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“Las urnas han dejado a Aguirre en su dimensión adecuada”

José Antonio Zarzalejos, Foto de Carlos Ruiz

Fátima Donado

José Antonio Zarzalejos lleva una semana hilando entrevistas en Madrid sobre su nuevo libro Mañana será tarde. Un diagnótico valiente para un país imputado. Recibe a eldiario.es en la cafetería del Hotel Intercontinental, donde también ha cerrado otras dos entrevistas con distintos medios. Bebe agua, lleva tiempo hablando. El exdirector de ABC nos concede media hora de conversación para conocer más detalles del diagnóstico que hace sobre nuestro país. Relata sin miramientos la situación actual de España en materia de corrupción, monarquía, nacionalismos y periodismo, y asegura que la clave para cambiar un país debe venir impulsada por un gobierno, pero también por los ciudadanos.

En el libro habla de la corrupción y de cambios que necesitaría la política española. Lo titula Mañana será tarde. Visto el resultado del 24M, ¿es un mensaje para Rajoy?Mañana será tarde.

Es un mensaje que interpela a Mariano Rajoy, pero no solo a Rajoy sino al completo sistema político y también a nosotros, los ciudadanos. Pensar que una sociedad reviene sus problemas solo por la acción del gobierno es un error. Es un problema general y transversal. Se refiere a la crisis y a los cambios que podemos hacer nosotros para cambiar las cosas.

Varias medios llevaron esta semana en portada que la crisis y la presión interna en el PP son máximas. Hablan, incluso, del relevo de Cospedal. ¿Caerá Rajoy antes de las generales?

A Rajoy le queda una bala, la de reaccionar fulminantemente y con profundidad a la derrota electoral del día 24M. Si esa bala no la dispara y no da en la diana, debería marcharse porque no tiene derecho a hacer fracasar al centro derecha. Esa bala es rectificar el discurso. Reconocer que se ha equivocado y modificar la parte del discurso en la que ha fallado. Ha sido un gobierno soberbio y prepotente al creer que con un mensaje economicista puramente tecnocrático podría convencer a los españoles que están viviendo una realidad que no ven reflejada en su discurso y sus acciones.

¿Ese comportamiento se puede extrapolar al de Esperanza Aguirre en los últimos días?

Estamos hipertrofiando el papel de Esperanza Aguirre en la política española. Las urnas le han dejado en su dimensión adecuada: una presidenta del PP en Madrid que no ha logrado ni de lejos sus objetivos electorales y que ahora está en una fase de la política muy histriónica y escéptica.

Ha reconocido en varias ocasiones que nunca ha recibido presiones tan fuertes como las de Esperanza Aguirre. ¿Cómo fueron para provocar su cese como director de ABC?

Antes de las elecciones de marzo de 2008, Aguirre, en compañía de otros, tenía previsto un asalto al partido. Yo no quise nunca involucrar al periódico en una operación de carácter político y ella lo sabía muy bien. Aunque lo niegue, Esperanza Aguirre intervino activamente en mi destitución.

¿Cómo imagina la digestión que Aguirre está haciendo de los resultados electorales?

No conozco a Esperanza Aguirre en sus aspectos más personales pero da la sensación de que la digestión le está costando.

¿Qué le parece su comportamiento ante los pactos? ¿Realmente le asusta Ahora Madrid?

No tiene criterio fijo. Simplemente está ganando tiempo, se está moviendo sin criterio. Efectivamente, Ahora Madrid tiene planteamientos radicales, y Aguirre trata de aprovechar ese radicalismo para lanzar un mensaje hostil de nuevo a sus electores ante la posibilidad de que Manuela Carmena sea la alcaldesa de Madrid.

¿Qué le espera a Aguirre a partir de ahora? ¿Debería irse?

Creo que Aguirre está en la misma línea generacional y en circunstancias políticas muy parecidas a las de los barones territoriales que han anunciado que se van. Sería muy sano que se fuese. No estoy seguro de que lo vaya a hacer pero no la veo cuatro años en la oposición del Ayuntamiento. Y no creo que con los resultados obtenidos en Madrid, menores a Cifuentes, ahora mismo tenga plena legitimidad para ser presidenta del PP de Madrid.

Escribe en el primer capítulo de su nuevo libro que “La corrupción es sistémica y los dirigentes políticos están atrapados una vez penetran en ella”. ¿Cree que es aplicable a la nueva política que llega de confluencias ciudadanas?

De lo que se trata es de que la nueva política neutralice los factores de corrupción endógenos que hay en el sistema. Los nuevos partidos y la renovación de los mayoritarios deben buscar desactivar los factores criminógenos que hay en el sistema y que son factores corruptores.

La pregunta viene, sobre todo, porque afirma que el gobierno y los medios de comunicación apuntan sin puntería porque “la masa madre está en las autonomías y municipios”.

La masa madre de la corrupción en España está en el mal ejercicio de las actividades urbanísticas en los municipios. Los grandes pelotazos de la corrupción se han dado en las administraciones locales. Más importante que las ‘tarjetas black’ es que en la base de las administraciones públicas se produce esta masa madre de la corrupción.

¿Cómo llega una Administración hasta ese punto?

