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CRÓNICA

Madrid es el parque temático de Díaz Ayuso donde no hay sitio para los malvados

Un cariacontencido Bolaños se queda sin subir a la tribuna de autoridades del Dos de Mayo.

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En la fiesta de Blas, todo el mundo salía con unas cuantas copas de más, cantaba Fórmula V. En la fiesta de Isabel del Dos de Mayo, no bebieron mucho, porque era por la mañana, pero desde luego todos salieron con ganas de sacudirse en una calle cercana o como mínimo buscar los micrófonos para hacer unas declaraciones escandalizadas. Fue un gran día para Isabel Díaz Ayuso y su Rasputín, que decidieron que era un buen momento para replicar su guerra eterna con el Gobierno de Pedro Sánchez que tan buenos resultados les dio en las elecciones autonómicas de 2021.

El asunto de las invitaciones a las fiestas es todo un dilema cuando alguien monta una en su piso de estudiante. ¿A quién invitar? ¿A cuántas personas pueden traer los invitados? ¿Conviene arriesgarse a que no venga nadie o es mejor tirar por todo lo alto hasta montar una rave multitudinaria que termine con la policía tocando la puerta? Por eso, las celebraciones institucionales cuentan con un complicado protocolo que dicta en qué posición deben situarse los que aparezcan. Si desconocen este tipo de cosas, no se preocupen. Saberlas no va a hacer su vida mejor.

El Gobierno central decidió enviar al ministro de Presidencia, Félix Bolaños, a los actos oficiales del Dos de Mayo en Madrid, en vez de a la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, que había recibido la invitación del Gobierno madrileño. Queda al criterio de cada uno decidir si el gesto tenía algún valor político relevante. En una de las opiniones que más le acercaron al ciudadano medio, Mariano Rajoy dijo hace tiempo que debía asistir al “coñazo del desfile”, por los actos del 12 de octubre, con lo que hay que imaginarse que no es razón suficiente para ir a la guerra.

El PP madrileño podría habérselo tomado a risa, pero decidió que era un desafío inaudito. Lo llamó una “provocación”. Cómo se atreve a presentarse en la fiesta de Isabel sin haber sido invitado. Es una fiesta institucional, pero Miguel Ángel Rodríguez ya se había ocupado antes de montarla a mayor gloria de Isabel Díaz Ayuso. Lo hizo cuando Ayuso concedió una distinción al músico Nacho Cano y este convirtió la entrega en un homenaje a la presidenta. Ella puso cara de estar muy sorprendida por su gesto. Rodríguez puso cara de que todo había salido como lo tenía planeado.

Al final, los organizadores del acto pusieron el martes una silla a disposición de Bolaños en primera fila –a fin de cuentas, qué es una silla–, pero se guardaron la venganza para la tribuna de autoridades que presidiría el desfile de unidades policiales y militares. Pues eso, lo que decía Rajoy, “el coñazo del desfile”.

Ahí es donde comenzó el momento discoteca. Bolaños intentó subir a la tribuna como representante del Gobierno y la jefa de protocolo se lo impidió, como si fuera un portero de discoteca con camiseta de manga corta y el cráneo rapado que es infranqueable. Bolaños lo intentó, pero no hubo manera. La responsable de protocolo, Alejandra Blázquez, lo paró en seco y no le dejó pasar. Con la lista en la mano que le habían preparado sus jefes, permitió que la ministra de Defensa, Margarita Robles, subiera a la tribuna. Robles pasó por ahí mirando al suelo, como si la cosa no fuera con ella.

No es buena idea quedar con Margarita Robles para tomar unas copas por la noche. Lo más probable es que te deje tirado en la puerta de una discoteca cuando le dejen pasar a ella, pero a ti no.

“Estamos cumpliendo toda la normativa con respecto a la representación institucional”, repetía Blázquez a Bolaños mientras estaba plantada como un muro frente al acceso a la tribuna. Moncloa respondió después haciendo pública la preferencia que existe en cuanto a la presencia de cargos institucionales, que Blázquez debe de conocer muy bien.

A la tribuna de autoridades subió Alberto Núñez Feijóo en calidad de amigo de la familia –en anteriores actos del Dos de Mayo también tuvo un lugar preferente Pablo Casado cuando era presidente del PP–, y José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid.

Lo cierto es que en la jerarquía institucional de estos actos, el líder de la oposición aparece en un lugar bastante atrasado, el decimoquinto, y el alcalde de Madrid en un puesto más abajo, el decimosexto. Los ministros, así en plural, figuran en el 11º. A la tribuna subió también la presidenta de la Asamblea, Eugenia Carballedo. La máxima autoridad del Parlamento autonómico aparece hundida en la posición 30ª.

Carballedo se ha distinguido en la legislatura finalizada por frenar a los diputados de la oposición cuando decían cosas feas de Ayuso, no ya cuando lo hacían a gritos desde el escaño, sino también a los que intervenían desde la tribuna. Con tales servicios prestados a la causa, no era justo impedir que tuviera su momento de gloria.

De más está decir que si los responsables de protocolo de la Generalitat hubieran echado de una tribuna a un representante del Gobierno de España, la derecha estaría pidiendo ahora el envío urgente a Catalunya de una patrulla de fiscales de la Audiencia Nacional subidos a tanquetas de la policía.

No lo vio así la prensa conservadora, esos periódicos que se lanzan con los ojos inyectados en sangre cuando un político independentista ningunea a un representante de España. “Ayuso frena la treta de Bolaños”, tituló ABC en portada. En la de El Mundo decidieron ser más enérgicos: “Ayuso desactiva la provocación de Bolaños”. La salvadora era la líder del PP de Madrid en esta visión alternativa de la realidad. Quien paga, manda.

En resumidas cuentas, el Gobierno madrileño mantuvo el orden protocolario en las sillas colocadas para escuchar los discursos. Para presidir la tribuna durante el desfile, colocó a quien le dio la gana. La obligación de cumplir las normas existe para los demás.

El Dos de Mayo es la fiesta del PP de Madrid, bastión de la cristiandad y baluarte contra el comunismo que destruirá España a nada que la gente se relaje. Madrid es el parque temático de Ayusolandia con atracciones para los defensores de la libertad y de las terrazas. No hay descuento para los pobres, que no son bienvenidos. Y, con respecto al Gobierno, todo lo que no sea Margarita Robles se considera anatema.

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