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Sánchez presiona a Iglesias para que acepte un acuerdo sobre el programa pero sin coalición

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.

Irene Castro

Una semana después de la investidura fallida, Moncloa lanza el mensaje de que Pedro Sánchez pretende retomar la “iniciativa” con el objetivo de dejar claro que busca conseguir los apoyos suficientes para formar Gobierno. Tras haber mantenido un perfil bajo y haber congelado en los últimos días los contactos ante la tensión con Unidas Podemos, el Gobierno ha anunciado que Sánchez llamará de nuevo al resto de líderes –Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias– para que faciliten su proclamación. Un anuncio que llega en el mismo día en el que el PSOE ha informado de que Sánchez se reunirá con sindicatos y colectivos sociales para recabar propuestas con las que elaborar un programa de Gobierno que será el que presente a Pablo Iglesias.

Sánchez busca así presionar al que ha sido su “socio preferente” para que apoye un Gobierno en solitario del PSOE en base a un programa que se elaborará a partir de iniciativas que planteen los agentes sociales y asociaciones de carácter feminista o ecologista, según ha explicado el secretario general en una carta enviada a la militancia socialista. El PSOE no ha comunicado en el momento de redactar esta información cuáles serán los colectivos con los que se reunirá el presidente en funciones.

La jugada persigue acorralar a Iglesias, a quien Sánchez invita ahora a apoyar desde fuera su Gobierno –un planteamiento que Podemos rechaza– a partir de un pacto sobre los contenidos en un momento en que sus aliados le empujan a negociar un acuerdo programático y aparcar la exigencia de formar parte del Gobierno.

Desde Podemos aseguran que la carta de Sánchez realmente quiere decir “acaparar el 100% del poder sin negociar”. Ha sido el secretario de Acción de Gobierno de Podemos, Pablo Echenique, quien ha respondido vía Twitter al último movimiento de Sánchez: “Para entender mejor los titulares: Gobierno a la portuguesa significa Gobierno en el que acaparo el 100% del poder, sin negociar, porque sí, aunque esté lejos de la mayoría absoluta y con la ventaja de tener las manos libres para pactar con la derecha cuando me dé la gana”.

El líder del PSOE vuelve también a la pantalla de inicio pasados tres meses de las elecciones generales del 28A, tras el varapalo del fracaso de las negociaciones con Unidas Podemos, y con la amenaza de una repetición electoral como una hipótesis de trabajo en Moncloa –pese a que Sánchez asegura que “impedirla” es una “prioridad” y que trabajará “sin descanso para evitarlo”– y con el resto de partidos acusando a Sánchez de haberla buscado. 

Por un lado, retoma la idea de un Gobierno en solitario con el apoyo externo de Unidas Podemos a partir de un acuerdo programático y, por otro, los contactos con los tres grandes partidos, sobre los que descarga la responsabilidad de que haya un Gobierno. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunció este miércoles que Sánchez llamará a Casado, Rivera e Iglesias “en los próximos días” y que el objetivo es que sean “contactos discretos”. “Hay una voluntad de tomar ya la iniciativa, en estos próximos días”, recalcan en Moncloa. 

Sánchez retoma la iniciativa ante las críticas

Sánchez volverá a hablar con Casado y con Rivera para solicitarles la abstención, a pesar de que ambos le han dicho que no tienen intención de facilitar su investidura y que han reforzado sus equipos rodeándose de fieles y de los perfiles más duros

Podemos ha criticado duramente a Sánchez por mirar a la derecha en vez de retomar las conversaciones para intentar una coalición. El mensaje que ha lanzado Pablo Echenique en su ronda mediática a lo largo de la semana es que el PSOE retoma así “su plan inicial” que es seguir en el poder gracias a PP y Ciudadanos. Los socialistas sostienen que la voluntad ahora es llegar a un “acuerdo programático” con los de Iglesias, pero dan por muerta, al menos por ahora, la opción de compartir el Consejo de Ministros. 

Otra de las críticas de Echenique es que Sánchez no hubiera descolgado el teléfono todavía. “No tenemos ningún problema en ponernos en contacto con el PSOE –dijo en una de las entrevistas que ha concedido–. No se nos caen los anillos por llamar al PSOE, pero llama la atención la falta de intención de llegar a un Gobierno de progreso”.

En el PSOE reconocían la inacción del presidente, pero la justificaban en la necesidad de llevar a cabo una “descompresión”. “Va a estar parada hasta que se baje el soufflé”, expresaban este martes fuentes socialistas sobre la negociación para una nueva investidura, que tendría que celebrarse, como tarde, la semana del 20 de septiembre. Hasta entonces hay margen de maniobra para conseguir un 'sí' de Unidas Podemos y mantener la abstención de ERC que, como reconoció Gabriel Rufián, tendrá más complicado el voto en blanco cuando se acerque la Diada y en los prolegómenos de la sentencia del procés

Las elecciones cobran fuerza

A pesar de que el presidente pretenda llamar de nuevo al resto de grupos para “explorar todas las vías posibles” que busquen un acuerdo programático con Unidas Podemos y la abstención de PP y Ciudadanos para que el Gobierno no dependa de las fuerzas independentistas, según explicó la ministra Montero, el pesimismo se va instalando en el PSOE, que ve en la repetición electoral una opción cada vez más factible.

