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Jóvenes que se marcharon de la España Vaciada: “No tengo la opción de volver, me quedaría en paro”

Espejón, en Soria, uno de los pueblos de los más de 200 pueblos de Castilla y León con problemas de conectividad.

María Santos Viñas

30 de abril de 2022 21:34 h

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La España vaciada está empezando a organizarse para exigir mejoras, y lo está consiguiendo. Los tres escaños de Soria ¡Ya! en la Junta de Castilla y León y el escaño de Teruel Existe en el Congreso de los Diputados demuestran que el voto puede cambiar y que las zonas más despobladas se están movilizando. El Banco de España señaló en su informe anual de 2020 que un total de 3.403 localidades, el 42% de los municipios españoles, están en riesgo de despoblación, muy por encima del conjunto de la Eurozona. El estudio detalla que estas zonas presentan “idiosincrasias en aspectos socio-económicos y orográficos, así como una peor accesibilidad a servicios que los municipios urbanos y que el resto de municipios rurales”.

Muchas de las  personas que se van de sus pueblos y sus provincias, por estudios o por trabajo, terminan en la Comunidad de Madrid, que gana habitantes mientras el resto los pierden. Es lógico. En 2020, Madrid concentró el 75% de la inversión extranjera en España y gran parte del tejido empresarial se concentra en esta región, donde también se sitúan muchas universidades que ofertan todo tipo de grados y estudios. Son muchos los jóvenes que tienen que abandonar sus hogares para poder estudiar aquello que les gusta y les interesa.

Es el caso de Paula. Con 18 años llegó a Madrid para estudiar Filología Española, una carrera que no se oferta en su Soria natal. Ahora, a sus 26 años, trabaja como investigadora en la Universidad Complutense de Madrid y lamenta no poder volver a San Esteban de Gormaz, un pueblo de unos 3.000 habitantes, donde creció y en el que vive la mayoría de su familia. “Allí no tengo trabajo, pero tampoco podría tenerlo porque en mi campo de investigación, la filología hispánica, no hay posibilidad y en ramas parecidas tampoco”, explica.

Ese es el problema: “Ni si quiera tengo la opción de volver, la única forma sería que me quedara en paro”. Es la misma historia de muchos de sus amigos del pueblo, que estudiaron en universidades de Castilla y León, pero que no encontraban trabajo allí. “Madrid concentra toda la carga laboral y es donde más oportunidades tienes”, reconoce. Explica que ni a través del teletrabajo podría regresar por la deficiente conexión a internet. “Podría ser un punto para que la gente volviera a las zonas rurales, pero no si no hay internet en la era del teletrabajo no puede haber trabajo”, lamenta.

Soria está en mi corazón y en mi cabeza, todos los días me planteo volver

Álvaro es enfermero en el Hospital Ramón y Cajal. Tenía trabajo en Soria, pero decidió irse a Madrid y buscar trabajo allí. “Acabé la carrera y volví yo solo al pueblo. Todos los amigos estaban fuera. La rutina era estar en casa y trabajar. Todos los días eran iguales y tenía ganas de esas oportunidades sociales y culturales que ofrece la ciudad”, explica. Sin embargo, le gustaría volver en algún momento: “Soria está en mi corazón y en mi cabeza, todos los días me planteo volver”. Por eso pide que se lleven a cabo políticas reales para ayudar a la repoblación, empezando por los servicios básicos como la salud o las comunicaciones. “No estamos pidiendo ser mejores ni tener más que nadie, estamos pidiendo ser iguales”, recalca.  

A mí me gustaría vivir a allí, pero no hay posibilidades con mi trabajo. Me gusta la calidad de vida de Soria, pero no tengo ninguna posibilidad laboral

Isaac  y Marcos son hermanos y nacieron en la ciudad de Soria. Ambos se marcharon a estudiar a la Universidad de Salamanca y no regresaron a su provincia porque allí no podían crecer laboralmente dentro de su campo. Isaac, de 34 años, lleva un lustro en Londres y dentro de un mes aterrizará en Madrid, esta vez para quedarse. Es doctor en neuroinmunología y va a llevar a cabo una investigación. Su hermano es profesor de Geografía en la Universidad de Salamanca. Ambos admiten que no pueden desarrollar sus carreras en su provincia. “A mí me gustaría vivir allí, pero no hay posibilidades con mi trabajo. Me gusta la calidad de vida de Soria, pero no tengo ninguna posibilidad laboral”, explica Isaac.

