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El funcionario que pleitea (y gana) contra las oposiciones que blindan a interinos: de enterrador o auxiliar administrativo

Wenceslao Alonso, con una sentencia que condena al ayuntamiento de Málaga | N.C.

Néstor Cenizo

Hace bastantes años Wenceslao Alonso impugnó una convocatoria para ser enterrador de pueblo. Su argumento era que además de una prueba práctica, llevar años enterrando a los muertos del municipio puntuaba el doble. “¿Por qué? A lo mejor el sepulturero del pueblo de al lado quería la plaza y podía alegar que él entierra igual que diez kilómetros más allá”, razona Alonso, que ya entonces ganó el recurso de reposición. El argumento de entonces es clavado al que le ha servido para que un juez anule un proceso de selección de 98 plazas en la Universidad Complutense: no se puede diseñar una convocatoria de forma que sólo pueda hacerse con el puesto el interino que ha venido desempeñando ese trabajo. La última sentencia dictada a su favor, la de la Complutense, aún no es firme y tiene muchas posibilidades de ser recurrida.

Wenceslao Alonso nunca quiso ser enterrador, y por aquel entonces ni siquiera era abogado. Ya tenía, eso sí, su plaza de funcionario en el Ayuntamiento de Málaga, al que le ha ganado ocho juicios por lo que él llama repetidamente “el cachondeo”: asignar plazas obviando los principios de mérito, igualdad y capacidad. También consiguió anular un concurso-oposición a la Universidad de Málaga. Hay quien ve en él a un justiciero o incluso a un “picapleitos amargado”, como le han llamado esta semana por estropear el final de las vacaciones a interinos que llevan años esperando para conseguir “su plaza”, como también le reprochan quienes llevan años peleando por un empleo estable en la Administración.

La última muesca de Alonso ha sido tumbar un concurso-oposición con 98 plazas de auxiliar administrativo en la Complutense. La sentencia concluye que en la práctica, con las bases y el sistema de puntuación previsto, era casi imposible que quien no hubiese desempeñado el puesto en la propia Universidad durante la última década lograse alguna de las plazas. Daba igual hacer un examen perfecto o tener experiencia en un trabajo similar. El juzgado concluyó que esa convocatoria no respetaba el principio de igualdad en el acceso a la función pública y ordena repetir el proceso.

“Yo defiendo el derecho de cualquier persona a presentarse”, explica Alonso: “Mi intención es que tú, que no has trabajado en la Complutense, puedas participar, y tus méritos, si has trabajado de auxiliar administrativo, se valoren. ¿Por qué la plaza tiene que ser para un interino? ¿Qué tiene de especial ser auxiliar administrativo en la Complutense?”.

Todos los días, lectura de BOE y BOJA

Todos los días, lectura de BOE y BOJAWenceslao Alonso es un lector de burocracia diaria. Cada mañana repasa el Boletín Oficial del Estado y también algunos de las comunidades autónomas. Que lleve buceando en esos textos desde el 1 de enero de 1999 da una pista de su perfil: funcionario por las mañanas y abogado por la tarde, que ha impugnado distintas oposiciones.

Alonso revisa toda convocatoria de empleo público que se pone a tiro porque durante cuatro años también fue interino del Ayuntamiento de Málaga, donde sacó su plaza en 1999. En ese tiempo se presentó a incontables pueblos y diputaciones. Su primer recurso de reposición, apenas medio folio, lo puso por una plaza de auxiliar administrativo para la que puntuaba más haber trabajado en el Ayuntamiento de Herrera (Sevilla) que en cualquier otro lugar.

En 2002 logró que se anulase una convocatoria de 300 plazas para la Diputación de Málaga. Ese mismo año, Tolox (Málaga) convocó tres plazas, de licenciado en Derecho, fontanero y auxiliar administrativo, y fijó como requisito experiencia de cinco años en el ayuntamiento. También tuvo que retirar la oferta.

“Salvo que se me haya pasado, desde entonces no han sacado esas plazas. El interino estará allí hasta que se jubile o se muera”, cuenta a eldiario.es.

Las batallas de Alonso ponen el foco sobre un sistema del que muchas administraciones se han valido para acumular una desproporcionada bolsa de interinos. Un tremendo cuello de botella atasca a los trabajadores durante años en puestos teóricamente provisionales. Con el paso del tiempo, el interino asume que aquella es “su plaza”, y a partir de esa ficción muchos levantan expectativas y hasta un plan de vida.

Wenceslao Alonso entiende que se valoren los servicios prestados en una administración, como admite el propio Tribunal Constitucional para casos “excepcionales”, pero sin que eso haga imposible que otros aspiren a la plaza: “Ni oposición pura y dura, ni dibujarte la plaza para ti”.

Una larga batalla con el ayuntamiento de Málaga

Una larga batalla con el ayuntamiento de MálagaHubo un momento en que Alonso pensó que podría ascender de categoría en el Ayuntamiento de Málaga si sumaba una Licenciatura en Derecho y en 2011 obtuvo el título por la UNED. Empezó a enviar su currículum a la jefatura de personal cuando se enteraba de jubilaciones o vacantes próximas y comprobó que el ayuntamiento ni publicitaba esas plazas, ni las cubría legalmente. En lugar de acudir a un concurso de méritos, el consistorio recurría sistemáticamente a la figura de la comisión de servicios, prevista para situaciones excepcionales, temporales y de urgencia.

Fue entonces cuando Alonso se puso por primera vez la toga y empezó a defenderse a sí mismo. “Señoría, la derrota se admite pero la injusticia hay que combatirla”, cuenta que le dijo al juez. Le ganó ocho juicios al ayuntamiento, también perdió alguno (que ha recurrido en apelación) y obtuvo su principal triunfo: una sentencia en la que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía condena al consistorio por cubrir determinadas plazas utilizando “mecanismos de designación aleatorios” y “al margen” de los principios de igualdad, mérito y capacidad.

“Antes te enterabas de la jefatura porque llegaba el director y decía: ”A partir de hoy este es vuestro jefe de sección“”. Ahora la convocatoria se publica, pero los nombramientos, según Alonso, siguen estando trucados. Por eso ha perfeccionado un sistema: cuando hay convocatoria de jefaturas en el ayuntamiento de Málaga él acude a un notario, que levanta acta de su predicción. “El puesto se lo lleva mengano”. Wenceslao Alonso suele acertar el nombre del agraciado, pero algún juez le ha dicho que lo suyo son meras sospechas, y que tanto acierto podría ser cosa de la casualidad.

Su batalla legal no impide que Alonso siga trabajando en el ayuntamiento, contra el que solo puede  pleitear representándose a sí mismo. Avisa de que sí podría ir contra cualquiera de las empresas públicas de su órbita. De momento, sigue revisando los boletines, en busca de convocatorias viciadas: “Coín acaba de convocar una plaza de trabajador social en la que puntúa el doble si trabajas allí, lo que pasa es que no soy trabajador social y no me puedo presentar. ¿Conoces a algún trabajador social?”

Estos días, a raíz de la sentencia en Madrid, ha recibido improperios a través de las redes. Él se mantiene en sus trece. “ A mí me importa más el derecho de cualquiera a presentarse que lo que puedan decir unos cuantos interinos. Yo defiendo el derecho de cualquier otra persona que pueda presentarse”.

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