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OX: el camión para África que se monta como un mueble de Ikea

Ligero y con generosa altura libre, masas centradas y cortos voladizos, el OX iguala y supera en algunos casos a todo terrenos clásicos con tracción total.

Jorge Castro

Puesto que en Asia no todo es Tokio o Seúl, ni en África el producto interior bruto per cápita más común es el de Johanesburgo, la realidad del parque móvil es que está inundado por completo de chatarras y automóviles que, en el mejor de los casos, vienen usados de Japón o Europa. A años luz de cualquier normativa de seguridad, contaminación y sin piezas de recambio, coches, furgonetas y camiones se convierten en la sombra más abyecta de lo que fueron. Y además, se llevan por delante miles de vidas en accidentes en los que se involucran por sobrecarga, averías o simplemente fatiga de materiales que jamás fueron diseñados para un baqueteo intensivo.

Y con esta realidad en mente, Sir Torquil Norman, un conocido filántropo inglés, se puso a perseguir a un ramillete de los más afamados ingenieros del mundo del automóvil con el objetivo de ponerle solución con un producto que ninguna marca fabricaba. Muchos lo vieron imposible, pero aunque el mismísimo Gordon Murray (revolucionario en la Fórmula 1 y en los McLaren de calle) lo consideró un reto difícil de abarcar aceptó ponerse manos a la obra ahora que su vida de ingeniero había tomado un particular derrotero de vuelta a los orígenes. Dibujar un todo terreno efectivo con dos ruedas motrices, ligero pero capaz de cargar su peso multiplicado por dos y sencillo de conducir por cualquiera, se convirtió en el trabajo principal de la sociedad Global Vehicle Trust hace un par de años. Y el resultado acaba de ver la luz en Londres.

Todas las piezas que lo componen, a excepción del motor y la caja de cambios, caben en su propia zona de carga. Paneles de madera de sándwich cortados a escuadra componen la carrocería y catorce llaves Allen de distintos tamaños son suficientes para que tres personas monten el rompecabezas en poco más de tres días, dedicados además a otras tareas. Los detalles inteligentes se suceden: la portezuela trasera puede ser usada como rampa de acceso. Los cojines de asiento y respaldo permiten sacar al OX cuando se queda atascado en el barro o la arena. Su postura central, incrementa el espacio vital, centra el peso y facilita el control sobre terrenos en mal estado. Y como marca de la casa, tiene un comportamiento preciso como si fuera un coche de competición.

De ahora en adelante, la sociedad busca quien eche un cable produciendo un vehículo cuyo coste según los responsables del proyecto apenas alcanza el 5 por ciento de lo que cuesta un pequeño camión convencional. ¿Llegará su estampa en África a ser tan popular como los Mercedes OM que llevan rodando desde los años sesenta por allí?

Toda la historia, en Ars Technica.

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