Marcos tampoco podría ejercer como profesor en su tierra. “Si hubiera un abanico más amplio de oportunidades y pudiera impartir docencia allí, quizás sí”, reflexiona. Los dos ven con optimismo la presencia de Soria ¡ya! en la Junta. Para Marcos es “fundamental porque es el sentir de toda la gente que llevamos Soria en el corazón”. Le duele que los políticos y el resto de ciudadanos no valoren su provincia: “Da rabia, lástima y mucha pena que olviden de dónde eres”. Isaac mira al nuevo partido con prudencia, porque “queda por ver en qué se refleja”, pero reconoce que “es un paso adelante para que se empiece a escuchar y para que se empiecen a realizar las promesas que se llevan haciendo desde hace muchos años”.

Ángela nació en Albacete, pero ha pasado mucho más tiempo en Motilleja, un pueblo manchego que cuenta con 605 habitantes. Llegó a Madrid hace cuatro años para estudiar Periodismo. La Universidad de Castilla-La Mancha divide sus facultades por las provincias de toda la región. Periodismo solo se imparte en Cuenca y las comunicaciones para llegar allí son mucho peores que con la capital. Ángela optó por la segunda opción donde, además, “hay más oportunidades de trabajo”. Este año termina la carrera y no tiene pensado quedarse. “Madrid es muy grande y agobiante”. Se plantea vivir en algún pueblo de la región o volverse a su tierra. La manchega expresa su alegría porque Soria ¡Ya! haya conseguido representación en la Junta de Castilla y León: “Me gusta saber que al menos una parte de la España vaciada tiene representación”. Espera que se dé voz a todos los problemas de las zonas rurales y que se pongan en marcha mecanismos para acabar con la despoblación.

El éxodo rural no es algo nuevo, aunque el tema se haya empezado a tratar más en los últimos años. Teresa, a sus 90 años, recuerda cómo llegó a Madrid a mediados de los 50. Creció en Fuente de Cantos, al sur de la provincia de Badajoz, pero su marido y ella decidieron marcharse a la capital en busca de un futuro mejor. “Allí no había trabajo. Mi marido hizo la mili aquí y conocíamos a mucha gente del pueblo que se había venido y nos animaron a hacer lo mismo”, explica. Al principio les costó adaptarse. “Vivíamos en una habitación alquilada en Fuencarral, pero nunca nos planteamos volver” asegura. Echa de menos a su familia del pueblo, pero explica que “aquí están todos, mis hijos, mis nietos y mi bisnieto”.

El tema del alquiler está muy difícil para que los jóvenes nos independicemos. La vivienda en los pueblos es mucho más asequible

La otra cara de la moneda son aquellos que deciden volver a las raíces, irse al pueblo, incluso sin haber nacido allí. Son pocos, pero existen algunos casos. Paula nació en Madrid, pero es nieta de sorianos. “Estoy estudiando Ciencias Políticas, quiero hacer el máster de desarrollo rural y me gustaría trabajar en Soria”, explica. También cuenta que va muy a menudo a Oteruelos, una pedanía de la capital de la provincia. “Allí está mi familia y tengo cierta conexión emocional”, dice. Pero esas no son las únicas razones por las que se quiere ir de Madrid: “El tema del alquiler está muy difícil para que los jóvenes nos independicemos. La vivienda en los pueblos es mucho más asequible”. Para ella es “fascinante” que Soria ¡Ya! haya conseguido tres escaños. “Soria y Teruel han sido muy abandonadas por sus gobiernos regionales pero sobre todo por los gobiernos nacionales. Estos partidos son una forma de la ciudadanía para organizarse a sí misma”, asegura.

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