviembre de 2017.

“Se puede hablar sobre ello desde muchas perspectivas, pero yo he descubierto que hablar solo de violencia respalda la violencia”, afirma Ruth.

Por este motivo, la activista quiere tratar a las mujeres como “supervivientes y constructoras de soluciones” a través del proyecto que fundó hace dos años junto a otras mujeres y hombres feministas: “Mujeres con derechos”.

A través de eventos que cruzan fronteras, desde México a Brasil y Perú, además de la propia Colombia, esta organización reúne a las mujeres latinas más poderosas de todos los ámbitos -desde la política al deporte pasando por los medios de comunicación y el arte- para que divulguen sus testimonios e historias de éxito.

Asimismo, reclaman el compromiso de los varones con la igualdad de género, a través de las “marchas de hombres para el cambio”, porque “son la mitad del problema, pero también la mitad de la solución” y “es necesario incluirlos en la conversación”.

Es otro proyecto de esta organización, sin embargo, el que ha hecho a Charlie Ruth merecedora del reconocimiento de Rotary y de la ONU, titulado “Nuevos comienzos innovadores” y enfocado en la “resocialización y reintegración” de mujeres presas, algo que no permite el diseño de las cárceles actuales.

“Una mujer en una cárcel está en un campo de batalla permanente”, denuncia la activista, que remarca que los presidios actuales “desempoderan y mutilan cualquier potencial humano”.

Se trata de una iniciativa centrada en la cárcel de la ciudad de Sogamoso (Boyacá, Colombia), donde unas 200 mujeres cumplen condena por delitos menores de narcotráfico y hurto.

Así, la fundación de Ruth ha identificado tres principales problemas que caracterizan la vida de una reclusa: la separación de los hijos, las malas condiciones sanitarias y los conflictos entre ellas que pueden desembocar en violaciones de derechos humanos.

Mediante formación en género y talleres de confección, bordado o artes manuales, las mujeres “han llegado a desarrollar confianza entre ellas y de nuevo en la sociedad”, subraya la abogada.

Entre las campañas impulsadas en la prisión por “Mujeres con derechos”, destaca la de recoger fondos para proveer de compresas suficientes a las presas y así combatir la “inequidad menstrual” y asegurar su “dignidad”, pues no suelen recibir más de dos o tres paquetes al año.

A Charlie Ruth Castro la hizo feminista la educación que recibió en su infancia con su hermano, teniendo ambos “las mismas responsabilidades y oportunidades”, pero también las trabas y el machismo que halló durante su formación y su carrera profesional.

“Cuando nos dicen que calladas nos vemos más bonitas, deniegan la herramienta más sofisticada que tenemos: la voz”, concluye, muy convencida.

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