Lo que estamos viendo ahora es una corrupción anterior a la crisis y durante la crisis con una falta de escrúpulos impresionante y la creencia de que una cierta tolerancia social iba a continuar. Ahora hay una intolerancia social y un reproche ético y jurídico contra los corruptores porque la crisis nos ha hecho más pobres y es mucho más hiriente que haya corruptos que se lo llevan crudo.

Habla en su libro, incluso, de que la corrupción en España se ha llegado a “banalizar”.

Tolerancia social excesiva. Hay trabajos que demuestran que en las municipales de 2011 hubo decenas de cargos reelegidos a pesar de estar imputados por delitos de corrupción.

En el espacio dedicado a la monarquía escribe que “solo tiene sentido si es funcional”. ¿Ha dejado de serlo?

No, lo demuestra Felipe VI. No es funcional cuando se producen comportamientos inadecuados como los que protagonizó don Juan Carlos. Por eso tuvo que abdicar. La funcionalidad quiere decir que la monarquía es útil al país, a los intereses del país. Tiene que ser disciplinada, austera y ejemplarizante.

La monarquía pasó de ser la institución más valorada, según el CIS, a suspender desde 2011 hasta el día de la abdicación del rey. El 2 de junio de 2014 la nota que le ponían los ciudadanos era un 3,72. ¿Han sido los errores de don Juan Carlos los causantes?

Yo creo que no. La popularidad empezó a decaer a finales de los 90 porque el rey perdió algunas referencias pero desde luego el punto más bajo se produce cuando se desvela parte de su vida personal con su viaje a Botsuana en abril de 2012. A lo que hay que sumar el caso Nóos. Aun así, los cambios desde la abdicación han hecho que la monarquía tocase suelo y ahora esté en una fase de remonte absoluto.

En Mañana será tarde dice que Felipe VI tendrá que enfrentarse “antes o después a una reapertura de la Constitución para su reforma”. ¿Cree que habría relegitimación popular hacia él?Mañana será tarde

Estoy convencido de que sí.

Usted que dirigió ABC, ¿cómo lo ve ahora?

No me parece elegante ni cortés pronunciarme sobre el periódico. Solo digo que sigo leyéndolo y le tengo un inmenso afecto aunque haya habido cambios evidentísimos desde que me cesaron en 2008.

Sobre el oficio, asegura que el “periodismo de investigación ha pasado a ser periodismo de verificación”. Hablo incluso de “periodismo de filtraciones” que últimamente en España “se ha convertido en un espectacular ajuste de cuentas”. ¿Cree, por ejemplo, que los papeles de Bárcenas son un ajuste de cuentas?

En España se están produciendo informaciones introducidas por poderes políticos para ajustar cuentas. Es un periodismo de filtración muy poco verificado. En España se dan exclusivas poco verificadas. Se está produciendo una descapitalización profesional en España.

¿Qué le pasa al diario El País? En su libro se refiere a él como un periódico “frustrado y condicionado por cortapisas y peajes financieros” y añade que parece haberse contagiado de un “conservadurismo incapaz de digerir transformaciones sociales”.El País

Ha perdido lozanía. Pero El País no deja de ser el reflejo de cómo está la socialdemocracia en España.

Una vez que un medio entra en esa dinámica de la que habla, ¿puede recuperar la credibilidad?

Sí, El País es un gran periódico y yo creo que pueden pasar por épocas buenas y malas, pero tiene un larguísimo recorrido.

Dice de Pedro J. que enhebra pasión por el periodismo y por el poder, de manera indivisible. Más adelante habla de la renovación de la profesión. ¿Es una buena opción El Español?

Es lógica. No tendría sentido un periódico diario.

¿Entendió su cese del diario El Mundo? El Mundo

El fundamental problema de El Mundo es que no rentaba a sus propietarios. Después de Bárcenas, Pedro J. intenta tumbar al presidente del Gobierno. Si a eso se une el hecho de que pierden dinero y las ventas disminuyen, pues se corta la cabeza.

Con los capítulos dedicados al periodismo se intuye que necesita una gran regeneración. Y urgente. ¿Cree que los medios han empezado a reaccionar?

El momento actual es de convulsión periodística: épica, agitada y con falta de criterio. No terminamos de asumir cuál es nuestro papel. Somos intermediarios entre los hechos y la audiencias. No le damos suficiente valor añadido a las historias en los medios. Tenemos una información rutinaria. El periodismo va por detrás de la sociedad. Tendría que ofrecer más temáticas con más profundidad. Mayores niveles de rigor.

¿Qué cree que pasará con todos los medios tradicionales “intoxicados de su relación con el poder” si en las generales gana Podemos?

Es una buena pregunta a la que no tengo respuesta. No es verosímil que gane. Y si ganase no me imagino esas relaciones, pero supongo que serían tensas y bastante duras.

Una de las grandes perjudicadas por las políticas del PP, según han denunciado en numerosas ocasiones sus trabajadores y los propios españoles, es RTVE. ¿Cuál es su diagnóstico?

El hundimiento de la radio y la televisión públicas es uno de los grandes disparates de esta legislatura. La podremos recuperar si se vuelve al sistema de designación anterior; si se mantiene el sistema de designación que instauró el PP, no.

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