Aunque, por ahora, no se descarta ningún escenario y la línea oficial es que Sánchez no quiere elecciones, la última pelea con Unidas Podemos ha hecho a la cúpula socialista reconocer las dificultades para sacar adelante la investidura. Así se lo ha trasladado Sánchez a los barones del PSOE, según informó El Confidencial

Las negociaciones frustradas para la coalición han quebrado cualquier atisbo de confianza entre ambas partes. La invitación del PSOE ahora es igualmente una vuelta al punto de arranque: negociar un acuerdo de investidura o de legislatura y que los de Pablo Iglesias apoyen desde fuera. La vía portuguesa, la que Sánchez planteó desde el inicio. Una ventana de esperanza que se ha abierto en Moncloa es que la presión interna en Unidas Podemos acabe torciendo el brazo a Iglesias. 

En Moncloa también encuentran complicado que el PP se abstenga porque no recibe la misma presión que los socialistas recibieron en 2016 para permitir que Mariano Rajoy siguiera en el poder. Además, consideran que Pablo Casado puede mejorar su resultado, por lo que puede ser un aliciente volver a las urnas, aunque también advierten de que tendrá complicada la suma y que eso le puede pasar factura dentro del partido al que llevó al peor resultado de la historia con 66 diputados. A Albert Rivera le ven muy lejos de ceder. 

División: elecciones vs. temor al castigo en las urnas

Con la fecha del 10 de noviembre marcada en rojo en todos los partidos –y especialmente por sus gerentes, que ya tuvieron dificultades en la financiación del ciclo electoral de esta primavera, en el PSOE hay quienes temen que el electorado no responda como el 28A frente a la creencia de Moncloa y Ferraz de que no hay que tener miedo a las urnas porque los socialistas pueden salir reforzados. 

En el núcleo duro de Sánchez defendían que era mejor repetir los comicios que formar un Gobierno que saltara por los aires en tiempo récord. También hay dirigentes que sostienen que el rechazo de Iglesias a la última oferta del PSOE les beneficiará electoralmente mientras que también 'pescarán' voto de centro desencantado con Albert Rivera por su escoramiento a la derecha. 

Sin embargo, diputados y dirigentes regionales del PSOE consultados por eldiario.es consideran que sería un error volver a las urnas por varios motivos. El principal es que consideran que la imposibilidad de llegar a un acuerdo generará frustración en el electorado de izquierdas que se traducirá en una importante abstención en ese espectro ideológico, con mayores consecuencias, a su juicio, para Unidas Podemos, pero con quien al final el PSOE tiene que llegar a entendimientos en el Congreso. 

“Si nos quedamos más o menos igual y Podemos cae, la derecha tendrá posibilidades de gobernar”, dice el secretario de Organización de una de las federaciones más potentes del PSOE. “La impresión es que la izquierda está destrozada y la derecha rearmada con otra oportunidad”, reflexiona un diputado. Ambos coinciden en que movilizar será difícil en la tercera cita electoral en menos de seis meses y la quinta desde 2015. “El ánimo para votar hay que verlo y otra campaña con la gente que ha empezado a gobernar y que ya no tiene el aliciente del 26 de mayo en el que se la jugaban ellos... Ya no tienen esa presión, va a ser más complicado activar el músculo”, reflexiona este responsable de Organización. 

“Es una ruleta rusa. Hay muchos más riesgos en la izquierda que en la derecha. No vamos a estar mejor y no creo que la suma beneficie al bloque. No hay transferencia entre bloques. Al PSOE no viene voto de Ciudadanos y mucho voto de castigo que se fue a Vox volvería al PP”, dice un destacado dirigente territorial que considera que el reparto de los escaños sería “una lotería”. 

A pesar de esas reticencias, el PSOE se encargó de dejar claro que no teme a una repetición de elecciones. Fue José Luis Ábalos el primero en señalar en esa dirección como forma de presión. Este mismo miércoles, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, aseguró que los socialistas no temen elecciones, aunque no las quieran, según apostilló. Los detractores de esa estrategia no dudan en culpar a Iván Redondo, el jefe de gabinete de Sánchez en Moncloa, del fracaso de las negociaciones por dilatar estratégicamente todos los plazos hasta el final: Sánchez no enseñó todas sus cartas pidiendo el paso atrás de Iglesias hasta unos días antes del arranque del debate de la investidura. 

“Los interlocutores de otras fuerzas se sienten más cómodos con interlocutores de partido que con consultores”, dice un diputado que recuerda las acusaciones de Unidas Podemos, pero también las realizadas durante el debate de investidura por Ana Oramas o Joan Baldoví. “Hay margen para sacar la investidura con Unidas Podemos, pero bajando todos la tensión. Siguiendo más la estrategia de Adriana (Lastra), la del partido, y dejando la de Moncloa”, argumenta. 

Otro de los argumentos de quienes temen la repetición electoral es que “ya no hay miedo a Vox”. La irrupción de la extrema derecha fue uno de los ejes de la campaña de Sánchez, que buscó así movilizar al electorado de izquierdas, que acudió masivamente a las urnas el 28A llegando a un 75% de participación. 

Con ese panorama, en Moncloa han limitado sus vacaciones, incluido el presidente, que mantiene las convocatorias del Consejo de Ministros para todos los viernes de agosto salvo el puente del 15 con el objetivo de evitar la imagen de una Administración paralizada desde hace más de tres meses. Mientras tanto, en los territorios, también los gobernados por el PSOE, aumenta la preocupación por esa situación de bloqueo: las comunidades tienen 4.700 millones menos de inversión

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